La juventud en peligro
El caso del asesinato de Marta del Castillo debería plantear un debate profundo en la sociedad.
No me refiero solo por la conmoción y el rechazo que nos produce la muerte de esta chiquilla de tan solo 17 años a manos de un energúmeno que descargo sobre ella sus frustraciones infantiles sin el más mínimo escrúpulo,y al que le deseamos la cadena perpetua. No. Ni tampoco por la indignación de ver la complicidad de unos jóvenes que le ayudaron a deshacerse del cuerpo y a ocultar lo sucedido, como si fuese lo más habitual en las noches de botellón, sin aparentes signos posteriores de remordimiento de conciencia.
Me refiero a un examen personal y sincero de los padres, los educadores, la comunidad política y los medios de comunicación sobre si la educación que les estamos ofreciendo a nuestros niños y jóvenes está encaminada a enriquecer sus facultades físicas, intelectuales y morales; o si bien, nuestro modo de hacer nos convierte en “cómplices por omisión” de estos hechos macabros, que nos recuerdan que ante nuestra incapacidad de asumir la responsabilidad y las consecuencias de nuestra permisividad, la falta de autoridad y la carencia de límites en la educación de las nuevas generaciones , les estamos abocando a un peligro inminente.