Rumores, indicios y estrategias del Ave Fénix
Nadie lo desconoce. Y todo el mundo coincide en lo apropiado del apelativo. Sistach es casi único en su especie. Como el Ave Fénix. Es cierto que su salud, aunque aparentemente de hierro, empieza a dar muestras de deterioro. Y es natural y comprensible. No sabemos por tanto, por qué trata de camuflar sus cada vez más frecuentes visitas al médico. Será para evitar la rumorología, como hacen los grandes de este mundo, y con ella un tajo final a sus proyectos.
Lo cierto es que va llegando la hora de la disolución de su pontificado. Pastoralmente va muriendo, por mucho power point, mucho guitarreo y mucho flower power en la Sagrada Familia para el inicio del nuevo, dice que cuatrienio, de su ya llamado por todos Plan “Plastoral”.
Sistach se está labrando un ataúd de incienso, mirra y todas las especies y bálsamos posibles. Sabe que con la visita del Papa a Barcelona llegó a la plenitud de un tiempo, el suyo, que se le va acabando. Su pontificado se descompone, pero pretende reinventarse. Y está dispuesto a ello. Pero lo que ahora engendre no puede nutrirse de la vacuidad que ha caracterizado sus casi ocho años de gobierno. Aunque está convencido de que sólo dando alas a la izquierda y al nacionalprogresismo y poniendo en juego su imaginación, podrá perdurar en su peculiar manera. Y pretende hacerlo a la vista de todos, como emprendiendo un regreso, un “da capo”. Y cree, convencido, tener en su mano los registros de los tiempos para llegar incólume al 2014.
Por ello, para el próximo día 24 de octubre presumiblemente reuniría a todos los capitostes de gobierno para una reedición de su pontificado. Cambiaría vicarios episcopales: Galtés y los lacayos útiles de Sanz y Segis serían artilugios ya periclitados. Quién sabe si también los delegados diocesanos, que para él no dejan de ser historias nimias. El canónigo Turull dejaría el Seminario para emprender destino a Roma y concluir su doctorado. Otra manera de volar rumbo al Sol, aunque en la persona de su valido, esperando quizá que éste, de una u otra manera, con sus garras arrastre más tarde los despojos de su mentor hasta la Ciudad eterna.
Bacardit tomaría las riendas del Seminario. Con el superbeneplácito de la izquierda nacionalprogresista, que lo considera su mejor representante y un fidelísimo alfil de sus líneas ofensivas. Y con la concepción del sacerdocio y el espíritu predeterminado que ellos tanto gustan. Y sobre todo con el estilo táctico posibilista que aprendió de los jesuitas.
Y lo más importante: un pacto sobre el sucesor. “Tout faire” por dibujar a Taltavull como el único sucesor que garantizaría la paz en Barcelona. Incluyéndonos a nosotros, que no hablamos mal de él. Lo inverosímil: Sistach sirviéndose de nosotros. Matabosch por otra parte urde otra tela, dicen que la de el Dr. Armand Puig como auxiliar. ¿Lo creen posible?
Sistach no tiene a Taltavull como santo de su especial devoción. Baste constatar el ninguneo al que le somete. Pero el maquiavélico posibilismo de la progresía, ante la dificultad de la “opción Vives”, lo señala para la sucesión. También podrán decir “és dels nostres”…
Sistach jugará la carta Taltavull donde haga falta: con Rouco, con Cañizares y hasta con el mismísimo Nuncio.
¿Son o no movimientos de Ave Fénix? De habilidad y decisión no anda manco.
Sólo necesita que San Pedro, o su sucesor, se la bendiga; porque suerte, nunca le falta.
Prudentius de Bárcino