Carta de protesta de un joven
Apreciados hermanos en la fe:
Permítanme dirigirles esta breve y directa carta rogando su publicación.
Creo que la separación de lo Sagrado y lo Profano la tienen más clara nuestros gobernantes actuales que no nuestro Cardenal Mons. Luis Martínez Sistach. Separación entre lo Sagrado, como el lugar de adoración a Dios, y lo Profano como el lugar no reservado exclusivamente al servicio de Dios A los actos me remito: día 14 de mayo en la Basílica de Santa María del Mar en presencia de una multitud de jóvenes con motivo de la llegada a Barcelona de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, entre los cuales me encontraba yo junto con algunos compañeros más de mi grupo. El acto que se realizó en nuestra Basílica con presencia de nuestro Señor Cardenal, fue de principio a fin, un acto pagano. La Basílica parecía un mercado pues como en un mercado en aquel acto todos hablaban a voz en grito.
Se amenizaba la fiesta con la hermana Glenda, y el grupo de música Kairoi, (en la foto de la abajo a la derecha) grupos de música que por su estilo, especialmente este último, no deberían tocar en una iglesia, aunque el acto sea un acto dedicado a los jóvenes.
Pero es que eso no es todo, sino que además se permitieron el lujo de poder hacer bailes dentro del recinto sagrado, bailes del todo inadecuados al momento, con mujeres ligeras de ropa. ¿En qué quedamos en la Catedral no se puede entrar con pantalones cortos y falda corta, y el Cardenal de Barcelona bendice con su presencia un acto en el que un grupo de muchachas va a bailar con el ombligo al aire dentro de la casa del Señor, lugar de oración? ¿Qué lío nos hemos hecho en la cabeza? Pretenden ser de Cristo pero con las estructuras del mundo y eso no es posible, pensamos que vamos a contentar a los jóvenes con actos de este tipo, y los jóvenes lo que buscamos, Señor Cardenal, son palabras de vida eterna, lo que buscamos es un encuentro con Cristo cara a cara que nos lleve a la conversión, queremos entregarnos a Cristo hasta las últimas consecuencias.
¿Quiénes son los responsables de esa vigilia en Santa María del Mar? Por si nuestro Arzobispo no lo recuerda, la responsabilidad recae sobre el Delegado diocesano de Juventud Mn. Toni Román y sobre su ayudante “ad latere” Mn. Josep-Lluís Calvís, alias “Yuyu”. ¿Qué podemos esperar de un sacerdote que pasados los 40 tacos sigue vistiendo como un jovenzuelo setentero, llamándose y haciéndose llamar con un diminutivo tan pueril como el que él mismo balbuceaba en su niñez? Esos sacerdotes pretenden que vivamos con los esquemas eclesiales más que superados de su juventud. Y nosotros protestamos claramente: ¡Basta de esta pastoral! ¡Prou d´aquests sacerdots irresponsables!
Señor Cardenal, íbamos buscando a Cristo en esa Basílica y lo único que encontramos fue el mundo del que huíamos. Ni siquiera usted estuvo a la altura de las circunstancias: se limitó casi a hacer de presentador del acto, sin ningún mensaje con profundidad, sin nada que después pudiésemos recordar. Ni siquiera un testimonio de vida digno de ser imitado. No queremos eso. El acto del día 14 en la Basílica de Santa María del Mar no contó con los jóvenes de la diócesis, porque, y creo que hablo en nombre de muchos, a los jóvenes, Monseñor, no nos gustó el acto, nos sentimos mal en esa Basílica, pues nosotros íbamos a buscar a Cristo y nos encontramos con grupos de música y bailarines danzando y no es ese el Cristo que queremos, el Cristo que queremos es el Cristo que nos vino a predicar nuestro queridísimo Juan Pablo II al entregarnos esa cruz, un Cristo crucificado, doliente, que comprende nuestros pesares porque los ha padecido también, un Cristo, junto al que he de crucificar ese “yo” que rema en sentido contrario al de la gracia. Ese es al Cristo que nos recuerda esa Cruz, regalo del siempre querido y nunca olvidado Juan Pablo II. No es de extrañar que muchos, entre ellos algunos de los sacerdotes más apostólicos, se levantasen y marchasen indignados. Incluso el anciano párroco de Premià de Dalt Mn. Colomer, hombre de marcada línea progresista, en un alarde de cordura se levantó espetando: “Això no hi ha qui ho aguanti. Me´n vaig” (Esto no hay quien lo aguante. Me voy).
Pero no fue todo mal esa noche. Al salir del templo, con la cruz a cuestas, el acto se volvió solemne, de camino a la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús. Se rezo el vía crucis por la calles de Barcelona, todos paraban a mirarnos, algunos a burlarse de nosotros. Una multitud de jóvenes pudieron contemplar la pasión del Señor en el espíritu que comentábamos anteriormente, cargando con la cruz, como nuestro Señor. Debo felicitar a los organizadores de esta segunda parte del acto. Pude ver aquella noche como por las calles el Vía Crucis en silencio era rezado por la gente, y no sólo el vía crucis, sino también varios rosarios y coronillas de la Misericordia que oí rezar a varios grupos de jóvenes. Simplemente quería hacer saber a los que puedan y quieran leerlo, que los jóvenes es esto último lo que queremos. Hemos de agradecer a la Parroquia de Santa Teresita por el esforzado trabajo de organización de toda esa segunda parte del acto de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud.
Tampoco quisiera acabar, sin advertir la razón por la que he decidido denunciar este acto públicamente. Es muy posible que se pueda echar en cara que en primer lugar era necesario hacer una corrección fraterna en privado al Señor Cardenal. Creo que pensar de esta manera es un error porque la corrección fraterna sería válida en el caso de que el único perjudicado fuese el Señor Cardenal, y en ese caso le advertiríamos que se estaría equivocando, pero estamos hablando de un mal ejemplo de carácter público, donde todos pudieron ver y oír lo que allí se hacía y decía. E hizo daño a muchos. No lo duden.
( El Directorio ha juzgado más conveniente omitir la autoría de la carta para evitar represalias que perjudicarían la que juzgamos fecunda labor apostólica del remitente)
Por Un participante de la Vigilia de oración con la cruz de las JMJ