El cielo del Círculo Católico, por Manuel Cuyàs
Traducimos el artículo publicado el pasado 3 de noviembre en la contraportada del diario “El Punt” por Manuel Cuyàs Gibert, periodista catalán hijo del homónimo dibujante e ilustrador de comics ingleses, nacido en Mataró en 1952, licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona, fue director del Patronato Municipal de Cultura de Mataró y director de programas de la Olimpiada Cultural Barcelona´92. Ha sido fundador de varios semanarios en su ciudad natal así como articulista de opinión y director editorial de “El Punt”. Ha publicado diversos volúmenes que tienen como marco plástico y sentimental su muy querida Mataró. Colabora actualmente con Jordi Pujol en la redacción de sus memorias.
Un buen colaborador de Germinans nos lo ha hecho llegar y hemos creído conveniente publicarlo en esta sección, teniendo en cuenta que se ha hablado en nuestra página de la situación actual de diversos centros llamados “católicos” que han ido perdiendo su sentido fundacional, en diversas localidades como por ejemplo el mismo Mataró.
“El Círculo Católico de Mataró el domingo, día de Todos los Santos, cumplió 125 años, y la efemérides se celebró con una velada teatral y cívica en la Sala Cabañes, su sede social. Hablar del Círculo Católico de Mataró es hacerlo de la entidad cultural que más gente reúne de la ciudad. Pasan los años y en vez de ir a menos, la masa social que mueve aumenta y aumenta. Tiene tanta gente que cuando el elenco teatral monta una obra siempre salen más figurantes de la cuenta porque el director no se atreve a decir un no a los aspirantes de todas las edades que quieren tener un papel.
La obra teatral más representada en la Sala Cabañes es “Els Pastorets” que pronto cumplirá 100 años. Los “Pastorets” de la Sala Cabañes de Mataró nunca han sufrido crisis alguna. Ya puede estar de moda el cine sonoro, el cine en color, el cine en tres dimensiones o las consolas de matar marcianos; ya puede la sociedad hacerse laica por voluntad o por decreto: el drama religioso que presenta el nacimiento de Jesús y la lucha entre las fuerzas del bien y del mal sigue como el primer día, representándose entre decorados de papel.
En Mataró han desaparecido en 100 años las entidades que ustedes quieran contar. El Círculo Católico, que además dispone de salas de lectura, de juegos, de reuniones, de encaje de bolillos y una pista de baloncesto, atropellada pero mítica, tiene una salud envidiable. Por ahora solo la “Colla Castellera Capgrossos” parece que sea capaz de sumar años e ir cubriendo los relevos generacionales.
En Mataró, ciudad donde nada perdura, el Círculo Católico, los “Pastorets” y los “Capgrossos” son fenómeno digno de ser estudiado. De hecho, el Premio Iluro de este año, instituido por Caja Layetana, y fallado el pasado viernes en una ceremonia presidida por el presidente José Montilla, galardonó una obra que en cierto modo habla del Círculo Católico, según entendimos en palabras de su autor. Por cierto, y ya que hablamos del Premio Iluro: otro año, como era habitual hasta ahora, la organización debería procurar que el miembro del jurado que hace el comentario a los trabajos presentados sea alguien que se los haya leído. Dio la sensación – sensación que no se puede hacer extensiva a sus compañeros de calificación- que el Sr. Pladevall únicamente había hojeado las obras presentadas y que la ganadora no se llevaba el premio por méritos propios sino, como repitió dos veces, porque tenía “ochocientas páginas y pesaba mucho”. ¿Acaso el Premio Iluso es otorgado “a peso”?
El domingo estábamos en la Sala Cabañes. La representación teatral fue a cargo de Joan Pera, solo encima del escenario –qué bueno que es Joan Pera y cómo domina el escenario- se formó en la Sala Cabañes y en el Círculo Católico de Mataró como otros actores de renombre. Pienso ahora en Boris Ruiz y en Jordi Bosch. Pera explicó cuatro chistes e hizo algunos juegos de palabras con segundas que fueron muy celebrados por la concurrencia pero que si los hubiera pronunciado hace 50, 60 y no digamos 125 años en aquel escenario habría sido expulsado del teatro o hubiera sido severamente amonestado por Mn. Plandolit, el consiliario más famoso del Círculo.
Al final hubo unos discursitos. Uno, a cargo de Imma Llorens, que leyó un escrito de su padre, uno de los históricos de la casa; otro del alcalde, Joan Antoni Barón, y otro del actual presidente de la casa que nos acogía, Antoni Blanch. Todos hicieron referencia a los orígenes fundacionales del Círculo que fue fundado con la intención de formar a la juventud en los valores de la convivencia, la solidaridad, estas cosas que se dicen ahora. Hombre: el Círculo Católico se fundó en aquel momento y no en otro para formar a los jóvenes obreros y redimir a los adultos que se gastaban los cuartos en la taberna, y lo fue según los principios más estrictos del catolicismo inspirado entonces por la “Rerum Novarum”( una encíclica papal). Sí, alguien lo mencionó, pero de puntillas. El laicismo actual tiene tanta fuerza y predicamento que manifestar profesión de fe religiosa parece ser que incomoda incluso hasta al Circulo Católico, y sus responsables acaban hablando de la entidad como si fuese una de las actuales ONG. Pobre Mn. Plandolit si lo viera. Al final de todo el discurso, Antoni Blanch tuvo un recuerdo para los presidentes que lo han precedido en el cargo y los que ya murieron. De estos dijo aquello que ahora se dice en los funerales: “Estéis donde estéis, os recordamos” ¿Qué quiere decir “estéis donde estéis”? ¿Qué no están en el cielo?”
Un colaborador que nos ha hecho llegar este escrito de Manuel Cuyás