5.01.10

Hay que darle la razón a Pepiño

Aclárese primero que Pepiño me cae bastante gordo. Esa arrogancia, ese regocijo, esa forma de auto-bombearse en su retórica. Cuando Pepiño toma el papel de macero del PSOE y nos alecciona con sus declaraciones, deja caer los párpados con chulería, como aquel que tiene claro, muy claro, que es sobradamente más inteligente al resto de la plebe. Me alegré cuando le hicieron Ministro -saldrá menos por la tele, pensé- era indigesto aguantar los telediarios con ese tipo hablando en el tono repelente del pedante de la clase.

El hecho de que José Bono es un pecador público me parece bastante manifiesto. A excepción de la vieja guardia del clero setentero no cabe la duda. Pero cuidado – y aquí tiene razón mi querido Pepiño- tenemos millones de muertos y un aborto amparado bajo supuestos, y no me parece que haya quedado tan claro que los que lo apoyan sean pecadores públicos. Si la Iglesia quiere aclarar qué políticos cometen un pecado de excomunión, bienvenido sea, pero demasiado claro estaba que el zamparoscas de Bono comete un pecado de excomunión, y demasiado obviado y confuso queda para la mayoría de los católicos el hecho de que los políticos del Partido Popular también lo cometen.

Cabe preguntarle a nuestros pastores, con el interés más humilde y filial de quienes queremos tener las cosas claras.

¿Acaso la excomunión de quienes están en pecado público por apoyar el aborto, no es efectiva por ejemplo para quienes amparan que se pueda matar a un ser humano hasta las 22 semanas si tiene alguna discapacidad? ¿Acaso esos tres supuestos que se han llevado millones de vidas, esos conciertos económicos de gobiernos del PP con mataderos abortistas, no son motivo claro todavía de excomunión?

Nuestra Conferencia Episcopal tiene mucho que aprender de la coherencia de los obispos Norteamericanos, que han negado la comunión tajantemente a los políticos abortistas. Cuando Monseñor Rouco Varela ha distribuido públicamente la comunión a Alberto Ruíz Gallardón o Esperanza Aguirre, y la jerarquía de la Iglesia sigue sin dejar claro este punto, solo cabe sumarse al equipo de Pepiño Blanco. Por lo menos hasta que la CEE deje claro lo que hay.

Feliz año.

Javier Tebas
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26.12.09

Carta abierta al Juez Ferrín Calamita

“Estimado Juez D. Fernando Ferrín Calamita:

No quisiera dirigirme a usted en un tono derrotista, que tan solo le acompañe en el pesar por la inhabilitación dictada por el Tribunal Supremo. Quiero más bien con esta carta transmitirle públicamente todo mi agradecimiento y mi admiración.

Quienes han levantado contra usted su frente de batalla, están imponiendo una nueva y peligrosa filosofía de la Justicia. Con esta nueva concepción del Derecho, asistimos a las consecuencias de una tiranía camuflada, no por ello menos abusiva e inaceptable, sino incluso mucho más peligrosa que otras formas tiránicas.

Por no haber querido hacer de la Justicia una simple herramienta al servicio de la “ideología oficial”, usted ha sido fuertemente atacado. Ahora vemos como se enorgullecen de la consecución de su ataque, y como un matón de patio de recreo, nos advierten las consecuencias que padecerá el que se atreva a contradecir los nuevos dogmas.

Ha quedado demostrado que la Justicia con mayúsculas, como la eterna aspiración del hombre, es hoy una herramienta sometida a los grupos de interés y a los medios de comunicación. Por debajo de ese cuarto poder mediático, y al servicio de su arbitrariedad, nuestro sistema judicial ha sustituido la Justicia por la burocracia servil a los intereses de la ideología imperante, siempre que ésta lo requiere.

