Cañizares ya habla catalán
Este domingo tuvo lugar la proclamación del templo gerundense de Sant Feliu como basílica menor. El acto fue presidido por el cardenal Cañizares, prefecto de la congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que -como nos suele contar el crack Cigoña- pasa más tiempo en España que en Roma. Ya les he explicado en otras ocasiones que no escasean las visitas del prelado valenciano a Cataluña, especialmente Barcelona, donde guarda una amistad interesada con el arzobispo Martínez Sistach. Sin embargo, no ha sido hasta su viaje a Gerona cuando el purpurado se ha soltado a hablar en catalán, cual quedó patente en la homilía en la que alternó con el castellano. Cañizares es natural de Utiel, zona castellano-parlante de la provincia de Valencia y jamás se le había oído hablar en la lengua de Josep Pla. Por otro lado hace más de cuarenta años que no ha residido en su región natal. Tampoco es que tenga una impresionante facilidad con los idiomas, siendo muy precario el italiano que gasta en la Ciudad Eterna. Causó sorpresa el detalle del prefecto, máxime si se recuerda que había definido la unidad de España como bien moral. Ahora lo tienen rodeado de los máximos jerarcas convergentes, como se puede ver en la foto, flanqueado por el alcalde de Gerona, Carles Puigdemont; el presidente de la Diputación, Jaume Torramadé y el director general de Afers Religiosos, Xavier Puigdollers. No voy a ser yo quien critique su aprendizaje lingüístico, aunque me recuerda en parte a aquellas sorprendentes declaraciones de José María Aznar que en una campaña electoral afirmó que hablaba catalán en la intimidad.
No se hallan los obispos en campaña electoral ni tiene que ver con los comicios del 20-N, pero sí que la aproximación catalana de monseñor Cañizares puede guardar relación con próximos movimientos episcopales, muy centrados en la archidiócesis barcelonesa. Se escucha con insistencia últimamente en los mentideros eclesiales locales que se está urdiendo un desembarco vaticano en la próxima remoción de los arzobispos de Madrid y Barcelona. De tal guisa Cañizares sería el sucesor de Rouco y Ladaria el de Martínez Sistach. Parece que este movimiento se está pergeñando con la idea de una firme sujeción de la iglesia española a las directrices romanas. Además, al igual que con Rouco y Sistach, los dos prelados curiales son más o menos de la misma quinta: Cañizares nació en 1945 y Ladaria en 1944. También sería un buen trampolín para que el jesuita mallorquín alcanzase el cardenalato y se lograría un nexo común entre las dos diócesis. Este es el último rumor. No le niego credibilidad, aunque creo que la sucesión de los dos obispos más importantes de España está todavía en mantillas. Y si quieren mi personal opinión: Ladaria en Barcelona representaría un nombramiento muy timorato y conservador. Otros siete años sin cambios. A no ser que viniese a preparar el terreno a su protegido Xavier Novell.
Pero dejemos la ficción y volvamos a la realidad factual. Aparte de las anécdotas, la presencia de Cañizares en Gerona ejemplificó el tremendo cambio que ha experimentado la diócesis. En la foto pueden ver al cardenal-prefecto junto a monseñor Pardo y a los dos eméritos Camprodon y Soler Perdigó. ¡Cómo ha cambiado Gerona con el obispo Pardo! Se ha demostrado que esa temida oposición, con el Forum Alsina a la cabeza, se diluía como un azucarillo, a la menor oportunidad. Todavía recuerdo los miedos a esa revolucionaria Gerona; la Cattiva Girona llegaron a llamarla desde Roma. Y ahí la tienen recibiendo al cardenal de la capa magna, al prelado de la unidad de España como bien moral, sin ninguna oposición ni resistencia y con los dos eméritos aperturistas presentes en la celebración. Se lo anuncie hace tiempo: la presunta linea maginot gerundense era de una endeblez considerable.
Este ejemplo nos conduce a la esperanza en otras diócesis catalanas. Ha pasado de manera clara en Terrassa -donde era más fácil- y está sucediendo en Tarragona y Solsona, fundamentalmente. También ocurrirá, más pronto que tarde, en Barcelona. El cronómetro está en marcha y no hay vuelta atrás. Los anónimos fills del concili se quejan amargamente de la nueva generación de sacerdotes. Pero esta nueva generación es la que sacará la diócesis adelante. Con sus dificultades, innegables; en un mundo secularizado y abiertamente opuesto a todo fenómeno religioso, sin lugar a dudas; con una radical campaña mediática en contra, por supuesto. Pero está claro que quienes no van a sacarlo adelante son aquellos que han tenido su oportunidad desde hace cuarenta años y han fracasado rotundamente. Se conseguirá. Aunque existan paréntesis Cañizares-Ladaria. Y aunque el poder mediático religioso catalán siga dirigido desde Avenida Gaudí 13. Donde ya han empezado los sudores fríos a la vista del escándalo de las subvenciones.
Oriolt