Capítulo 4º: ¿El apostolado seglar es una novedad del Vaticano II? (1ª parte)
La pregunta explicitada de otra manera es esta: ¿acaso la contrarreforma tridentina no contempló el papel de apóstoles de los laicos, pues se trata de una novedad del Concilio Vaticano II prefigurada por la aparición de la Acción Católica contemporánea a finales del siglo XIX? Voy a tratar de responder desmenuzando la historia.
Gaston de Renty (Le Bény-Bocage, Normadía 1611- París 1649), nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza normada. Como miembro de este estamento, siguió la carrera militar llegando incluso a participar en algunas batallas de la Guerra de los Treinta Años.
La lectura de la Imitación de Jesucristo , el Kempis, se cruzó en su juventud provocando el alejamiento de una más que previsible trayectoria de ascenso y honor al servicio de la Corona du Roi le Trés-Chrétien (los reyes de Francia). Decido a entrar en la cartuja, su padre tuvo que organizar un rescate forzado para reintegrarlo a los dominios familiares pues era éste su único hijo y por tanto heredero. Renty, joven muy dotado intelectualmente y amante de las Matemáticas, retirado a sus feudos, se resignó y comenzó a seguir una vida rural puntualmente interrumpida por episodios como el de su participación en 1630, como noble, en la asamblea triestamental de su región, el Parlamento de Normandía.
Esposo enamorado de su esposa, Isabel de Balzac, y padre de cinco hijos, hombre piadoso y señor pacífico de sus vasallos, con planos elaborados por el mismo y con sus propias manos y sudores, al lado y como uno más de sus parroquianos, restauró la iglesia de Bény (diócesis de Bayeux), su población natal.
Tres años antes de su matrimonio, en 1631 había conocido en la capital bajo-normanda de Caën a San Juan Eudes. Los dos coincidieron cuidando los enfermos de la peste allí desatada. De este encuentro nacería una profunda amistad. Renty se convertiría, a partir de entonces, en uno de sus más estrechos colaboradores. San Juan Eudes, un oratoriano salido de la escuela de De Bérulle, encontraría en Renty apoyo constante, también económico, fuera en la organización de sus célebres misiones en Normandía y otros territorios del Norte de Francia, como en la fundación en Caën, de la congregación de los Padres del Corazón de María o Euditas. Comprometidos en la labor de reevangelización de unos territorios golpeados por las guerras de religión y sacudidos por la aparición del calvinismo, Eudes y Renty se convertirían en nuevos apóstoles para unas tierras que dos siglos después verían nacer a Santa Teresa de Lisieux.
La muerte de su padre, en 1638, en un episodio de combate de la Guerra de los Treinta Años, supuso un duro golpe para el aún joven Renty. Al año siguiente, gracias a participar en una misión organizada por los oratorianos de De Bérulle, conoció al P. Charles de Condren –sucesor de Pierre de Bérulle en el Oratorio de París-, quien se convertiría en su director espiritual. A partir de esta relación, que supuso una segunda conversión, la vida de Renty se transformaría aún más. Comunión casi diaria; confesión cada jueves; vida de oración y de ascesis; austeridad y alejamiento de toda vanidad; dedicación por entero a los pobres y enfermos –llegaría a aprender nociones de Farmacia y Cirugía para poder realizar algunas operaciones-…
Su segundo director espiritual y biógrafo, el jesuita P. Saint-Jure escribirá mas tarde de él : “Il prit à cœur l’exercice de l’oraison et disait pour cela tous les jours le grand office, se levant même la nuit pour réciter matines, et après il faisait une heure de méditation: de sorte qu’il demeurait toutes les nuits en prière deux ou trois heures, même dans la plus grande rigueur de l’hiver… Il allait un jour la semaine visiter et instruire les pauvres malades de l’Hôtel-Dieu, et un autre jour ceux de sa paroisse, il en donnait un autre aux prisonniers, et en d’autres il se trouvait à des assemblées de piété .”
En 1639 Renty en la Compagnie du Saint Sacrement , la Compañía del Santísimo Sacramento, una asociación seglar influenciada por los oratorianos de Bérulle y fundada en ces milieux en Paris entre 1627 y 1629, por un seglar, el Duque de Ventadour y Par de Francia, Henri de Levis (1596-1651) . Su objetivo: “hacer todo el bien posible y alejar todo el mal posible”, de “aplicarse en la necesidad del prójimo en toda la extensión de la caridad”.
Renty encontraría allí a San Vicente de Paúl y empezaría a colaborar en sus iniciativas. Junta a él y otros compañeros de la Compagnie , encontramos a Renty en la fundación y organización de varios hospitales y centros de beneficencia. Hombre de gran celo, Renty colaborador de la fundación y organización de varios seminarios, en el redención de cautivos de los piratas del Mediterráneo, en la organización de asociaciones de ayuda mutua de obreros zapateros… En 1656 gracias a la presión de los miembros de la Compagnie , Mazarino crearía el Hospital General de París, el famoso Hôpital Général pour le Renfermement des Pauvres de Paris , mas conocido por todos como la Pitié-Salpêtrière.
