El milagro de El Fondo
Hay parroquias germinantes hasta en los sitios más recónditos y apartados de esta diócesis. Si alguien quiere experimentar una auténtica vivencia de fe, le recomiendo que un domingo por la mañana coja la línea 1 del metro y baje en su última estación (Fondo), camine 200 metros y acuda a la misa de 12 de la parroquia de San Juan Bautista. Sí puede entrar- que no es fácil-, hallará un templo en el que no cabe un alfiler, en el que se sorprenderá por un caleidoscopio de razas (españoles, latinoamericanos, europeos del este, chinos, africanos) a los que une la fe en un mismo Dios. Olvídese de tomar asiento, sino ha ido con una antelación suficiente y préstese a comprobar como en uno de los barrios más humildes de la muy obrera y muy inmigrante Santa Coloma de Gramenet, la archidiócesis de Barcelona posee una de sus parroquias más fecundas.
El artífice de este milagro tiene nombre y apellidos: Mossèn Francesc Espinar Comas. Un cura culto (licenciado en geografía e historia por la UNED y en derecho canónico por la Lateranense ), políglota (habla 8 idiomas) e hiperactivo (además de su parroquia, que lleva completamente solo; hace 15 años que se cuida del servicio religioso del Tanatorio de Santa Coloma). Sus números son extraordinarios: una media de 120 primeras comuniones anuales, más de 20 confirmaciones y una atención mensual -que va en aumento por mor de la crisis- de más de 40 familias, a cargo de la Caritas parroquial. No contento con su labor intramuros, se ha cuidado enormemente de exteriorizar la fe en el barrio. Toda Santa Coloma (no solo barrio de El Fondo) conoce ya su procesión del Corpus, o la del Encuentro que sale a la calle la mañana del domingo de Pascua o la de la vigilia de la Inmaculada. Cuando le visitaba nuestro añorado obispo Carrera solía decirle : "Ets insustituible".
Que no se crea quien no le conoce que se va a encontrar con un pío sacerdote, ensimismado por la mística más devota. Al revés, todo el barrio lo conoce por su campechanía y su capacidad de acogimiento. Mossèn Francesc es el cura del Fondo. El cura al que saludan por la calle, al que le explican los vecinos sus cuitas, al que se acercan tanto creyentes como no creyentes. Allí en ese olvidado rincón (por algo le llaman Fondo) se desarrolla el verdadero atrio de los gentiles, del que tanto se llena la boca (pero no lleva a la práctica) nuestra progresía local.
La parroquia de San Juan Bautista se erigió en los años 60, en una Santa Coloma de Gramenet que, en poco tiempo, había pasado de tener 2.000 habitantes a más de 100.000. En tiempos del Doctor Modrego se crearon 6 parroquias nuevas, en un solo año. Entre ellas la de este barrio. Su primer rector fue el sacerdote comunista Jaume Patrici Sayrach i Fatjó dels Xiprers (véase mi artículo del 5/8/2008). La construcción de la parroquia finalizó en el año 1967. El propio Sayrach en su libro "L’esperança d’una església pobra i evangèlica. Santa Coloma de Gramenet 1965-1980" definía como entendía su parroquia:
" Desde el tipo de comunidades populares obreras como las de Santa Coloma se milita en esta línea de compromiso con el pueblo, y se intenta, desde esta opción por la liberación de toda injusticia y de toda opresión, hacer cambiar el signo del compromiso de la Iglesia : que del lado de los explotadores pase al de los explotados".
Estas "comunidades populares obreras" arraigaron en estas seis nuevas parroquias del extrarradio y, ciertamente, tuvieron un éxito inicial. No solo eso, en ellas se albergaron notables núcleos de oposición al franquismo. Obviamente comunistas. No había otra oposición. Sin embargo, a partir de la muerte de Franco languidecieron irremediablemente. Nada quedó. El propio Sayrach abandonó la práctica del sacerdocio en el año 1980, con una actividad parroquial bajo mínimos.
Justo es reconocer que, tras unos años de letargo, el movimiento renovador fue iniciado por Mossèn Antonio Rubio, hoy incardinado en la diócesis de Terrassa. Pero la verdadera eclosión se ha producido con Mossèn Francesc Espinar. Y se ha producido cuando el barrio ha cambiado radicalmente. Los hijos de los emigrantes gallegos, andaluces y extremeños de los años 60, han sido sustituidos por una emigración latinoamericana, eslava, africana y, sobre todo, china. Tanto que se conoce al Fondo como el Chinatown barcelonés. Y el cura Espinar que se adapta a todo, hasta confiesa a los chinos.
Otro sacerdote joven. Otro rector activo. Otro cura con la suficiente talla para regir destinos mayores. Otra parroquia germinante. Hasta en los confines del extrarradio barcelonés. Esto ya es un verdadero movimiento. Y quieren pararlo. ¡Quiá!
Oriolt