El beato Josep Samsó, una llamada a la reconciliación interna
Pese a que las diversas “gallofes” y gallofines, los calendarios u ordos litúrgicos sea en catalán o castellano de las diversas editoriales después de un año y medio de su beatificación no lo recogen, este jueves, primero de septiembre la Iglesia celebra la festividad del beato Dr. Josep Samsó i Elias (Castellbisbal 1887- Mataró 1936), párroco y mártir.
El Santo Padre dispuso que la beatificación del Dr. Samsó coincidiera con el Año Sacerdotal que se celebró en 2009-2010, con motivo de los 150 años de la muerte y nacimiento al cielo del Santo Cura de Ars, Juan Bautista Mª Vianney.
La causa del Dr. Samsó no se instruyó dentro de otra que recogiera otros mártires asesinados durante la persecución religiosa de 1936-1939, sino que desde su inicio se tuvo en consideración que la muerte martirial fue la culminación de una vida sacerdotal por ella sola era ya ejemplar.
El arzobispado de Barcelona, y por extensión de cercanía toda Cataluña, vio beatificar al Dr. Samsó el pasado 27 de enero de 2010 en una magna celebración en la basílica de Santa Maria de Mataró. Pese a ello, el cuerpo del nuevo beato sigue sin exhumarse para, como es costumbre, en una nueva urna, facilitar la devoción de los fieles. Ni el boletín del obispado se acuerda de él. Solo algunos fieles, contra viento y marea, mantienen la llama de su recuerdo.
Germinans ha adoptado al Dr. Samsó como uno de sus santos y beatos patrones porque en su vida es un modelo para los sacerdotes, pero sobre todo para los de la diócesis de Barcelona. Su estampa editada por sus devotos resume “sacerdote ejemplar, apóstol de los niños, guía de la juventud, maestro de vocaciones, padre de los pobres, celoso de la casa de Dios. Dio la vida por sus ovejas”.
El catecismo dominical que organizó el Dr. Samsó en Santa María de Mataró, fue ejemplar. Así lo reconocieron varios prelados. Inclusos los seminaristas que cursaban la asignatura de catequética en Barcelona lo visitaban una vez año, trasladándose en tren a Mataró. Dr. Samsó daba una gran importancia al catecismo, tanto porque era la preparación a la Primera Comunión como porque consideraba que era el plantel de toda la vida parroquial subsiguiente.
El Dr. Samsó organizó un conjunto de asociaciones parroquiales que facilitaban la continuidad de un niño en la parroquia hasta la edad adulta. Una vez hecha la primera comunión y acabado los cursos del catecismo, aquellos que lo deseaban podían incorporarse a la congregación mariana de San Luís Gonzaga o a la Hijas de Maria, las dos bajo dirección del párroco. Dichas asociaciones disponían de sus propios espacios de reunión y recreo. A parte eran el plantel donde el Dr. Samsó reclutaba a los catequistas del catecismo pues, por ser tan numerosa la asistencia, el solo no lo podía atender (llenaban toda la amplia nave basilical). De esta manera se convirtió en un apóstol de catequistas. A ellos dedicó su famoso libro Guía de Catequistas donde recogió sus experiencias. Fueron sus mismos chavales los que lo animaron a su redacción.
El Dr. Samsó delegaba muchísimo en sus feligreses la organización de las actividades parroquiales. Sea como hemos dicho para el catecismo como en las actividades de la Acción Católica , otra de la perlas de su rectorado. Esta última era confiada esencialmente a los adultos. De hecho solapó la congregación mariana de San Francisco de Borja, los adultos, con la Acción Católica. Es ejemplar el grado de sana libertad de que gozaban, entre otras actividades, en la redacción de su bisemanario local.
El Dr. Samsó, sacerdote de confesionario, estaba dotado para la dirección espiritual. Sus hijos espirituales se cuentan por decenas, entre los cuales los más de una docena de vocaciones al sacerdocio que animó y que acabaron ordenándose y las más de una quincena de religiosas, hijas espirituales suyas. Libertad, confianza y acompañamiento espiritual clave para el clima de corresponsabilidad, comunión y catolicidad que se respiraba en la parroquia.
Visión integral y trascendente de la parroquia, sano discernimiento entre la misión de los sacerdotes en ella y la de los seglares; divulgador incansable de las enseñanzas de los Papas de su época (Pío X y Pío XI); colaborador fiel de Don Manuel Irurita; celoso de la liturgia y del culto; seguidor equilibrado del movimiento litúrgico; predicador infatigable; respetuoso con las diversidad de carismas de sus asociaciones parroquiales a las cuales “sólo” les llamaba a la perfección (terciarios franciscanos, Liga de Perseverancia de ejercitantes, Congregaciones Marianas de espiritualidad ignaciana, asociaciones carmelitanas…); enemigo de parcialidades; colaborador de los colegios de religiosas y presencia regular en ellos; trato amable de la mejor escuela de San Francisco de Sales; dirección espiritual ni rigorista ni laxista; exquisitez en el trato y consejo realista pero trascendente en los temas íntimos que sus penitentes le exponían en el confesionario; profundo conocimiento de la psicología infantil y juvenil y respeto y amor hacia ellos y a su vida espiritual; trabajador incansable; colaborador leal con la otra parroquia de la ciudad; padre de todos los sacerdotes de su parroquia y de todo el arciprestazo como arcipreste del Maresme; párroco que hacía trabajar a sus vicarios pero el primero en estar al pie del cañón; talante acogedor de nuevas realidades de la Iglesia en Cataluña como la Federació de Joves Cristians ; hombre de oración marcado por la espiritualidad de los jesuitas y de San Ignacio de Loyola; divulgador de los ejercicios espirituales especialmente para la gente trabajadora en la línea de los PP. Josep Maria Pijoan y Francisco Vallet; devoto del Sagrado Corazón; organizador de misiones en las parroquias donde estuvo como párroco (San Joan de Mediona y Mataró; hombre recto, puntual y juicioso “assenyat” en la línea del mejor talante catalán; montserratino; catalanista sin exacerbaciones; imparcial en las confrontaciones partidistas de su época; súbdito leal de régimen de la II República ; profeta del final trágico del ésta; luchador contra la blasfemia, lacra endémica de esta tierra… su devoción a Jesús Buen Pastor tuvo un reflejo extraordinario en su propia vida y obras, incluso en la de dar la vida por sus ovejas.
Las escaleras de la subida al cementerio de Mataró, su Calvario. Su muerte salvó la del resto de sus compañeros de prisión pues fue la moneda de cambio para no pasarlos todos a fuego.
La reconciliación del presbiterio de Barcelona con la figura de este párroco ejemplar y la de toda la diócesis con la de Don Marcelo serán los signos de una conversión que germinará, que ha empezado a germinar, abundosamente. Barcelona se reconciliará con su historia y comenzará a salir de la parálisis. No lo dudéis. Ni los más catalanistas de los católicos. No tengáis miedo. Cristo no viene a destruir nada sino a llevarlo todo a la perfección si somos concientes y consecuentes con sus enseñanzas. No tengáis miedo si le ponemos a Él en el centro de la vida diocesana. Es lo que hizo el Dr. Samsó a escala de su parroquia.
El Directorio de Mayo Floreal
de Germinans Germinabit