¡Picamos!
Advertimos la estratagema, se veía venir de lejos pero no quisimos darnos cuenta. El aspecto de los 16 años en la nueva ley aborto era solo un reclamo falso, un as en la manga, un gusano en el anzuelo que hemos mordido como imbéciles. Ahora rectificarán, si es que se puede llamar “rectificar” a lo que la ingeniería social del PSOE tenía ideado desde el principio.
La edad para abortar libremente será los 18 años, y se necesitará una autorización paterna para las menores. Y entonces, queridos amigos, que hemos gastado tanta saliva esgrimiendo orgullosos el argumentario oficial del nuevo pro-vida. Que hemos reclamado en mil conversaciones que las muchachas no pueden comprar una cajetilla, no pueden ir de excursión, no pueden beber una caña pero si pueden abortar. Entonces impactará contra nuestra cara de bobos la pedrada del consenso, y nos preguntaremos ¿y ahora qué?.
Pues ahora la consecuencia de no haber sabido pensar y razonar en profundidad, con independencia. De no haber sido lo suficientemente libres como para no ser manejados con descaro manifiesto por la ingeniería social del sistema una vez más. No hemos buscado el origen real del problema, la perversidad del aborto por sí mismo, y nos hemos quedado con la anécdota cuidadosamente lanzada.
Tal y como el toro pasa el capote templado, convirtiendo su envestida en la voluntad del torero, hemos actuado exactamente como ellos preveían, y con nuestra ingenuidad sometida hemos ganado el aplauso a los que diseñaron la estrategia para implantar la nueva ley del aborto.
Lo peor es que probablemente no aprenderemos la lección, el capote solo será el primer tercio, y correremos afanosos a sus quites por derechazos y naturales. ¿Despertaremos? Espero que sea antes de la suerte suprema.