Cambio en la política exterior de Sistach
Este año n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach acudió a Madrid, a la Misa de las Familias, sin ningún suspense, como algo normal, como tiene que ser. Quedan atrás los tiempos en que nuestro pastor diocesano se ausentaba con las excusas más inverosímiles o de mal pagador, como aquella de que estaba resfriado (cuando al día siguiente todo el mundo pudo verle sin ninguna secuela de aquel repentino y simulado catarro). O cuando el mismo cardenal organizaba en Barcelona un acto paralelo el mismo día y a la misma hora para tener la excusa perfecta para no ir al de Madrid. Eran tiempos distintos, en Cataluña se respiraba un ambiente crispado por parte del nacionalismo hacia sus eminencias los cardenales Rouco y Cañizares, y el cardenal Sistach no podía alinearse con semejantes personajes, sin el riesgo de quedar muy mal ante sus amigos políticos y ante su clero nacionalista.
En esta ocasión se ha demostrado que se puede organizar una celebración diocesana de la Familia en el marco idílico de la Sagrada Familia el domingo 18 de diciembre y ofrecer la posibilidad que los católicos barceloneses también puedan ir a Madrid el día 30 encabezados por su arzobispo. Sin contraprogramar o sin poner a los fieles en la disyuntiva de una u otra. No es el único cambio en la actitud del cardenal hacia el resto de sus compañeros de episcopado español, como ya se comentó en esta misma página, nuestro arzobispo se alineó con el resto de sus compañeros de la Permanente episcopal, en la nota sobre las últimas elecciones generales, algo que disgustó a algunos políticos catalanes, sobre todo a los nacionalistas.
Y es que las cosas cambian, ahora los intereses de nuestro cardenal son otros, o más simplemente otro: continuar como Ordinario de la diócesis barcelonesa todo el tiempo que sea posible una vez presentada su prescriptiva renuncia el próximo mes de abril, para conseguirlo tiene que trabajar dos campos muy deteriorados hace unos años: su imagen pública eclesial y sus relaciones con influyentes hombres del gobierno vaticano. Como ya comenté en otro artículo anterior, el cardenal Sistach, ha pasado de ver como bestias negras a los cardenal Rouco y Cañizares a convertirlos (o al menos intentarlo) en sus amigos del alma. En Roma ha buscado aliados, pero además del ya comentado cardenal Cañizares, sólo ha encontrado amigos, en las personas de S.E.R. el cardenal Ravasi (al que ayer hacia referencia mi buen amigo Oriolt) y al arzobispo Fisichella. Algo es algo, lo que le ha permitido colocar a dos de sus piezas barcelonesas en la "pedrea" de los Consejos Pontificios, el Rvdo. Xavier Morlans y el seglar Francesc Torralba.
En cuanto a su imagen pública, lo tiene bastante peor, porque a pesar de haberse intentado ganar la amistad de los principales cardenales de nuestro país, el episcopado español no le tiene demasiada estima, como pudo verse en su descabellada candidatura a la vicepresidencia de la Conferencia Episcopal, que acabó siendo una humillante y dolorosa derrota. Parece que hay muchos obispos en España y fuera de ella (también en Roma) que leen esta página web y otras de similares, y que no pueden pasar por alto los muchos datos objetivos y demostrables que se dan sobre su persona y sobre todo sobre el gobierno diocesano barcelonés. Sólo en este sentido se entiende la desesperada carta navideña que el cardenal en persona ha enviado al amigo Francisco José Fernández de la Cigoña, con los mejores deseos para alguien que no ha parado de decir verdades sobre sus continuados errores en Barcelona. El cardenal Sistach sabe que La Cigueña de la Torre tiene ya más de diez millones de visitas, y eso afecta y mucho a su deteriorada imagen. Tanta amabilidad no se entiende sino, cuando es sabido que el Sr. Cigoña comparte mayoritariamente nuestros postulados y en cambio nosotros, lejos de recibir amabilidad, hemos sido perseguidos, investigados, amenzados y enjuiciados.
Nuestro arzobispo va a continuar aceleradamente en su intento de mejorar su imagen y de granjearse la amistad de los más altos purpurados de la Santa Madre Iglesia, pero lo que está claro es que la política interior va a continuar igual. El pacto de hierro que hizo con el progresismo barcelonés no va a romperse, como máximo pequeñas acciones de maquillaje, como el nombramiento del Rvdo. Miquel Ramon como formador del Seminario (no toco a mi protegido el Rvdo. Turull, pero nombro un formador con fama de ortodoxo). La famosa "martineztroika" de la que esta página web informó en su momento está quedando en mucho ruido pero pocas nueces. El cardenal Sistach no va a apartar a ninguno de sus protegidos ni a los gurús del progresismo eclesial que són los que escandalosamente gobiernan las principales parcelas de la vida diocesana. Los Turull, Matabosch, Arenas y compañía van a llegar al final del pontificado Sistach.
Es cierto que nuestro arzobispo no es progresista, incluso diría que es moderadamente nacionalista, pero siempre se ha movido por sus intereses personales. Y su interés en el año 2004 era pactar con los que hicieron la vida imposible a Don Ricardo Carles, para que a él le dejaran tranquilo, para ello tenía que tenerlos contentos, dándoles cargos a sus capitostes y protegidos y hacerse el sueco ante los desmanes litúrgicos y doctrinales del clero progresaurio. De ahí que se haya hablado del cardenal "secuestrado", no es que le hayan secuestrado sino que él se ha dejado secuestrar. Ese pacto y ese "secuestro" son muy difíciles de romper, son ocho años en esa dinámica y no van a acambiar por lo poco que falta para presentar renuncia.
Me gustaría equivocarme, como me ocurrió con el acto de Tamayo en Barcelona, que finalmente sí fue censurado por nuestro cardenal. Pero me temo que estos cambios en política exterior para continuar en el cargo el máximo tiempo posible, no van a ir acompañados de cambios en la vida diocesana interna que aplanen aunque sólo sea un poco, el camino al sucesor que el Santo Padre quiera darnos para nuestra amada y tan castigada diócesis.
Antoninus Pius