Puedo imaginarme los momentos duros que habrá tenido que vivir durante lo que ha sido una verdadera persecución. El sufrimiento íntimo de usted y su familia es el alto precio que hay que pagar por ser coherente en ésta sociedad. Pero quienes creemos en la providencia sabemos que muchas veces Dios escribe recto con renglones torcidos, y que todo su sacrificio y su testimonio, pueden servir para que muchos se den cuenta del patente y nefasto sentido por el que camina España.

Como estudiante de Derecho, y Dios mediante futuro jurista, no puedo pasar por alto su testimonio, clave en una dimensión histórica, ya que nos presenta la quiebra misma de la idea del Derecho tal y como ha sido concebido desde el principio de la Historia.

Quiero pedirle que no ceda al desaliento, que el valor y la coherencia que ha demostrado sean la semilla de una cosecha que quizás otros merecerán recoger. Su ejemplo nos ha recordado que solamente cuando los católicos sepamos asumir los sacrificios que conlleva ser coherentes, y estemos dispuestos combatir contra los atropellos que nos impone la sociedad actual, podremos estar satisfechos de cumplir el deber con nuestra Fe, con la Historia y con las generaciones que vendrán tras nosotros.
Mandándole un afectuoso saludo.

Javier Tebas
Estudiante de Derecho”

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19.12.09

Por qué no firmo "Majestadnofirme"

Sin cuestionar las nobles intenciones de quienes ponen en marcha la campaña “Majestadnofirme.com", para evitar que el rey sancione la ley del aborto, yo no voy a firmar. No quiero ser sectario ni criticón, ni siquiera quiero convencer a nadie de que no firme. Perdónenme, simplemente no me apetece.

Puesto que no tengo la más remota de todas las esperanzas en que D. Juan Carlos no sancione la nueva ley, y el primer párrafo de la carta propuesta me parece adulador y sospechosamente omisivo; ¡Como si de verdad se hubiesen llegado a creer que les va hacer caso!. He llegado a la conclusión personal de que no me compensa.

Podría firmar y aportar mi insignificante granito de arena con una iniciativa, que en el mejor de los casos robará un insignificante instante en la cabeza del monarca. Pero consecuencia de esa firma, tengo que hacer mío el párrafo inicial que dice “Majestad: A lo largo de su reinado nos ha demostrado a todos los españoles que es una persona valiente, sensible a las inquietudes de su pueblo y que sufre con los que sufren.”

Para mentir, y omitir que el rey ya ha sancionado una ley de supuestos completamente macabra que ha puesto en práctica la selección eugenésica de la especie. Para mentir, y llamar valiente a quien ha vendido a España. Para rendirme a su mayestático trasero, como si la adulación fuese a convencer a quien vive acostumbrado a ella. Para eso… me ahorro la diplomacia inútil políticamente correcta, y en mi libertad me permito ser consciente, consecuente y recordar lo que hay.

Javier Tebas
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16.12.09

El rostro del Mesías recién nacido

Probablemente no nació sonriendo y con tirabuzones rubios. La iconografía cristiana, y las obras de arte que han reflejado el nacimiento de Jesús, han representado siempre la imagen de un niño que podría tener varios meses de edad. Tiene su lógica, al fin y al cabo para la veneración de una imagen lo primordial es la idea a la que evoca, y no tanto el meticuloso realismo con el que esté elaborada.

Todos hemos visto alguna vez a un recién nacido. Su rostro fruncido y sus minúsculas manos cerradas nos transmiten una sensación de extrema fragilidad. Así debía ser Jesús en el momento de su nacimiento. La condición humana nos trae a éste mundo tan débiles como dependientes de los demás, tan inseguros y desconcertados, como somos consolados por un simple abrazo protector.

Precisamente la idea del protector de todos los hombres, del Rey del Universo, del Mesías, envuelta en la delicadeza de un ser humano recién nacido, es la máxima expresión del reinado de Jesucristo. Nos pide con su condición ineludible de la fragilidad humana un gesto protector, y nos protege desde un poder que trasciende profundamente las formas superficiales de las organizaciones humanas, para salvar nuestro espíritu.
Creo –y es una percepción personal- que el realismo me ayuda a comprender un poco mejor la dimensión humana del Hijo de Dios. Con la crudeza de la realidad, el Jesús en la pantalla de Mel Gibson representa fielmente la condición del sufrimiento que no eludió el Señor, inseparable a la fragilidad humana.

