El primer Sant Jordi del tándem Sistach-Mas
El Viernes Santo acudo devotamente a mi parroquia a la celebración de la Pasión del Señor, nuestro buen párroco antes de concluir la ceremonia nos da dos avisos, el primero aproximadamente es: "El Señor Jesús yace en el Sepulcro hasta la celebración gloriosa de la Vigilia Pascual, le acompañaremos con nuestro silencio respetuoso y nuestra oración. Hasta entonces no habrá ningún tipo de celebración litúrgica" y el segundo: "La celebración litúrgica de San Jordi no se celebrará mañana sino cuando haya finalizado la octava de Pascua". Yo no entiendo mucho de liturgia pero me fío de mi párroco, por eso me sorprendí al día siguiente, Sábado Santo, al ver por la televisión a nuestro cardenal presidiendo la celebración litúrgica de Sant Jordi en el Palau de la Generalitat. Y me preguntaba si esto no sería una de esas excepciones o equilibrios canónicos que tanto gustan a nuestro arzobispo como en el lamentable Caso Pousa.
Entiendo que a nuestro cardenal le costara mucho renunciar a su primer Sant Jordi junto al gobierno catalán con el que tanto simpatiza, el calendario de la Semana Santa le jugó una mala pasada pero el decidió tirar para adelante, como cuando fue invitado por el Foro Nueva Economía a un opíparo desayuno-conferencia en el Hotel Ritz de Barcelona y luego se dio cuenta de que era Miércoles de Ceniza, pues tiró para adelante sin problemas.
Monseñor Sistach estaba satisfecho, se le veía contento como en pocas ocasiones, los años del tripartito fueron muy duros para él, y aunque es todo un artista en quedar bien con todos los gobernantes por muy izquierdosos que sean, su sonrisa se le veía demasiado fingida, era sólo fachada pero no había satisfacción en su interior. Además los del tripartito lo dejaban mayoritariamente plantado en la celebración litúrgica, ahora todo ha cambiado, todo el gobierno en pleno, exceptuando el conseller Felip Puig estuvieron formando como buenos crisitianos junto a su arzobispo. Eso sí, a diferencia de otros años no dijo ni una sóla palabra de cuestiones de actualidad, no fuera que se malinterpretara y pudiera ser dañina para el gobierno convergente. Y como no la alusión imprescindible a la visita del Papa a Barcelona.
Pero el verdadero termómetro para ver lo católico que es nuestro gobierno catalán no es su presencia en la celebración litúrgica de Sant Jordi, sino la representación de la Generalitat en la beatificación de Juan Pablo II el próximo domingo en Roma. Por parte de Convergència cero redondo tanto en el gobierno como en el partido, por parte de Unió la vicepreresidenta Joana Ortega. Verdaderamente vergonzoso. Pero no olviemos que el "Patriarca" Jordi Pujol consideró poco menos que persona "non grata" a Juan Pablo II por no entender que Cataluña es una nación y por no hablar en catalán. La movilización de la archidiócesis de Barcelona y de Cataluña Cristiana, organizadora oficial de la peregrinación ha sido penosa y ridícula. El mismo diácono y hombre de confianza de Sistach, Aureli Ortín, ha reconocido que sólo 40 personas acudirán de Barcelona. Por suerte muchos barceloneses estarán en Roma pero no gracias a la organización oficial.
Francisco Fabra