Los jóvenes contra la juventud (II)
Si los jóvenes -salvadas excepciones- han abandonado toda idea de compromiso que conlleve un esfuerzo o sacrificio frente a la comodidad más inmediata y superficial, no es de extrañar que las iglesias -salvadas excepciones- al comprobar la media de edad entre sus feligreses habituales, sobrepasen casi siempre los setenta años. ¿Cómo ser joven y católico cuando para serlo es necesario una actitud muchas veces sacrificicada, esforzada y de servicio?. Los jóvenes no abandonan la Iglesia porque les parezca aburrida. Quienes han llegado a esa conclusión y han hecho de la liturgia un espectaculo teatral, no han conseguido más que causar extrañeza y desvirtuar el fin de la propia liturgia.
La esencia real del problema, está en la tónica general del planteamiento apático frente a la vida que tienen casi todos los jóvenes. De allí que la mayoría si sienta y razone que Dios existe, que muchos se reconozcan católicos o cristianos y sin embargo no pisen una iglesia, que cada uno se fabrique una religión y un Dios a su medida, amoldado al confort y a los más primarios intereses personales con una nula capacidad de sacrificio. ¿Pero pese a todo, es posible que la propuesta de vida católica prospere en los jóvenes de nuestros días?
Solamente un cambio de actitud vital profundo puede hacer reconsiderar el camino que los jóvenes escogemos como actitud fundamental frente la vida, solamente un mensaje que llegue al espíritu puede replantear las prioridades de la juventud. Por eso cuando se decidió el lema “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo” para las pasadas Jornadas Mundiales de la Juventud de Sydney, la Iglesia dio de lleno en la forma de orientar la re-evangelización espiritual de la juventud occidental. Allí se encomendó el modo de plantear una forma de evangelizar, que debe ser más que nunca de corazón a corazón, como bien nos recuerda Luis Fernando Pérez Bustamante en el título de su blog “Cor ad Cor loquitur”.
Si tuviéramos que describir a los fieles que suelen asistir a Misa, ideándolos como si redujésemos sintetizando sus características en una sola persona que los representase, probablemente a la gente le vendría a la mente una señora mayor, de unos setenta años, quizás alguno más, simpática y que pasa el cepillo. Y no es que tenga nada contra las señoras de setenta, ni mucho menos. Pero la falta de sabia joven en la vida de una parroquia, o en una iglesia que no está impregnada por el espíritu genuino de los jóvenes, carece de una parte fundamental que nos complementa como colectivo humano.
¿Cómo transmitir la fuerza del del Espíritu Santo a la gente joven?. En mi opinón para conmover el espíritu y replantear dejar la apatía como actitud vital, para hacer así de la Fe un don que sea motor de una vida de servicio y sacrificio, hay que trascender en aquello que concierne a nuestro espíritu en la dimensión cristiana. Hay que trascender en la importancia de los sacramentos, en el respeto por ellos, en la implicación en cuerpo y alma. Hay que entenderlo como algo que conmueve el espíritu, trascender en el significado de la oración.
En definitiva silenciar el ruido que nos rodea, para ser sinceros con nuestra voluntad interior. ¿Cuantas vocaciones sacerdotales o familiares se están perdiendo en la falta de discernimiento que corresponde a nuestra parte más espiritual?. Tantas como jóvenes están olvidando -pese a ser bendecidos con el don de la Fe- que no solo de pan vive el hombre…
Javier Tebas
4 comentarios
Para todo ello hay que comenzar desde pequeños en las familias. Por eso los jóvenes del MFC de Madrid hemos creado inicialmente este blog
www.movimadrid.blogspot.com
Explico esta última. Se ha dado a entender que cada vez que uno habla de Dios lo único que busca es "comerle la cabeza" a alguien, imponer sus ideas... y es más cómodo estar callado y finalizar las discusiones con un "eso es lo que tú piensas y esto es lo que yo pienso".
He recordado los post de Cesar Vidal en ReL acerca del pecado de Sodoma (magistral D Cesar) y caigo en la cuenta de que eso es exactamente lo que nos esta ocurriendo a todos y en especial a nuestra juventud. Tal vez por ello esta crisis que padecemos (y lo que se nos avecina!!!) en todos los ordenes de la vida sea permitida por Dios Nuestro Señor en su infinita Misericordia para salvarnos de nosotros mismos y de la hartura de pan que tenemos (yo el primero).
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