¿Que és es lo que interesa a ciertos obispos?
En estos tiempos en los que la Iglesia se está viendo continuamente acosada por los escándalos de pederastia, el Pueblo de Dios está pasando por una verdadera y dolorosa purificación. Asistir a misa, entrar en la Iglesia, reconocerse católico, justificar la fe frente a la imagen que los medios de comunicación están presentando de la Iglesia Católica y sus ministros; es todo esto no sólo un verdadero acto de valentía, también lo es de consolidación identitaria.
¡Quién lo iba a decir que aquella que denuncia las inmoralidades de la sociedad, y que defiende una moralidad integra, está corrompida y es responsable de los pecados más bajos y ruines que se pueden cometer! ¡Los miembros de la jerarquía católica envueltos en toda clase de depravaciones sexuales!
El colmo parecía haberse producido con los intentos de relacionar al Papa con la pederastia. Pero no, el colmo sigue y tenemos que ver a la policía belga, corazón de la Unión Europea, registrando un obispado en busca de pruebas sobre abusos de menores, y a todo un Cardenal Danneels acompañado de la policía para declarar.
A buen entendedor le sobran las palabras. No hace falta ser un lince para darse cuenta del linchamiento que se está produciendo contra la Iglesia. Se aprovecha este tema como se podría aprovechar otro cualquiera, la cuestión está en oponer la sociedad contra la Iglesia. Las mentiras, las manipulaciones y la verdad misma, son para los jerarcas de la sociedad paganizada, meros instrumentos al servicio del poder. Y hoy día, el que no mira hacia otro lado en la Iglesia, o está mínimamente informado, sabe quiénes tienen el poder real de la sociedad.
Parece ser que fue en los tiempos del nazismo, cuando se utilizó por primera vez la cuestión de la pederastia contra la Iglesia. Los nazis, por medio del ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, acusaban de pederastia a la Iglesia, para hacerla callar y para denigrarla ante la opinión pública; pero les salió mal la cosa. Aunque el mal ya estaba hecho, se demostró que esas repugnantes prácticas no sólo también se cometían en las instituciones públicas y en las granjas de adiestramiento de las juventudes hitlerianas, sino que se producían tanto en unas como en las otras, en mayor numero y proporción. Pero la campaña hizo mella en la autoridad moral de la Iglesia.
En nuestros días sucede lo mismo y con los mismos personajes. La Iglesia sufre un acoso brutal, por parte del los hijos de las tinieblas. En nuestros días la cultura de la muerte administrada por la clase política, sus mentores y mecenas, e instigada por sus esbirros, intenta llevar adelante todo un proceso de ingeniería social, que continuamente se da de narices contra la Iglesia. No sólo la Jerarquía con el Papa a la cabeza les planta cara, sino el Pueblo de Dios, fiel, le planta cara y, además, ante las adversidades se está creciendo de una manera que sólo es posible por la Gracia de Dios.
Son muchos los católicos que están trabajando, luchando, y se están humillando por defender el derecho a la vida, el derecho a la educación, el derecho de los más indefensos,… el derecho de Dios, en unos momentos en los que el Estado y los Estados, el Nerón de nuestros días, intenta llevar adelante su sibilina cultura de la muerte. De manera aparentemente inexorable y sirviéndose de la ambigüedad y de la confusión, intenta pervertir las conciencias humanas, que la Iglesia debe proteger y animar.
Y en medio de ese “tanto de todo” en el que nos encontramos, y de tanta confusión, bofetón que te crió. Algunos obispos de la CEE, a los que la catolicidad les queda grande o sencillamente les incomoda, cuestionan María + Visión, Radio María o cualquier otro medio integro de comunicación católico y se hacen cómplices de una cadena COPE discutible y partidista, cuando no insulsa y hasta frívola, que promueve el aborto y la perversión sexual al reírle las gracias al PP, a la Rosa Díez y a demás déspotas sociales. Estos obispos, ¿acaso no intentan acabar con los medios de comunicación católicos de verdad?
Y para más de lo mismo, un obispo que defiende orgullosamente la cultura de la muerte y el odio civil, al restregarnos el Estatuto de la discordia. Éste tenía que ser el que les guiñara el ojo a unos siniestros políticos que se mofan de manera pública y continuada, de la Iglesia Católica. ¿A santo de qué si no, el obispo Vives recordando ahora el visto bueno o pasable que los de la Tarraconense le dieron al ambiguo Estatuto? Es el colmo. Más les hubiera valido entonces un sencillo gesto de realismo y de humildad, que no mostrar el plumero que de algunos de ellos, todos conocemos.
¿A cuántos miembros de la sociedad catalana representan, estos señores obispos, para ir por ahí dando el “placet”, donde no toca ni se puede? A menos de los pocos que votaron el Estatut, entre los que fueron a votar, que no fueron, estos últimos, ni la mitad de los que podemos votar.
Pero volviendo a Monseigneur le Prince. ¿Qué pretende este señor? ¿Ganarse los aplausos de los parásitos que utilizan a su antojo a la Iglesia, o el de las termitas eclesiales que pretenden pervertir a la Iglesia catalana? O ¿es que el Cap d´Estat se aburre y necesita dar la nota? El de Urgell, codo a codo con los del Parlament, de los que la que pretende depravar a nuestra juventud, la Geli, es una muestra ¡olé por el trepa!
Es increíble: mientras los de la mundanal cultura de la muerte hacen piña, “fan xarxa”, por encima de nacionalidades y se remontan a través de sus maquiavélicos relativismos para envilecer la sociedad de la aldea global, la peregrina Iglesia Católica tiene que arrastrar la resistencia no sólo de los falsos católicos, y de los idólatras, también la de los cobardes y sus falsos respetos humanos.
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