Capítulo 27: La batalla final y los últimos preparativos
En 1960 se conocieron los proyectos de Juan XXIII sobre la liturgia reflejados en el Decreto "Rubricarum Instructum" del 25 de julio de 1960: ese decreto, que disponía una reforma de detalle, apuntaba a una reforma de fondo. La discusión de los principios fundamentales concernientes a la reforma litúrgica, lo hemos visto durante este año y a través de la mirada de Martín Descalzo, será confiada a los padres del Concilio. Faltaban pocos meses para la apertura del Concilio, habrá que actuar con rapidez. Los reformadores acrecentaron su actividad y publicaciones. El neo-liturgo será Dom Adrien Nocent, monje benedictino de Maredsous, nacido en 1913, ex-alumno del Instituto de Liturgia de Paris, nombrado en 1961 profesor en el Pontificio Instituto de Liturgia de San Anselmo en Roma. En esta venerable Universidad fundada por León XIII, donde Dom Lambert Beauduin había enseñado, Dom Nocent preparaba el asalto. Su obra "El porvenir de la liturgia" (L´avenir de la liturgie. Ed. Universitaires 1961) fue publicada ese mismo año con el imprimatur de Mons. Suenens. He aquí un extracto de la introducción, con una caricatura del buen fiel y una descripción llena de caridad del católico progresista, y por fin el trazado exacto de la vía media que tomará el Concilio (sólo en una primera etapa que abrirá la puerta a reformas ulteriores).Mirad lo que decía:
1º No todos los católicos vibran a la espera de un Concilio donde se planteen cuestiones litúrgicas.
2º Hay inmovilistas que se preguntan por qué razón hay que modificar usos antiguos en los que degustan una "maniaca y cómoda satisfacción" y de los que creen sacar provecho espiritual.
3ª Hay en oposición a este inmovilismo, una actitud demasiado impaciente que ama el cambio por él mismo, como manifestación de suprema vitalidad. A veces hay que perdonar su violencia y explicarla por una “atormentadora angustia pastoral” (sic)
4º Declara entonces Dom Nocent que " paralelamente a los problemas ecuménicos, se sabe que en el orden del día del Concilio está inscrita una revisión de la liturgia y que unas comisiones se han puesto a trabajar. El papel del Concilio será como “tomar resoluciones firmes, dar impulso a tal orientación precisa en tal búsqueda de adaptación y cortar el camino a tal tendencia, legítima pero tal vez reconocida como inoportuna”.
Me perdonareis el extracto resumido de la introducción a su texto, pero ahí está contenido todo el plan, con dos años de antelación: la oposición tradicionalista es todavía demasiado fuerte en esa época para que se pueda pensar en un trastocamiento violento de la liturgia, será preciso contentarse en un primer tiempo con principios de reforma aceptables para la tendencia conservadora para confiar luego la aplicación de estos principios a representantes de la tendencia progresista innovadora.
Adrien Nocent sabe bien que el Concilio no podrá aceptar de golpe una nueva liturgia para la Iglesia, pero sabe bien que esta nueva liturgia (en la cual ha trabajado) serña promulgada más tarde en nombre del Concilio. Es por eso que toda la continuación de ese texto trata de la liturgia del porvenir. En 1961 la nueva liturgia está concebida en la mente y los escritos de Dom Nocent, es considerada aún inoportuna en 1963 y promulgada finalmente en 1969.
El profesor de San Anselmo afirma primeramente el principio y fundamento de la nueva liturgia. Veámoslo:
"Una gran variedad de celebración sería pues permitida alrededor de un núcleo central siempre respetado y que sería celebrado solo en los días simples" Esa teoría es la que después recogerán en la Introducción a las Nuevas Normas de la Misa, texto publicado por la B.A.C. en 1969, los autores de la presentación al Nuevo Misal para los fieles de lengua española (Martín Patino, Pardo, Iniesta y Farnés)
El altar debe de estar de cara al pueblo, sin mantel fuera de las celebraciones, las oraciones de preparación deben de ser simplificadas, las lecturas multiplicadas, la oración universal restaurada. El ofertorio (después del Credo únicamente recitado el domingo) está muy acortado. El celebrante no ha de elevar sino las hostias en silencio. El cáliz colocado a la derecha de la hostia, la palia facultativa, la incensación rápida. El lavabo no se realiza a menos que el celebrante tenga las manos sucias, "hay que evitar ese simbolismo fácil y sin más interés" (sic). La patena que no se oculte bajo el corporal, permanezca sobre él, el Orate Frates en voz alta, la secreta en alta voz. El Canon despojado de toda plegaria de intercesión, de los Per Christum Dominum Nostrum, menos señales de la cruz y menos genuflexiones, Canon en voz alta y lengua vernácula, Padrenuestro recitado por todos, apretones de mano en el Agnus Dei, durante el cual tiene lugar la fracción de la Hostia. La comunión bajo las dos especies, de pie y en la mano. Bendición. Ite Missa est y supresión del ultimo Evangelio y de las oraciones de León XIII.
Nuestro reformador pasa después revista a todos los demás sacramentos y propone reformas que sería demasiado largo repetir aquí, pero que son en sustancia la reforma del ritual de los sacramentos que hemos visto en los años 70.
En 1961, Dom Adrien Nocent conocía perfectamente el plan de la Reforma Litúrgica: el Concilio va a hacer un esquema tal que abra la puerta a los innovadores y parezca cerrarla a los ultrarreformistas, pero solamente por un tiempo. El plan se desarrollará así:
-Tendencia reformista moderada (reforma de 1964: uso de la lengua vulgar en todos los ritos salvo el prefacio y el canon de la Misa, el salmo "Judica me" y las oraciones después de la Misa desaparecen, modificación de muchas rubricas, y poderes litúrgicos confiados a las Conferencias Episcopales). Entró en vigor el 7 de marzo del 65
-Acento progresivo y radical de la tendencia (Decreto "Tres abhinc Annos” del 4 de mayo de 1967, que autoriza la recitación del canon de la Misa y el prefacio en lengua vulgar.
Pero eso no bastaba a los innovadores, la Liturgia Romana codificada por San Gregorio Magno y canonizada en la Bula "Quo Primum Tempore" de San Pio V, incluso mutilada y reformada como nos quedó en el 67, seguía siendo la Misa Católica Romana Tradicional y, por lo tanto, un obstáculo para el ecumenismo, para ese cristianismo universal tan deseado. Había que ceder el paso y por fin dar lugar a los ultrarreformistas.
En el próximo capítulo veremos como las singulares características de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Liturgia y la creación el 29 de febrero del 64 del "Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia" bajo la presidencia del Cardenal Lercaro y la secretaría de Bugnini va a desembocar en la Reforma del 69 y cómo esta va a ser el puerto desde donde partirá y se difundirá el colapso litúrgico actual de buena parte de la Iglesia.
Dom Gregori Maria