La heroica mujer catalana en la persecución religiosa en Cataluña (1936-1939) (IV)
Sor Josefina Sauleda Paulis |
Mercedes Prat |
Capítulo 4º: Beatificaciones. Valientes payesas
La primera mujer catalana mártir de la persecución religiosa de los años 30, fue Mercè (del Sagrado Corazón) Prat, religiosa de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, de Barcelona, asesinada en la carretera de La Arrabassada. Una niña lloraba amargamente viendo que los milicianos se llevaban a la religiosa, su maestra. Uno de los granujas mandó que callase. Dijo que se la llevaban porque enseñaba la doctrina de Jesucristo. Fue beatificada por Juan Pablo II el 28 de octubre de 2007.
Las primeras beatificaciones de los mártires de España las llevó a cabo Juan Pablo II en 1987. Fueron las tres carmelitas de Guadalajara: Teresa del Niño Jesús, de 29 años, María Ángeles de San José, de 31 y Maria del Pilar, de 50. Salidas de clausura, errantes como aves jóvenes escapadas del nido, fueron cazadas por las calles de la ciudad de la manera más indigna, bárbara e inhumana.
Josefina Sauleda Paulis, monja dominica de clausura, no quiso denunciar dónde se encontraban escondidas las otras religiosas y su capellán. Después de un largo interrogatorio, fue asesinada en el Hipódromo de Barcelona. Era el 31 de agosto de 1936. Fue beatificada el 28 de octubre de 2007.
Nos viene a la memoria la valenciana María Teresa Ferragut, madre de familia, natural de Algemesí, tenía 80 años. Fue arrestada junto con cuatro hijas suyas religiosas contemplativas. Los milicianos las asesinaron una detrás de otra esperando que renegasen de su fe. La madre fue la última en ser ejecutada, pero antes fue animando a sus hijas a ser fieles a Cristo y a su Iglesia. Esta madre de familia mereció un elogio especial del Papa Juan Pablo II por su valentía, el día de la beatificación en el año 2001.
Don Gregorio Rodríguez, en su libro El Hábito y la Cruz hace una relación de los nombres, la vida y la muerte de 296 religiosas españolas, asesinadas por el solo hecho de ser hijas de la Iglesia. Es un libro histórico interesantísimo.
El 28 de octubre de 2007 fueron beatificadas en Roma 46 religiosas, muchas de ellas catalanas, que habían sido asesinadas. Pertenecían a diferentes órdenes religiosas: carmelitas, trinitarias, dominicas, franciscanas, misioneras claretianas y adoratrices entre otras.
Las valientes payesas
En Agullana, Alto Ampurdán, una payesa de unos cuarenta años, Anita Batlle, cerró el paso al Comité que quería detener a su hermano, en su casa. Cerró la puerta de casa con cerradura y aldabón y salió al balcón con una olla de aceite hirviendo en las manos y con fuertes y valientes gritos increpó a los milicianos armados que estaban en la calle, que si tenían “pimientos” se acercasen a la puerta. Los milicianos en aquel momento se acobardaron: suficiente tiempo para que el hermano de Anita saltase por una ventana trasera, se adentrase en el bosque y pudiese pasar a Francia.
¡Cuántos sacerdotes y padres de familia se salvaron saltando por la ventana trasera de su casa! Entre otros muchos recordemos a Mn. Miquel Pagès, párroco de Saus, que aunque quedó cojo al romperse el fémur después del salto, ejerció una gran labor sacerdotal clandestina. Fue atendido por una familia de Figueras mientras tuvo que hacer reposo, visitándole a escondidas el médico. Después lo recogió Sara Jordà. Un mediodía, gracias a la oportunidad de María Dolores Tutau, hija de la heroína Sara, evitó que el sacerdote fuese detenido en su casa, llena de policías. El riesgo de aquellos años era constante.
Sr Jaume Perxés y la masía familiar
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También recuerdo al sr. Jaume Perxés, amo del Mas Perxés que, perseguido, huyó de noche, pasó la frontera y se dirigió, como la mayoría de los huidos de Cataluña, a la España Nacional. ¿Dónde podían ir, si no, para refugiarse? El ejército de Franco y de Mola era su única esperanza para recobrar la libertad humana y familiar y recuperar un día las propiedades usurpadas.
El comité de Agullana después, de manera criminal, expulsó de la masía a la buenísima señora Madrona, su esposa, y la desterraron con seis hijos pequeños a 65 km. Una ofensa brutal a los derechos humanos. ¡Gloria a la pacífica señora Madrona, heroína silenciosa!
En el mes de julio de 1936, en Agullana, asesinaron al párroco, al médico, al farmacéutico, a dos artesanos corcheros, a un empleado y a un comerciante. Dejaron seis viudas y unos pobres huérfanos…
Francesc A. Picas Pons