La libertad que nos vende el liberalismo
Me sorprendía en una película la frase de que la actitud de los hombres a lo largo de la historia es una evolución circular que pasa de la esclavitud a la libertad, de la libertad a la comodidad y el conformismo, del conformismo a la apatía, y de la apatía a la esclavitud. No se si será del todo cierto, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que la apatía es el paso previo a la esclavitud. ¿Porqué entonces un concepto a priori tan positivo como la libertad, parece tener esa tendencia a degenerarse?. La razón es que en nuestra mentalidad liberal hemos sustituido el concepto de la verdadera libertad por el del voluntarismo.
Cuando los autores de la filosofía liberal hablan de las libertades del individuo, y elevan las decisiones individuales a un rango de infalibilidad cuasi sagrada, es cuando inspiran la concepción voluntarista de la vida. Todos conocemos, e incluso hemos utilizado alguna vez el argumento de que “tu libertad termina donde empieza la del otro”. Pero tengo que contradecir a uno de los axiomas de nuestra sociedad, porque no creo que podamos aceptar que la libertad es un “haz lo que quieras con tal de no molestarme”. Cuando creemos que la dignidad, el bien, o la legitimidad de las cosas depende de lo que nos apetezca hacer, o cuando creemos que la única condición para hacer lo que nos venga en gana es no molestar al vecino, estamos desarrollando una concepción de libertad que sin duda camina directamente hacia la esclavitud.
El voluntarismo tiene una dimensión legislativa muy peligrosa. De su mano vienen leyes como la del matrimonio gay bajo el argumento de “que hagan lo que quieran en su casa” o la del aborto, que por lo general no importa demasiado porque a la gente no le afecta, todos han nacido ya así que no se ven amenazados. También temas candentes como la prostitución y el argumento para legalizarla de “que hagan lo que quieran con su cuerpo” o la eutanasia “si quiere suicidarse que lo hagan, es su vida”. Con que a mí no me molesten, todo vale.
Aunque les duela a determinados católicos que de buena fe intentan defender el liberalismo o alguno de sus aspectos, esta es la libertad que nos venden. No la que viene de la Verdad, no la libertad de la que hablaron San Agustín o Santo Tomás, sino el más absoluto voluntarismo netamente liberal del que habló Rousseau, y que está acabando con nosotros.
Javier Tebas
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