Así también – pero sin una superproducción cinematográfica de por medio- me imagino en estos días al niño que nace en Belén, como un recién nacido. Y en el desconcierto del bebé durante los primeros minutos tras salir del vientre de su madre, en la debilidad anatómica de su minúsculo cuerpo, en la insalubridad de un pesebre con ganado de la Palestina romana, se hace más grande la Navidad y resuena más fuerte si cabe la proclamación de que ¡Dios ha nacido!.

Javier Tebas
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10.12.09

Contra el agnosticismo en la escuela pública española

Reapareció hace unos días el debate sobre la presencia de la Cruz en las aulas. La discusión parece ya un fenómeno cíclico que –desde que tengo uso de razón- emerge cada cierto tiempo. Varios días en titulares, quizás semanas, y tras un derroche brutal de litros de tinta y horas de tertulia en cantidades industriales, vuelve a desaparecer, olvidado por la agenda del “debate social” que establecen los grandes medios de comunicación.

En cualquier caso el fenómeno mediático “crucifijos en las aulas” pone en evidencia el escaso nivel del panorama parlamentario español. Las izquierdas han desenfundado -esta vez más que nunca- ese odio patológico contra el hecho religioso (sobre todo si es católico) que les ha caracterizado desde su lucha contra el opio del pueblo. Fuera todas las cruces –han dicho-; retirémoslas de todos los sitios, incluso de los colegios privados. ¡La religión a los templos! Volvía a exclamar Pajín sacando a la miliciana que lleva dentro.

Contrasta ese desmelene desafiante de los puños en alto, con la previsible actitud tibia de la derecha liberal. El argumento ha vuelto a girar en torno a que los padres puedan decidir, y que llevando a sus hijos a colegios privados religiosos se mantengan los crucifijos. Claro ¡faltaría más!. Pero ante un debate que simplemente enfrenta la posición atea izquierdista, que propone la persecución de lo religioso, a la posición agnóstica derechista, que propone relegarlo exclusivamente a lo privado, creo que los católicos tenemos algo que decir.

Aquí entra la cuestión de fondo. Frente al hecho religioso no cabe la indiferencia, la pregunta sobre lo trascendental es tan inherente al hombre, que no cabe una posición más imparcial que otra. Dada esta circunstancia, que viene constatada desde los clásicos, el agnosticismo es una posición frente a lo trascendente que puede resultar igual de impositiva que la confesionalidad. La confesionalidad no implica, como algunos llegan a decir, que el obispo sea el presidente de la diputación de tu provincia, la separación entitativa Iglesia-Estado es una cuestión que no pone en duda la confesionalidad. Tampoco implica mayor o menor libertad religiosa. Nadie cuestiona que exista una falta de libertad religiosa en países confesionales como Grecia, Inglaterra o Suecia, en los que hay una gran libertad de culto. La confesionalidad, y más en el caso de España, debería constatar una herencia histórica y espiritual que no podemos desnaturalizar, y cortar de un día para otro en un hemiciclo.

España es católica en su propio espíritu, desde la conversión de Recaredo, desde una reconquista y una unidad edificada sobre la fe, desde unos valores patrios heredados indiscutiblemente católicos. Lamentablemente a día de hoy absolutamente nadie defiende este hecho, agnósticos y persecutores han copado la totalidad de los escaños de nuestra supuesta soberanía. Tendremos que empezar a recordarlo los católicos. Para nuestra nación intrínsecamente católica, no queremos escuelas públicas agnósticas, queremos que Cristo en la Cruz nos siga iluminando sobre el encerado, como lleva guiándonos tantos siglos a través de los designios de la Historia.

Javier Tebas
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