Renovación en Solsona, Gerona y Terrassa. Inmovilismo en Barcelona
El seglar neocatecumenal Joan Armengol es el nuevo secretario particular del obispo de Solsona |
Ya lo he repetido más de una vez: el cronómetro está en marcha y no hay vuelta atrás. El cambio generacional se impone en las diócesis catalanas y esta renovación supone una ruptura absoluta con el progresismo que ha venido campando por sus anchas desde hace cuarenta años. Cierto es que en algunas demarcaciones la regeneración se produce con extrema cautela, pero hay otras en las que se está desarrollando con una rapidez vertiginosa. La más sorprendente es Solsona. Se acaba de producir un nombramiento inesperado por parte del obispo Novell. Ha designado a un laico, Joan Armengol i Puig, como secretario personal. No es normal que se designe a un seglar, aunque existen precedentes. Menos normal es que se nombre a un periodista. Pero lo que es absolutamente inusitado es que se confíe un cargo tan cercano a un miembro de la comunidad neocatecumenal. ¡Un kiko secretario del sucesor de Antoni Deig! ¡El primer kiko con cargo curial en las diócesis catalanas! La labor intrépida del obispo celsonense (no lleva ni un año en el cargo) está modificando completamente la estructura de poder de la diócesis. Ha cambiado al vicario general y al rector del seminario por sacerdotes jasp , ha designado a una mujer como canciller y ahora designa a un kiko como secretario particular. ¿Alguna oposición? Ni está ni se le espera, a no ser que los 12 miembros senatoriales del Forum Ondara saquen alguna notita antes de vacaciones.
En Gerona las cosas van más lentas. Es mucho más grande y difícil de gobernar. Pero Monseñor Pardo va modificando pausadamente el perfil de la diócesis. Los últimos nombramientos de rectores han escocido al sector más progre. Incluso le reprochan que haya fichado a un sacerdote de Terrassa. Pero todo se produce sottovoce, sin una palabra más alta que otra, no vayan a peligrar cosas tan prosaicas como una casa parroquial, un piso del arzobispado o la sinecura de un irrelevante destino curial. Aunque el prelado gerundense no se limita a la selección de personal. Ha dado el impulso necesario para que se pudiese inaugurar (¡después de 40 años!) la definitiva reforma del presbiterio de la catedral, con la instalación del altar que procedía de la antigua catedral románica y la restauración integral del retablo y el baldaquino. No he podido visitarla todavía, pero me fío del criterio de un amigo muy experto en la materia, que solo le dedica parabienes.
Y Terrassa. Terrassa es la perla de la renovación. Ya no es solo el milagro de un seminario que supera todos los récords, sino que acaba de fundar su seminario menor. En la secularizada Cataluña del siglo XXI, un obispo ha conseguido crear un seminario mayor y uno menor. En siete años de mandato. El primero, además, ya se le ha quedado pequeño. Y para mayor orgullo ha designado vicerrector del menor a un sacerdote ordenado ya en Egara: mossèn Carles Cahuana Bartra.
Mientras tanto, Barcelona sigue en estado vegetativo. Cierto es que nuestro arzobispo está bien considerado en Roma, aunque sea gracias al factor Cañizares. De otra forma no se explica que haya sido elegida la Ciudad Condal para la Misión Metrópolis de la que les hablaba ayer Prudentius de Bárcino. Ahí puede presumir Sistach, junto a pesos pesados como Meisner, Schönborn, Vingt-Trois, Norsiglia, Léonard o Policarpo. Pero existe un Sistach en Roma y otro Sistach en Barcelona. Un caso más de bipolaridad. Parecido al que tenía su maestro Narcís Jubany. Con el agravante de que en su diócesis se le está empezando a levantar la tropa. De un lado y de otro. Cuando no es Custodio Ballester, es Pere Montagut y sino González Padrós o Felip-Juli.
Pero lo que ya no podía esperar es que se le rebotase el muy uniano (de la "Unió Sacerdotal") rector de la parroquia de la Sagrada Familia, mosén Lluís Bonet Armengol. Este sábado se volvió a celebrar misa en la cripta, después del incendio producido en el pasado mes de abril. Pero lo que no tiene desperdicio son las declaraciones efectuadas por el párroco a El Periódico de Catalunya . Cito textualmente: "Destacó también que «arriba» [por la basílica] estaban «muy bien» (durante el tiempo que han durado los trabajos de limpieza, la actividad de la parroquia se trasladó al templo). «Arriba se debería seguir celebrando misa cada día. La Sagrada Família es un lugar de culto, no un parque temático», concluyó el combativo Bonet, quien aseguró que el obispo ya conoce sus deseos" Ahí si que le va a doler a Sistach. La decisión de no celebrar culto en la Sagrada Familia, después de su consagración por Benedicto XVI, fue tomada por él unilateralmente. Pero es que, además, creó dos estructuras paralelas. La de la parroquia en la cripta. Y la de la Basílica, que depende exclusivamente de él, encomendada de forma vicaria al canciller Sergi Gordo. ¿Qué ventaja tiene esta dualidad? Se desconoce. Solamente el deseo sistaquiano de controlarlo todo, absorber la diócesis en plenitud, no delegar y no confiar en nadie. No se trata solo de un problema de política más o menos progresista (Sistach de progre tiene muy poco), sino un problema de carácter personal; de incapacidad supina para motivar a su sacerdocio y a su laicado; de ineficacia inmensa para desarrollar alguna propuesta ilusionante; de creerse que silenciando la oposición que tuvo el cardenal Carles había conseguido la pacificación de la diócesis. Único norte de su pontificado. Pacificación, por otra parte, falsa e inexistente, cual se ha demostrado. Con el agravante de que, cada día que pasa, hay más división e inoperancia. Esperemos que en el dicasterio de la nueva evangelización asome el otro Sistach. Porque si no van dados.
Oriolt