Catalunya Cristiana puede empezar a tener problemas

A la izquierda actual logo de "Catalunya Cristiana" claramente identificable con el independentista catalán (a la derecha)

En el año 1979, Monseñor Joan E. Jarque fundó Catalunya Cristiana, un semanario eclesial, eminentemente periodístico, que se distribuía por muchas de las parroquias catalanas. Con la llegada del Cardenal Carles, la revista –junto con la recién creada Radio Estel- pasó a ser regida por una Fundación, cuyo presidente era el propio cardenal y  vice-presidente el obispo Carrera. Después de la marcha de Monseñor Jarque la publicación fue dirigida por los sacerdotes Manuel Valls y Octavi Sánchez. En todas las etapas (incluida la de Jarque), el semanario fue fustigado desde los sectores progres, debiendo resaltarse que muchas parroquias jamás la adquirían, mientras que, por el contrario, no faltaba en los templos más ortodoxos.

Curiosamente el impulso del obispo Carrera fue providencial para salvar el semanario, que ya en el año 1983 pasaba por graves apuros económicos.  Gracias a su labor y a la posterior implantación de la Fundación se consiguió  que, aparte de su presencia en algunas parroquias, se nutriera de la aportación de las suscripciones de los particulares. A ello se unió la dotación económica de los patronos de la Fundación. Mal que bien, Catalunya Cristiana ha podido llegar a nuestros días. Pese a las críticas progresistas, Monseñor Carrera aguantó carros y carretas y se mantuvo al frente de la Fundación hasta su fallecimiento.

El cardenal Martínez Sistach se lo pensó mucho (ya se sabe lo que dijo Carrera de él: “Tiene muchas dudas y siempre tiene miedo de perder dinero”), pero al final se dejó convencer y substituyó a Octavi Sánchez por Jaume Aymar.

El vuelco en la publicación ha sido total. Se ha pasado de de un periodismo que contaba los hechos eclesiales con independencia de las convicciones personales de quien las contase a un periodismo en el que prima más la opinión que la información. Pero especialmente se trataba de que había llegado el momento de la progresía y debían pasar cuentas: creían que era la hora de hacerse oír. Por eso, a partir de entonces, empiezan a aparecer las colaboraciones del futuro obispo Turull (algún día lo será); de una persona que crea enorme división como el benedictino Hilari Raguer o del descubridor del Código da Beza, Mossèn Josep Rius Camps. Únase a ello el cambio en el logotipo del rotativo, en el que ha desaparecido la cruz, quedando solo las cuatro barras con una estrella (algo que recuerda mucho a la simbología independentista catalana). Por sí no fuere suficiente, en la deriva del semanario se puede añadir el reportaje sobre el Padre Pousa (el cura que reconoció haber pagado abortos) o la publicación del editorial conjunto a favor del Estatut.

Ello está logrando una enorme frustración entre patronos y suscriptores: están pagando un periódico que no les gusta. Con un agravante, las parroquias más ortodoxas que siguen suscritas a la revista, pueden dejar de serlo en cualquier momento. Y las bajas de suscriptores particulares pueden incrementarse. Su tirada actual es de 6779 ejemplares según el OJD de 2009, en clara decadencia desde la llegada de Aymar (no hace mucho se llegaba a los 10.000 ejemplares). Y hoy en día publicar un diario impreso resulta carísimo y el semanario jamás se ha nutrido de una abundante publicidad. Su supervivencia depende de patronos de la Fundación y suscriptores. ¿No es un error provocar a todos ellos, con una publicación eminentemente progre? ¿Creen que existe un mercado progresista que sustituya a quienes hasta ahora han sido sus fieles lectores? Saben que no. Se trata solo de copar un medio más (como si no tuvieren bastantes) y de hacer un periódico que no solo sea progre, sino que se note.

Pese a todo, siguen contando con el consultorio del Doctor Joan Antoni Mateo. Un espacio en el que el profesor responde a preguntas sobre doctrina y moral. Respuestas que son siempre muy ortodoxas y que también suele reproducir en la web Infocatólica

Desconozco sí  el Doctor Mateo ejerce un papel de cisne negro o de nota contestataria (así hace ver la revista que es plural, aunque el contestatario solo sea uno), pero la verdad es que Aymar (cuando no era director) siempre dijo pestes del consultorio. Aunque también puede ser que se le mantenga para que no se acabe desangrando Catalunya Cristiana por una pérdida de suscriptores.

Pero lo cierto es que en diversas parroquias se está fraguando un movimiento para darse de baja en la suscripción de la revista. Después puede venir la baja de suscriptores particulares y después la falta de dotación de los patronos. No se puede hacer un diario que no gusta a los que pagan. Ni consiga incrementar el número de los que  lo leen.

Oriolt