Adiós Tripartito, adiós
Ayer Artur Mas no superó la primera votación para ser investido presidente de la Generalitat, pero esto no es más que un trámite porque el convergente será el próximo mandatario catalán en muy pocos días. Finaliza así un periodo funesto de gobierno tripartito, donde además de la mala gestión gubernamental (castigada duramente por el electorado) ha sido un tiempo muy negativo para los valores cristianos en Cataluña. A pesar de ello n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach ha hecho verdaderos equilibrios malabarísticos para defender tímidamente la doctrina de la Iglesia sin molestar ni disgustar a nuestros hasta ahora gobernantes. Incluso nuestro arzobispo, sabiendo que ha sido "respetuoso" con el gobierno se ha permitido el lujo de pedir ayuda al tripartito en momentos delicados como cuando vino Su Santidad a Barcelona y por una horrenda planificación tuvo que pedir voluntarios al consejero comunista Joan Saura.
Como muestra de lo que hemos ten¡do que aguantar los católicos catalanes, hemos recibido de uno de nuestros amables lectores un mensaje en que nos recomiendan leer la definición de Navidad que da la web oficial de la Generalitat: "Navidad es el solsticio de invierno, el día más corto y la noche más larga. Para los romanos era el ‘Natalis Solis Invicti’, el Nacimiento del Sol Victorioso". Y ya está, sin ninguna referencia al nacimiento de Nuestro Señor, sin ninguna mención a la Navidad cristiana. Eso sí, a continuación explica con todo detalle la comida típica catalana para el día de la Navidad y también hace referencia a la tradición del "tió" que es quien trae los regalos por estas fechas en los hogares catalanes que no celebran las tradiciones cristianas de los Reyes Magos o San Nicolás.
Afortunadamente ese ignorar y menospreciar al cristianismo como si no existiera en tierras catalanas no se repetirá en los próximos años, al menos con la agresividad del tripartito. Esperemos que tampoco los materiales más vergonzosos contra la moral católica como los que promocionó la consejera socialista Marina Geli, en la página web de la consejería de Salud para promocionar el sexo entre los jóvenes. Fue poco comedido el comentario de Eduardo García Serrano en Intereconomía llamando a la consejera "zorra" y "guarra", pero para cualquier buen católico, esos materiales son una cerdada.
Nuestros nuevos gobernantes son "oficialmente" católicos e incluso participan del Sacrificio Eucarístico dominical. Artur Mas (presidente de Convergència) Josep Antoni Duran i Lleida (presidente de Unió) y Xavier Trias (futurible alcalde de Barcelona) no ocultan su condición cristiana, como en el pasado lo hacía el Muy Honorable Jordi Pujol. Todo sería muy bonito si su catolicismo no estuviera supeditado a su nacionalismo. Primero la nación (Cataluña) luego la religión. Y esa religión es la de la "Iglesia Nacional Catalana" sin interferencias que vengan de fuera de Cataluña.
Por eso nuestros próximos gobernantes son habituales a la hora de firmar manifiestos que provengan del nacionalismo y el progresismo eclesial. Recordemos el manifiesto crítico con la declaración de la Conferencia Episcopal Española sobre las elecciones generales del año 2008, o el manifiesto en que se recordaba al Santo Padre que Cataluña es una nación.
Por eso desde Germinans nos alegramos de que se haya acabado el tripartito, pero no echamos las campanas al vuelo por nuestros nuevos gobernantes "católicos". El que sí está que se sale de contento es nuestro cardenal, penúltimo reducto de obispo nacionalista en Cataluña (el copríncipe Vives es el último). Afortunadamente los nuevos obispos catalanes van por otros derroteros, sólo hace falta escuchar a Don Xavier Novell en la entrevista que se le hizo en el programa "Ágora de TV3", sobre todo cuando se le pregunta si es un obispo catalanista, a lo que responde categóricamente diciendo que no, que él es catalán y no catalanista y que tiene que ser obispo de todos, de los catalanistas y también de los españolistas. Esto sí que es una buena noticia, y es que este joven obispo no para de darnos alegrías como la última frase de su primera carta dominical como obispo de Solsona: "confesaos, ¡por el amor de Dios!"
Antoninus Pius