Provoca, que algo queda
La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación.(Albert Camus)
Llevo varios meses dándole vueltas a la necesidad de hablar o no hablar sobre la provocación como táctica de “hacer hacer” atractiva la virtud, de “hacer pensar” a esta sociedad adormecida o, simplemente, de compartir la Verdad para evitar que el materialismo, el hedonismo y el relativismo dominen nuestra vida y nos alejen del Camino.
Lo malo es que como viene siendo habitual, muchos de nosotros confundimos los vocablos. A la incoherencia de los que se “arrugan” y evitan plantear un toque trascendente en las situaciones humanas, le llamamos moderación; a los comprensivos les llamamos indiferentes; a los intransigentes con el pecado, a los que no se avergüenzan de gritar a los cuatro vientos que Dios existe, les llamamos provocadores. Quiero pensar que al utilizar la palabra provocación confundimos, paradójicamente, las acepciones de la palabra provocar.