Sistach no llena la Sagrada Familia

Entre los fastos que ha preparado la diócesis desde la dedicación de la basílica de la Sagrada Familia, Sistach se organizó este domingo un homenaje pro domo sua con motivo de sus bodas de oro sacerdotales. Como el egocentrismo de nuestro cardenal no tiene parangón, enmascaró su propia celebración con el aniversario de la visita del papa Benedicto XVI. ¡Qué mas da que los cincuenta años se cumpliesen el 17 de septiembre! Nuestro arzobispo quería conmemorar su ordenación sacerdotal al mismo tiempo que se recordaba la consagración del templo por el Santo Padre, justo hace un año. En tal caso, el éxito de convocatoria estaba asegurado. ¡Pues, ni con esas! No llegaron a repartirse las 4.500 entradas gratuitas que puso la diócesis a disposición de sus feligreses. Los bancos posteriores de las naves laterales permanecieron ostensiblemente vacíos. Es la novena ocasión, en este 2011, que se celebra culto en el templo de Gaudí y es la primera en que no se llena. Todos los actos han sido presididos por Sistach, que ya se considera tan artífice de su creación como el genial arquitecto. Hasta se atreve a vaticinar que la obra se hallará totalmente finalizada en el año 2026, siendo su mayor ilusión que Dios le conceda vida para poder asistir a su inauguración, aunque sea como arzobispo emérito. 89 años no son un reto exagerado para tan magno acontecimiento.

Faltó el público de a pie, pero hubo una cumplida representación de las autoridades civiles (Presidente de la Generalitat , Presidenta del Parlament, vicepresidenta del Govern, alcalde de Barcelona, alcalde de Tarragona), militares (capitán general, gobernador militar) y eclesiásticas. El pleno de estas últimas es revelador del poder e influencia de nuestro cardenal. Asistió el cardenal Amigo (de quien se debe reír por lo bajini, ya que a él no le nombrarán coadjutor); el nuncio Fratini; todos los prelados catalanes; los arzobispos de Valencia, Pamplona y castrense y los obispos de Mallorca, Málaga y León. Y como no, el abad de Montserrat. Ese que ha declarado jornada de puertas abiertas en el monasterio, a ver si consigue alguna vocación que remedie el envejecimiento que sufre el cenobio a pasos agigantados. Si a ello añadimos curas celebrantes, familiares, enchufados varios, cargos de mil laya y condición, resulta que casi había más invitados y autoridades que fieles.

La cartografía de la asistencia al acontecimiento es fiel reflejo del pontificado de Sistach. Alejado de la feligresía y muy próximo al poder civil. Y al eclesiástico. Todavía hay quien desdeña la influencia del cardenal en las esferas vaticanas. Se equivocan enormemente. Nos quedan todavía años con Don Luis Martínez. No tantos como él quisiera (conseguir una prórroga hasta el 2026 y proclamar la finalización de las obras de la Sagrada Familia ), pero si los suficientes para unir su destino con el de Rouco y superar el tiempo añadido que se concedió al cardenal Carles. Existen suficientes precedentes. Hace tan solo unos días, tanto el cardenal de Santo Domingo -al que visitó hace pocos meses- como el de La Habana han visto prorrogado su mandato "por varios años". Igual puede suceder con nuestro prelado.

La prórroga de su mandato sería la culminación exitosa de aquella carrera que empezó en el seminario barcelonés, de cuya ordenación se han cumplido ahora 50 años. Aquel fámulo del Doctor Cebrià Montserrat; compañero de ilustres unianos como Hortet o Portabella; ordenado junto a Lluis Hernández (el cura-alcalde comunista de Santa Coloma), Martí Bonet, Jordi Piquer (recientemente jubilado como delegado de medios de comunicación), Joan Sanmartí o Salvador Torres. Aquel joven sacerdote, que se inició como jurista de la diócesis y pasó enseguida a acumular cargos hasta llegar a ser obispo auxiliar de Jubany, pasando por delante de Traserra, más antiguo que él y que nunca le perdonó el adelantamiento. Esa prórroga sería la perla que le faltaba a este auténtico funcionario eclesial, que, sin actividad pastoral alguna, se vio luego recompensado con el obispado de Tortosa, la sede tarraconense, la diócesis barcinonense (aunque dividida), el cardenalato y la visita del Papa. Tanto se ha llegado a creer su éxito que ha celebrado su quincuagésimo aniversario sacerdotal el mismo día que conmemora la visita del romano pontífice. Y que abre la basílica de la Sagrada Familia solo para el culto que preside él, ninguneando a las bodegas de la cripta al párroco y a los feligreses del templo expiatorio.

Ahora bien, este distinguido rábula, tan bien considerado (o temido) por sus compañeros en el episcopado no consigue el cariño de sus feligreses y no llena la basílica gaudiniana ni con el doble motivo del aniversario de su dedicación papal y de su cumpleaños clerical. Que investigue el motivo, en lugar de alentar procesos judiciales contra este portal o de enviar sacerdotes a desempeñar función pastoral en hospitales, que es el nuevo castigo a galeras que se ha sacado de la manga.

Oriolt