I Cor 1:10 “Os ruego, pues hermanos, por el nombre de nuestro señor Jesucristo que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis en un mismo pensar y sentir."( I Cor 1:10)
Desde hace ya algunos años, Santa Catalina de Siena es para mí una de las figuras más admiradas y entrañables de la Iglesia Católica. Es más, con el mayor respeto y devoción, me atrevería a decir que se ha convertido en una buena amiga que me concede más de lo que me atrevo a pedirle. Ella sabe muy bien porqué.
A lo largo de su vida, esta mujer sencilla sirvió incansablemente de manera humilde y sacrificada, servicial y generosa, con una entrega sin límites y valiente, al mandato de su Señor, al servicio de la Iglesia y del Romano Pontífice, simplemente por Amor.
Nunca dudó en ofrecer todos los momentos de su vida por la unidad y la fidelidad de la Iglesia hasta la hora de su muerte. Así nos lo indica su oración en el lecho de muerte: “Dios eterno, recibe el sacrificio de mi vida a favor del Cuerpo místico de la santa Iglesia. No tengo otra cosa que darte si no es lo que tú me has dado a mí. Toma mi corazón y estrújalo sobre la faz de esta esposa".
Pero si observamos con detenimiento su vida, nos damos cuenta que exprimió su vida anunciando con orgullo la llamada universal a la santidad, la obediencia al Magisterio de la Iglesia, el cariño filial por el Santo Padre y la certeza de que sin Jesucristo, sin Su Gracia, cualquier proyecto humano es imposible.
Cuentan que una mañana, al despertarse de una experiencia mística, Catalina confió a su Confesor haber escuchado al Señor pronunciando estas palabras: “La celda ya no será tu habitación habitual; al contrario, para la salud de las almas, te tocará salir de tu misma ciudad (…); llevarás el honor de mi nombre y mi doctrina a grandes y pequeños, ya sean laicos, clérigos o religiosos. Pondré en tu boca una sabiduría a la que nadie podrá resistirse. Te llevaré delante de los Pontífices, los Jefes de las Iglesias y el pueblo cristiano, para que, a través de los débiles, como es mi manera de actuar, yo humille la soberbia de los fuertes".
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