El parasitismo progre-eclesial
En anteriores escritos de este portal les hemos dado cuenta de la peculiar connivencia que existe en Cataluña entre el poder público y el nacional-progresismo eclesial, particularmente engrasada con el ungüento de la subvención a cargo del contribuyente (véanse artículos de Quinto Sertorius Crescens de 9, 17 y 24-12-2010). Estamos en tiempos de austeridad presupuestaria y los recortes han llegado también a las subvenciones. Pero no se han eliminado del todo. Así el Cercle d’Estudis Conciliars y la web catalunyareligió.cat de nuestro querido Jordi Llisterri han visto disminuida su dotación, con cargo al erario público, de 25.000 a 8.000 €, según consta en el DOGC de 19 de julio de 2011, en el que se le concede la gratificación por la curiosa finalidad de "financiación de costes de un portal de internet sobre religiones en Cataluña". Un poco más de suerte han tenido nuestros no menos queridos amigos de la Fundació Joan Maragall (cuyo presidente de honor sigue siendo Antoni Matabosch) que han pasado de 25.000 a 10.000 €, según se publicó en el DOGC del pasado 13 de diciembre de 2011. Aquí el objeto de la ayuda pública es totalmente abstracto: "actividades de la Fundació Joan Maragall". Es decir, 10.000 € distraídos de nuestros impuestos para que se empleen en los que les plazca al dúo Matabosch-Pipo Carbonell.
Cierto es que el catastrófico estado de las finanzas de la Generalitat de Cataluña aconseja la reducción de tan anómalos viáticos, pero su actual minoración no nos debe hacer perder de vista la existencia de un sistema perverso, en el que el ciudadano (creyente, agnóstico o ateo) contribuye con sus impuestos a la financiación de unas entidades, cuya existencia y cuyo funcionamiento resultarían inviables sin el manto subsidiado de la administración pública. ¡Vamos a ver como se las apaña Llisterri con una subvención reducida algo más de una tercera parte! Van a tener que ponerse a trabajar, como todo hijo de vecino, haciendo números, posponiendo gastos, buscando formas de financiación externa, convenciendo a inversores de la bondad y realidad del proyecto. Y lo que es más grave para ellos: se hallarán en paridad de condiciones con el común de los demás medios de comunicación, que no gozan de la prebenda de la subvención.
El conseller de Economía de la Generalitat anunciaba la semana pasada que las arcas autonómicas están tan exhaustas que no va a poder pagarse la totalidad de la paga extra de navidad a los funcionarios. Esto en cuanto al más que corto plazo, pues fácil es suponer que un anuncio de tales características no predice unos augurios muy favorables al pago de las nóminas de los meses venideros. La administración autonómica catalana se halla en quiebra. A pesar de ello, en la misma semana se seguían aprobando subvenciones, aunque sufran notorias mermas en comparación con las de años precedentes. Pero su propia existencia, ya sea por agravio comparativo o por la evidente distorsión que produce la intromisión del poder político en el ámbito religioso, aconseja su inmediata erradicación. ¡Basta de favores públicos! ¡A trabajar todos en igualdad de oportunidades!
Aunque parece que este paraíso de la subvención tiene los días contados, el parasitismo progre-eclesial goza de otro maná en las poltronas públicas. Siempre hay un cargo para uno de sus representantes. Con el agravante de que sus representantes siempre son los mismos. El Ayuntamiento de Barcelona posee una curiosa sinecura denominada Oficina d’afers religiosos, creada para "garantizar la libertad de conciencia y religión". Tanto da que la Generalitat tenga también su Dirección General d’afers religiosos . Se trata de un caso más de duplicidad de competencias, a las que nadie pone coto, mientras por otro lado se producen drásticas mermas en servicios esenciales como sanidad y educación.
¿Y en quién ha pensado el alcalde Xavier Trias para regir esta canonjía? En otro de nuestros favoritos: Ignasi García Clavel. Hoy en día ya es director de seguridad pública del Síndic de Greuges y presidente del patronato de escuelas parroquiales del arzobispado de Barcelona y, anteriormente, fue gerente del Instituto catalán de servicios a la juventud (con otro de nuestros fans, Enric Puig, al mando); delegado de la Generalitat en las comarcas de Barcelona; secretario general de afers religiosos y director general de Instituciones penitenciarias. Asimismo fue el fundador de la asociación Cercle d’estudis conciliars, a la que la administración (de la que él siempre forma parte) remunera los costes de su portal internáutico. Un hombre aferrado a la poltrona. Y sigue anclado en la misma, a pesar de sus 68 años de edad. Total, para qué jubilarse, si Matabosch, con 76 años, sigue siendo delegado diocesano de economía, director del ISCREB, presidente honorario de la Joan Maragall , profesor de la facultad de teología y miembro del consejo presbiteral así como del colegio de consultores y de la comisión de ecumenismo. Aquí hay más de uno que le pasa como a Martín Villa que desde que fue jefe provincial del SEU siempre vivió agarrado al poder. García Clavel y Matabosch son los martinvillas de nuestra diócesis. Y es que el mando les rejuvenece. Ahí tienen a Matabosch con su porte erguido, que parece que ha colgado toda la vida de una imaginaria percha. Para ellos no pasa el tiempo.
Oriolt