Capítulo 4º: La Comisión Preparatoria, el esquema general y la Comisión Litúrgica Conciliar

El 6 de junio de 1960 se había creado la Comisión litúrgica preparatoria y era nombrado presidente de la misma el prefecto de la Congregación de Ritos, cardenal Gaetano Cicognani (en la fotografia), el 11 de julio se nombró secretario al padre Anibal Bugnini y también se nombraron todos los miembros de la Comisión y los peritos de la misma, en un total de 65.

Después de la reunión de la comisión, se crearon varias subcomisiones: Sobre el ministerio de la sagrada liturgia y su relación con la vida de la Iglesia, la Santa Misa, la concelebración sacramental, el Oficio divino, sacramentos y sacramentales, el Calendario litúrgico, la lengua latina, la participación de los fieles en la liturgia, las vestiduras sagradas, la música sagrada, el arte sagrado, etc. Estos temas fueron sacados de las proposiciones que hicieron los obispos de todo el mundo y otras personas competentes en la materia. La reunión se tuvo del 12 al 15 de noviembre de 1960 y el tema de la primera subcomisión fue propuesto por el padre Bevilacqua. Fue una proposición atinada y luego se convirtió en el tema más importante de lo que sería el proemio y el primer capítulo de la Constitución “Sacrosanctum Concilium” por obra principalmente del benedictino padre Cipriano Vagaggini.

En la primavera de 1961 se reunieron en Roma los componentes de la comisión litúrgica para discutir los trabajos de las respectivas subcomisiones. Todo este rico material se llevó a la mesa del secretario Bugnini, para darle su última forma. Con dicho material se formó un volumen de 250 páginas en ciclostil, que fue enviado a todos los miembros de la comisión el 10 de agosto de 1961, con una carta en la que se decía que remitieran lo más pronto posible al secretario las observaciones que creyeran oportunas. Se pensó, y más o menos así se realizó, que el 10 de septiembre se terminara el plazo para enviar las observaciones; que el 10 de octubre la secretaría de la comisión enviaría el nuevo esquema con las observaciones insertadas; que el 1 de noviembre se terminara el plazo para enviar las observaciones al segundo esquema; que en los días 15-16 de noviembre se convocaría a la comisión para la aprobación definitiva del texto, y que el 15 de diciembre del mismo año 1961 se presentara el texto definitivo a la secretaría general de la preparación del Concilio.

En ese momento comenzaron las intrigas del padre Annibale Bugnini - experto en liturgia de intachable carrera hasta entonces, que ya había colaborado con Pío XII en las reformas emprendidas por este Papa- cuando decidió tener en la casa “Domus Mariae” de Romauna reunión de varios miembros de la comisión, sin llamar a los demás, obviamente llamó a aquellos que eran de su cuerda, con la idea descarada de teledirigir los trabajos del Concilio en tema de liturgia. Esto ocasionó obviamente la sospecha de los demás miembros y consultores de la misma no llamados para esa reunión y creo muy mal ambiente en el seno de la comisión. Esto provocó que el P. Bugnini fuera alejado de los trabajos del Concilio, aunque después se convirtió en el gran fautor de las reformas del postconcilio

Se ha querido camuflar dicha reunión diciendo que el capitulo primero era el más pobre y necesitaba una nueva redacción, siendo así que fue el mejor elaborado, quedando prácticamente igual en sus líneas fundamentales. La reunión se tuvo en los días 11-13 de octubre de 1961. Desde ese momento se miró con sospecha lo referente a la sagrada liturgia por parte no solo de algunos miembros y consultores de la misma comisión sino por muchas personas que pertenecían a otras comisiones y eclesiásticos de relevancia en general. Así apareció luego en el aula conciliar y mucho más en el periodo posterior al concilio. Personas de gran relieve en la Iglesia, ganadas para la causa litúrgica y verdaderamente entusiasmadas, miraron ya con prejuicio lo concerniente a la liturgia.

Todavía recibió el texto del primer capítulo una nueva revisión, provocada por un consultor de pocos alcances que lo deseaba. Se tuvo una reunión el 10 de enero de 1962 con peritos de otras subcomisiones. Pero el texto quedo sustancialmente el mismo después de una acalorada discusión. Todos los demás capítulos recibieron retoques más o menos acentuados. Las observaciones enviadas sobre el texto definitivo del esquema de la constitución de la liturgia se aproximaron a las mil quinientas, muchas se repetían, otras proponían nuevos problemas.

Los problemas más serios vinieron de la música sagrada y de la lengua en la liturgia. El primero fue provocado por el presidente de la subcomisión de música, el catalán Mons. Higinio Anglés, que no se armonizaba bien con las orientaciones de la secretaría general de la comisión. Y el segundo por la cuestión de la lengua latina: la puerta a la lengua vernácula en la liturgia fue abierta en el pontificado de Pío XII con los rituales bilingües y otras concesiones, difíciles ya de suprimir, y amparadas con entusiasmo por el cardenal Ottaviani, secretario del Santo Oficio. Era una necesidad pastoral que había que afrontar con serenidad, pero los ánimos estaban ya alterados por la nefasta reunión en la “Domus Mariae", antes indicada.

Con todo, el esquema preparatorio con que la Comisión Litúrgica iba a tener que trabajar estaba listo.

El 20 de octubre de 1962 los Padres eligieron a los miembros de la comisión litúrgica: 16 en total, a los que el Papa añadió ocho más, se esperaba que fuesen mayoría de hombres de la Curia pero el Papa no metió ni al Secretario de la Congregación de Ritos, Monseñor Dante.

Eligió a dos cardenales, a tres superiores religiosos y a los tres Padres que más votos habían sacado en la elección tras los 16 primeros. El Papa se limitó casi simplemente a seguir la línea marcada por la votación. El 21 de octubre el cardenal Larraona, presidente de la comisión, nombró vicepresidente de la mis­ma a los cardenales Giobbe y Julien, y secretario al padre Fernando Antonelli, franciscano. Bugnini quedaba descartado.

El 23 de octubre comenzó a debatirse el esquema general: en menos de dos horas y media hablaron el cardenal Larraona como ponente, el Padre Antonelli como relator e intervinieron nada menos que veintiún Padres conciliares. Por las informaciones podría deducirse que se vislumbraban dos tendencias. De ellas hablaremos en el próximo capítulo.

Dom Gregori Maria