La sucesión de Sistach: Una premisa que no podemos aceptar
“¿No son galileos, todos estos que hablan? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica , los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”.
(Del libro de los Hechos de los Apóstoles)
Génesis de la premisa: Para suceder a Sistach parece como si se hubiese instalado una premisa inamovible: tiene que ser catalán. Este axioma es totalmente inaceptable y lo vamos a exponer, aunque haya penetrado profundamente en muchos. Es profundamente engañosa, sea para catalanes de toda la vida como algunos de nosotros, o para los que no lo son como algunos otros de nosotros.
a) para los católicos catalanes nacionalistas exacerbados: sólo un candidato catalán entiende mejor la realidad catalana.
Premisas de fondo : existe una imposibilidad por parte de los no-catalanes españoles de comprender y respetar la identidad catalana, porque les invade el nacionalismo español. Cataluña es autosuficiente para proveerse de obispos.
Falsedad de los enunciados: sólo por una enorme soberbia intelectual o por un resentimiento, justificado o no, pero no vencido, hacia lo español, puede sostenerse estos enunciados. No existe en los no-catalanes una consustancial imposibilidad de discernir o desmarcarse del anticatalanismo o de detectar con sabiduría el catalanismo exacerbado del que no lo es; o de trascender su propia “españolidad” para entender la identidad catalana.
Qué evidencian las premisas de fondo. Es difícil que aquellos que defienden que sólo un candidato catalán entiende mejor la realidad catalana puedan anteponer, cuando haya conflicto, la defensa del Magisterio de la Iglesia al sentir común del nacionalismo catalán, convertido entonces en último criterio de verdad/actuación.
b) para los equilibristas y diplomáticos: Visto el fracaso de la vía valenciana, catalanófona y más cercana a la ortodoxia pero necesitada de pactar con los señores territoriales eclesiales catalanes, no queda más alternativa que un candidato autóctono catalán. Es mejor un candidato mediocre autóctono, pero ortodoxo en doctrina, que uno excelente y ortodoxo pero no catalán.
Premisas de fondo: el ahorro de tensiones políticas de un obispo acomodaticio con el poder genera unos frutos pastorales mayores a un candidato que prescindiera de esta sensibilidad hacia la Generalitat. Chocar con el poder político nunca es bueno en un país “católico”. El poder político nos pueden ayudar mucho, pues las decisiones importantes se cuecen en los pasillos de palacio/parlamento. Mentalidad de nacionalcatolicismo 100%, ahora en versión democrática y catalanista.
Falsedad de los enunciados: la Iglesia no es un apéndice del Estado, ni se confunde con él, ni este un agente pastoral de ella, ni los eclesiásticos una especie de funcionarios espirituales del Estado. El no chocar con el Estado, vicio de un cierto mor diplomático, no puede ser el criterio último de actuación. Las disposiciones del Estado predemocrático o del democrático no se acomodan siempre a las verdades últimas defendidas por la Iglesia, porque ni el Príncipe ni el Pueblo son criterios últimos de verdad. Y si no que se lo pregunten a los esclavos negros de Mississippi o las víctimas de los campos de concentración nazis.
Qué evidencian las premisas de fondo . Es difícil que aquellos que no quieren incomodar a los políticos, aunque sean amigos, puedan anteponer, cuando haya conflicto, la defensa del Magisterio de la Iglesia a las opiniones y decisiones de los gobernantes, convertidos entonces en último criterio de verdad/actuación.
c) para los retraidos : Un candidato catalán ya tiene el mapa de minas del campo de minas eclesial catalán y barcelonés. Todo un ahorro de tiempo. Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Premisas de fondo: más vale ortodoxo catalán obediente que la audacia evangélica (y ortodoxa en doctrina).
Crítica al enunciado : ¿Quien dirige en última instancia la Iglesia? Hubieran escogido los cardenales a Benedicto XVI si no hubieran sido valientes y hubieran hecho solo cálculos humanos.
Qué evidencian las premisas de fondo. Un encorsetamiento mental, una retraimiento hacia lo imprevisto. Un cierto miedo a todo lo exterior, a los más allá de los escasos metros de visión eclesial directa de uno mismo.
El candidato de compromiso ya lo fue Sistach
Ser catalán no es garantía de nada, como el no serlo. Si se antepone el criterio de ser autóctono vamos a repetir la misma historia que ha abocado al precipicio a la Archidiócesis de Barcelona. No más obispos seleccionados con criterios de nacionalismo, de diplomacia o de miedo y puro cálculo humano.
¿Por qué unilateralmente nos encorsetamos la mente imposibilitando contemplar la posibilidad de pensar en candidatos como Jesús Sanz Montes (solo es un ejemplo de un obispo; hay más)? ¿Importa si ha nacido en Bollullos del Condado o en Santa Eulàlia de Ronçana?
Hay que liberarse de constreñimientos que no son católicos (= universal). Gran daño ha causado en la Iglesia en Cataluña/Barcelona el haberse creído autosuficiente, una aplicación concreta de una soberbia a desterrar.
Quinto Sertorius Crescens