La cofradía de zapateros fue obra de Gaston de Renty y del zapatero luxemburgués Heinrich Michael Buch (1590-1666 ), conocido como der gute Heinrich , el bueno de Enrique, por su vida de oración y actos de piedad, instrucción, consejo y caridad con los jóvenes, pobres, necesitados y enfermos. Buch conoció a Renty en 1635 cuando este último hacia catequesis y apostolado en París. Los dos, para hacer vivir cristianamente en el trabajo a otras personas, decidieron fundar el 2 de febrero de 1645 una congregación laica para zapateros, la confrarie des Frères Cordonniers de Saint-Crépin, gremio, sociedad de ayuda mutua y de caridad. Tomaron como modelos a los santos patronos del oficio, Crispín y Crispiniano de Soissons. En 1647 un grupo de sastres pidieron a Buch crear un cofradía similar pero para los de su oficio adoptando las mismas reglas y costumbres (Misa y actos de oración conjunta y diaria, trabajar honradamente, visitas a enfermos y prisioneros, obras de caridad, algunos días de retiro espiritual…). Cofradías como estas se extendieron por Soissons, Lyon, Tolosa, Roma hasta la Revolución francesa cuando fueron prohibidas.
Volviendo a Gaston de Renty, el normando se convertiría en uno de los grandes motores, animadores y propagadores de la Compañía , asociación que lleva el apelativo “compañía”, el mismo que el usado para las sociedades mercantiles para el comercio con las Indias. Testimonio léxico de una sociedad civil en acción diferenciada de lo público. Algo intrínsicamente católico y europeo. En 1640, nuestro normando protagonista se convierte en superior de esta asociación de laicos para el apostolado y la caridad.
En 1642, Renty funda la Compagnie en Can. A esta, entre otros, se sumarán el dominico Hyacinthe Chalvet; el mismo San Juan Eudes; los obispos de Bayeux y de Liseux o el místico Jean de Bernières (1602-1659) , noble de alta cuna que pasará voluntariamente sus últimos años de vida en una simple habitación, comiendo en una vajilla de barro y subsistiendo con pan negro.
Jeán de Bernières, un seglar terciario franciscano de Caën, contribuirá en primera línea a la fundación de varios conventos, hospitales y seminarios y a la organización de misiones interiores y exteriores. Como dicen las crónicas « Il porte sur son dos les indigents qui ne peuvent pas marcher jusqu’à l’hospice » (lleva a cuestas a los indigentes que no pueden llegar hasta el hospicio ). Consejero espiritual de seglares y religiosos y religiosas, su encuentro con Catalina de Bar (1614-1698) será decisivo para la fundación, por esta última, en París, de las Benedictinas Adoratrices del Santísimo Sacramento.
Jean de Bernières con un grupo de amigos abre l’Ermitage de Caën, un oratorio donde acoger a aquellos que quisieran juntarse para vivir una vida de oración y caridad. Místico y seglar, Bernières atrae multitud de gentes que se abandonan a su consejo, convirtiéndose en director de almas de personas de todas las clases sociales, de laicos a sacerdotes, incluso monjas y superiores de monasterios. Formará durante cuatro años al futuro primer obispo de Québec, el beato Monseñor Laval. Llamado, como conferenciante incluso en los monasterios, preparará a decenas de ursulinas en el locutorio del convento de la orden en Caën. Gracias a ello se asociará al proyecto de dos misioneras que partirán en 1639 hacia el Québec, la beata ursulina María de la Encarnación Guyart (1599-1672) y Madame Marie-Madeleine de la Peltrie (1603-1671), fundadoras de las Ursulinas de Québec (1639), el colegio-institución educativa femenina más antigua de Norte América.
Gaston de Renty, amigo de Jean de Bernières y como él miembro de la Compañía del Santísimo Sacramento, también se implicará en la evangelización del Quebec de modo que su biógrafo, Raymond Triboulet (1906-2006), héroe de la resistencia francesa contra los nazis en Normandía, considera que debe considerársele como uno de los padres fundadores del Canadá francés.
Los seglares de la Compañía del Santísimo Sacramento, pues, no solo colaboraron en la organización de misiones internas, de seminarios o de obras sociales, sino también en la evangelización de la Nueva Francia (Canadá, Québec). Concretamente se implicaron en la Societé de Nôtre-Dame de Montreal pour la conversion des sauvages de la Nouvelle-France (1641), fundada por el P. Jean Jacques Olier, y los seglares venerable Jérôme Le Royer de la Dauversière y el barón Pierre de Fancamp. Dicha sociedad tenia por misión dar apoyo a toda iniciativa destinada a la evangelización de los indios indígenas (iroqueses, hurones…) y mantener la Fe entre los nuevos colonos pobladores de origen galo. En aquel 1641, la Societé construiría un fuerte para poder albergar una villa donde instruir y cristianizar a indígenas y colonos, origen de la actual Montréal quien toma su nombre de la citada Societé .
Dicho Jérôme Le Royer de La Dauversière (1597-1659) , casado con Jeane de Baugé, cofundador de la citada Societé de Nôtre-Dame de Montreal, fue también fundador de un instituto de religiosas. Miembro de las Congregaciones Marianas de los jesuitas, la Congregation de la Sainte-Vierge , De la Dauversière , tuvo cinco hijos, dos de los cuales serian sacerdotes y dos, religiosas. En 1630, después de consagrarse él, su esposa e hijos a la Sagrada Familia , fundó una cofradía de jóvenes hospitalarias en La Fléche al servicio de los enfermos pobres, que se convertiría poco después en la congregación de religiosas, las Hijas de San José (1636). Mas tarde, De la Dauversière se trasladaría a Nueva Francia (Canadá francés) para fundar una misión para la conversión de los indígenas, con escuelas (para niños y niñas) y hospital. La misión recibirá el apoyo de los jesuitas. En 1659 tres de sus hospitalarias de San José se embarcan en La Rochelle camino de Montreal para hacerse cargo de su hospital.
Guilhem de Maiança