Los jóvenes contra la juventud (I)
Habría que remontarse al Neolítico para encontrar un cambio novedoso y revolucionario en la vida del hombre de tal magnitud como el que vivimos hoy en día. La transformación profunda de lo cotidiano en tantos aspectos, afecta irremediablemente a las actitudes de la persona, y para bien o para mal se imprime una renovación de la mentalidad bajo la influencia de unas nuevas circunstancias.
Ante esta realidad de la que pocas veces tomamos conciencia, pese a que nos hace partícipes de uno de los momentos más determinantes de la Historia, los jóvenes somos un ejemplo sobre el cual la influencia de la transmutación de valores es más significativa y visible, debido a la personalidad muy permeable y volátil que nos caracteriza.
Dijo Salvador Dalí que “la mayor desgracia de la juventud actual es ya no pertenecer a ella”. Esta frase, por lo que entraña y nos descubre, bien podría valer tanto o más que el cuadro de los relojes derritiéndose, pero las frases célebres no se venden.
Cuando nos preguntamos por el declive moral de la juventud como fenómeno tan extremadamente generalizado, encontramos en el corazón de la cuestión con que efectivamente - y aunque inicialmente suene estúpido o contradictorio- los jóvenes hemos dejado a la juventud de lado.
Mientras que la juventud lleva en su naturaleza peculiar valores como el compromiso, los jóvenes de hoy los hemos suplantado por otros como la dejadez. Donde la juventud siempre había expresado ímpetu y temeridad, encontramos ahora vaguedad y apatía. Donde la juventud era sinónimo de ilusión, la indiferencia es la tónica mayoritaria entre los que se dicen jóvenes. Al plantearnos a nosotros mismos como el fin de toda acción que realicemos, la naturaleza humana se corrompe, y cae como un castillo de naipes desde el orden moral del individuo, al de toda la sociedad.
Caminando hacia uno mismo, con una mentalidad egocéntrica, no hacemos más que negar la naturaleza humana, darle la espalda a nuestra propia razón, que nos llama a buscar el bien, frente a la inmediatez corporal que nos vence con el hedonismo.
La raíz de la negación a nuestra propia razón en la búsqueda de actitudes que responden en su lugar a nuestra comodidad más inmediata, viene determinada por la introducción profunda en la moral de los jóvenes del relativismo moral. De algún modo todos sentimos que lo que hacemos está bien o mal, de forma reflexiva todavía podemos determinar en cuestiones sustanciales aquello que está bien o mal, todavía no vivimos en una alienación tal como para no poder buscar dentro de nosotros mismos y encontrar con sinceridad qué está bien, y como queremos actuar para con la verdad.
Javier Tebas
9 comentarios
http://es.youtube.com/watch?v=muKKjmOnkfY
Pues bien, bien, siga usted por ese camino, que ya parece que venís TODOS contando las mismas tonterías de siempre. A ESO llamo yo vacío de contenidos: el utilizar los prejuicios de siempre como si fuerais loros...
?Ves como estabas equivocado respecto al duenio de la bitacora?
No seas tan listo.
Y para vacios de contenido y otras tergiversaciones, las tuyas:
"Nosotros" no siempre somos tolerantes, (negativo).
En cambio, tu, siempre intentas ser tan tolerante como puedes, (positivo).
Que bonito, ?verdad?
Anda, deja de agredir con tu victimismo.
Ya estamos, además, con la misma cantinela de siempre de aquel que oye campanas y no sabe donde. "Nosotros" no somos tolerantes con "el resto" porque "nosotros" decimos lo que está bien y lo que está mal. Pues nada, siga usted con su estúpida y fingida tolerancia, que es inexistente, que "nosotros" seguiremos con nuestra "intolerancia" basada en el amor al prójimo, sea quien sea.
Y luego nos dirán a "nosotros" que lo único que hacemos es crear crispación, odiar al resto por ser distintos... ja ja ja. Me río yo de "vuestra" tolerancia.
Para todo ello hay que comenzar desde pequeños en las familias. Por eso los jóvenes del MFC de Madrid hemos creado inicialmente este blog
www.movimadrid.blogspot.com
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