Celebración de San Luís en el Palacio Episcopal
Escribo este artículo en el día de la onomástica de n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach, en la fiesta de San Luís Gonzaga, así que aunque este escrito verá la luz el día 23 aprovecho para felicitar a nuestro pastor por el que he rezado especialmente en la celebración de la Santa Misa.
En el día de San Luís se celebra en el Palacio Episcopal una recepción oficial donde se puede felicitar personalmente al homenajeado. Pero este acto está reservado a la Curia Diocesana, así que si cualquier humilde sacerdote, como un servidor, quiere ir a felicitar a su obispo tiene la sensación de haberse colado en una fiesta sin invitación. En seguida se oyen los comentarios de los altos cargos diocesanos que cuchichean entre sí: "Que fa aquest aquí?" (¿Qué hace éste aquí?) para que uno se de cuenta de que allí sobra. En tiempos de Don Ricardo la cosa era completamente distinta, el entonces arzobispo valenciano se alegraba de ver a todo el mundo (aunque no fueras de la Curia) y todo el mundo te recibía de una forma cordial y amistosa.
Es probable que no quieran vernos porque desentonamos vestidos sacerdotalmente, ya que allí puede verse un muestrario de vestidos de lo más variopinto, pero exceptuando los que están en la tarima (el arzobispo, obispos y máximos colaboradores), es imposible distinguir para un desconocido quien es sacerdote y quien un simple burócrata seglar de la curia. Algunos van de pena, se les tendrían que enseñar unas cuantas lecciones de modales, para que supieran lo que es una recepción oficial y que uno debe vestir con una mínima elegancia, pero ya sabemos que el clero progresista ha hecho de la vestimenta sesentayochera una bandera.
Este año la felicitación oficial en nombre de toda la curia corrió a cargo de Don Sebastià Taltavull, yo me preguntaba si será una cierta despedida, porque si se cumplen los deseos del cardenal, el año que viene el prelado menorquín estaría en Solsona y quien dirigiera las palabras sería su amado Don Josep Maria Turull convertido en obispo auxiliar. Si eso sucediera (que no lo creo) la recepción del año que viene no me la pierdo por nada del mundo, debe ser emocionante ver caer la lagrimita a alguien tan poco sensible como nuestro cardenal, al escuchar por fin las palabras de felicitación de su obispo auxiliar tan suspirado.
Como era de esperar el centro de los parlamentos de Don Sebastià y de nuestro cardenal fue la próxima visita del Santo Padre a Barcelona, es allí donde nuestro arzobispo cree que se juega la gran partida de ajedrez que marcará el futuro de nuestra diócesis, que puede ser favorable al cardenal y hacerse realidad su sueño que describía en el párrafo anterior o desfavorable y encontrarse con la solución "coadjutor" a la que ayer mi buen amigo Oriolt daba como improbable.
En este momento el resultado del partido es incierto como el futuro de la diócesis de Solsona. Esperaremos acontecimientos, nosotros como siempre estaremos pendientes de todos los movimientos.
Antoninus Pius