El Tota Pulchra en Huesca
En la tarde que precede al precepto de la Inmaculada Concepción de la Virgen, la antífona de las segundas vísperas corresponde al Tota Pulchra. Dedicado a María, está tomada de un fragmento del Cantar de los cantares “Tota pulchra es, amica mea, et macula non est in te” que traducimos como “Eres toda hermosa, amada mía, en ti no hay ningún defecto”. Así es María, y así la vemos en su belleza y virtud sencilla de aquella mujer entregada a la que Dios escogió para ser madre de Cristo y de todos nosotros.
Todos los años en la Catedral de Huesca se cantan con solemnidad estas vísperas. Los cabildos de la Catedral, las autoridades municipales y universitarias al asistir cumplen con un voto que es una tradición muy antigua y arraigada.
Tan antigua que hablamos del año 1651, siglos antes de ser proclamada la Inmaculada concepción como dogma de la Iglesia en Huesca se celebraba ya esta festividad con total solemnidad. En esos años una fuerte peste sesgó las vidas de muchos oscenses, lo que llevó a las autoridades religiosas, municipales y universitarias de la época a realizar un voto de compromiso por la intercesión de la Virgen en una pequeña figura que llamaron Nuestra Señora del Voto y que les ayudaría a salir de aquella gravísima situación. Desde entonces y hasta hoy todos los años se procesiona la tarde anterior al día de la Inmaculada.
Pudiendo ser partícipe de una tradición con tanto peso, y admirando en estos días la hermosura de esa virgen toda hermosa que espera, asistí ayer por la tarde en la Catedral al Tota Pulchra.
Con toda solemnidad para la Virgen, allí estaba la comitiva municipal con sus maceros abriendo paso, el Obispo Don Jesús y los cabildos con las casullas para ocasiones especiales, la gente de pie llenando las tres naves de la Catedral, el coro engalanado y arriba en el altar, discreta como siempre, la pequeña figura de Nuestra Señora del Voto contemplando una fe popular que no merma el paso de los siglos.
Esta tradición anual es sobre todo una expresión pública de devoción y fe, son el pueblo y las instituciones civiles las que fueron su motor de inicio y las que la han perpetuado. Quizás el tiempo la ha convertido en una tradición de tal calibre que los políticos no se atreven a romper el voto. Quizás para sí mientras asisten alguno piense que cosas como ésta deben ser abolidas en un Estado aconfesional. Pero en mi opinión solamente nos deshumanizamos si olvidamos aquello forma parte de nuestra más sincera identidad.
Javier Tebas
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