La Fundació Escola Cristiana se moviliza... a favor de la inmersión lingüística

La Fundació Escola Cristiana de Catalunya, cuyo patronato preside el cardenal Martínez Sistach y su secretario general es el jesuita Enric Puig Jofra (en la foto con corbata) ha decidido salir del letargo y pasar a la acción. ¿En defensa de la clase de religión? ¿En apoyo a las acciones a favor del derecho a la vida? ¿Por una mejora de la enseñanza, que mitigue los graves casos de fracaso escolar? ¿Apoyando una acción pública que ayude a aquellos padres en paro que no pueden ni pagar los comedores escolares? ¿Criticando los recortes de la Generalitat a la escuela pública y a la escuela concertada? ¡Quía! A pesar de su nombre y apellido (escuela y cristiana), la principal preocupación de esta fundación no es otro que el mantenimiento del modelo escolar de inmersión lingüística, después de que se dictase el Auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que insta a la Generalitat a equiparar castellano y catalán como lenguas vehiculares en la enseñanza. Efectivamente, la Fundación de Sistach y Puig se ha unido a la histeria colectiva producida tras aquel fallo judicial y ha emitido un comunicado instando a las autoridades educativas catalanas a desobedecer la resolución judicial.

No es baladí el acto de rebelión del Patronato de la Escola Cristiana. La fundación es un verdadero lobby que alberga a 264.000 alumnos y a 434 colegios; en sus diversas ramas de preescolar, educación infantil, primaria, ESO, bachillerato y formación profesional. Un auténtico centro de poder que engloba el 61% de las escuelas privadas de Cataluña. El presidente del órgano que incita a la desobediencia es todo un cardenal de la Iglesia católica y el secretario general -y auténtico factótum de la misma- no es otro que la persona que fue designado coordinador del viaje de Benedicto XVI a Barcelona (foto de la derecha). Por cierto, en sus años mozos, director general de Juventud de la Generalitat de Jordi Pujol. Un jesuita en un alto cargo de la Generalitat convergente.

Sin lugar a dudas, el comunicado rebelde no es más que otro eslabón en la cadena desproporcionada de reacciones al fallo judicial. Indudablemente los tribunales no han determinado la prohibición de la enseñanza del catalán ni tan siquiera su menoscabo. Únicamente se han limitado a disponer que castellano y catalán deben equipararse como lenguas vehiculares. Aparte de los indudables derechos de los castellano-parlantes, se trata -parafraseando la ocurrencia suarista- de hacer normal en la escuela, aquello que es normal a nivel de calle. Según datos de la Generalitat , el castellano es la lengua de uso del 45′9% de los catalanes, mientras que el catalán lo es del 35,6%. Por otro lado, según una encuesta http://www.abc.es/20110909/espana/abcp-ocho-cada-diez-catalanes-20110909.html publicada por el diario ABC, el 80% de los catalanes es partidario de una enseñanza bilingüe.

Si la calle es absolutamente bilingüe, ¿por qué no lo puede ser también la escuela? ¿Qué necesidad existe de imponer a niños y jóvenes un microclima distinto al del país en que viven? ¿Por qué hemos de convertir el catalán en un único idioma escolar, cuando en la calle coexisten dos?

Luego está el absoluto desprecio que merecen, por parte de nuestras máximas autoridades eclesiales, aquellos que postulan una enseñanza bilingüe. Al igual que el nacionalismo imperante los tratan de fachas, reaccionarios, casposos, cuando no catalanófobos. No son de los suyos. No pueden gozar de su amparo.

El comunicado del Padre Enric Puig se enmarca en una reacción desmesurada que se ha venido acrecentando en las últimas semanas. Se inició con la reforma constitucional pactada por PSOE y PP, presentada como anti-catalana. No voy a analizar la misma, pero está claro que los votantes de estos dos partidos en Cataluña representan un 40% del censo. ¿Cómo puede tildarse de anti-catalanes a casi la mitad de la población? Esa campaña se ha incrementado con la desaforada reacción al fallo del TSJC. Pero lo inusitado es que dónde se ha caldeado el ambiente con mayor virulencia y grosería ha sido en ambientes cristianos, especialmente en las redes sociales que se expanden desde Avenida Gaudí 13, condominio de Miquel Sellarés y Jordi Llisterri.

Esta es la preocupación actual y preponderante de la Fundació Escola Cristiana de Catalunya. Que en sus 434 colegios se pueda seguir relegando el castellano. Su labor de apostolado; su desinterés a la hora de hacer proselitismo cristiano; el paupérrimo índice de cristianos practicantes entre sus alumnos o su nula capacidad de movilización les traen al pairo. Lo que les preocupa es la inmersión lingüística. Siempre al lado del poder.

Oriolt