[DE] Capitulo 26: La Decoración del Altar (I). El frontal o antipendio
Frontal S. Ambrosio de Milán |
A la decoración del altar concurren, según la tradición litúrgica de la Iglesia, tres elementos:
a ) El frontal o antipendio b) El baldaquín c) Las cancelas
El frontal .
Podemos suponer con fundamento que, dada la veneración en que era tenido el altar en la Iglesia antigua, se actuó muy luego la idea de rodearlo de una cierta elegancia y riqueza. El Líber pontificalis habla de altares de oro y de plata erigidos en las primitivas basílicas romanas por la solemnidad de Constantino; se sobrentiende que debían de ser altares recubiertos con láminas de oro y plata trabajadas a cincel. Ciertamente, no todas las iglesias podrían tener altares tan pomposamente ricos. Empero, debía de ser bastante general la costumbre de envolverlos con telas preciosas. Ya a principios del siglo VI vemos adornado con ricos paños purpúreos, simbolizando la realeza de Cristo, el altar reproducido en el famoso mosaico de San Vital, de Rávena (c.150). En el siglo siguiente, tenemos noticia de un coopertorium orlado con rico galón de oro, regalo del papa Benedicto II (+ 685), para el altar de las basílicas de San Valentín y de Santa María ad Mártyres, de Roma. En el siglo VIII, los ejemplos se multiplican; se enriquece el altar con esculturas de mármol, esculpidas según el estilo rudimentario de la época, como vemos en la iglesia de San Martín, en Cividale del Friuli’ (Udine, Italia); también se envuelven en lienzos pintados o recamados, como el que recuerda el Líber pontificalis, donado por León IV (+ 855) a la basílica de San Lorenzo: vestem de serico mundo cum aquilis, habens tabulas ex auro textas III ex utraque parte, habentes martyrium praedicti martyris depictum et imago praedicti praesulis (1). Una miniatura del bendicional de Ethelwold (s.X) muestra un altar elegantemente adornado con un rico paño de terciopelo.
Más espléndidos aún debían de ser los frontales de metal, de los que se comienza a hablar por la misma época. Faciem altaris vestivit argento (2), se dice en el Líber pontificalis de Gregorio III (+ 741). Un ejemplar insigne se conserva en el llamado Altar de oro, de San Ambrosio; es un frontal en cuatro trozos, destinado a revestir completamente el altar de la basílica homónima de Milán. "Resplandeciente por sus piedras preciosas y esmaltes, sus cuatro lados son cuatro placas de oro y plata trabajadas a cincel. En su parte anterior, perfectamente eurítmica, el Redentor está en el trono entre los apóstoles y los símbolos de los evangelistas, y alrededor hay recuadros con episodios evangélicos; en los lados, ángeles y santos adornan la cruz, que brilla en sus esmaltes, piedras preciosas y perlas; en la parte de atrás está representada, en varios paneles, la vida de San Ambrosio, el cual aparece en medio imponiendo una corona al arzobispo Angilberto II (824-859) y al autor del altar: Wolvinius Magister Phaber." Fuera de éste, no existen más ejemplares de frontales de metal anteriores al año 1000.
Hasta esta época, el revestimiento de que hablan los textos antiguos cubría el altar en todas sus partes o por lo menos en sus dos caras principales; era como un verdadero "vestido sagrado" del altar. A partir del siglo XI, al difundirse los retablos y acercarse el altar hacia la pared de la iglesia, se comenzó a no revestir todo el altar; fue suficiente cubrir la parte anterior solamente; de ahí los nombres de ante altare, frontale, antependium, que corren en los inventarios medievales para designar lo que llamamos frontal, y en otras partes, como en Italia a partir del siglo XV, se indica con palabras derivadas de palliare = recubrir: como “palliotto”. El cual continuó siendo metálico o de oro como el de Enrique II en la catedral de Basilea (ahora en Paris); o en plata como los de las catedrales de Città di Castello, regalo de Celestino II, de Cividale, regalo del patriarca Peregrino II de Aquileia, el de Ascoli Piceno, de Pistoya; o el más suntuoso de todos, el de Florencia.
Frontal de Florencia (J. Campi) |
Frontal del Duomo de Salerno |
También encontramos de tela, especialmente pintados o bordados sobre seda, como los de Anagni o Asís, o incluso en marfil como el antipendio de Salerno (siglo XII) con tablas que contienen historias del Antiguo y Nuevo Testamento.
En el periodo renacentista y barroco se continúan fabricando frontales con telas preciosas (tapices, terciopelos tallados, adamascados, bordados en oro y plata; pero el gusto de la época se centra especialmente en los retablos o a enriquecer el frontal con obras escultóricas en piedra. Quizás la abundancia de ricos materiales que hay en Italia se presta a pensar que para los frontales éstos son más bellos y dignos que un pedazo de tela bordada.
NOTAS
- Una vestidura de seda preciosa con águilas, teniendo tres tablas cibiertas de oro por ambas partes, que tienen pintado el martirio de dicho mártir y la imagen del predicho prelado.
Vistió la cara del altar con plata.
Dom Gregori Maria