Líbano, tierra fiel a Cristo

En el siglo IV d.c: Cuando en occidente, en España o Italia los cristianos eran todavía arrasados por Diocleciano, nacía en las tierras del Líbano un hombre llamado Marón, que sería Santo, con un temple y un espíritu suficiente como para crear una comunidad de seguidores de Cristo ejemplares que se batieron entre la fuerte presión árabe, y la del imperio bizantino que pretendía uniformizar su imperio en contra de los maronitas.

Fue en el siglo XII cuando a través de las cruzadas, tuvieron contacto con la iglesia de Roma, y cuando providencialmente descubrieron que su doctrina revelada era practicamente la misma, pese a siglos de distanciamiento geográfico y a la falta de contacto cultural que ello conllevó.

La iglesia maronita se integró formalmente siglos más tarde, en el XVI, a la Iglesia de Roma.

Han sabido como pueblo ser tenaces frente a un Islam amenazante durante centenares de años, y siempre, desde que durante las cruzadas tomaron contacto en el S.XII, y hasta el siglo XIX, han recibido nuestro apoyo, el de sus hermanos católicos de occidente.

Tras la reorganización de oriente medio, con la desaparición del imperio otomano. Se crea el Líbano, sobre la zona de Fenicia y Crisol, donde vivían todos los maronitas, siendo protectorado de Francia hasta 1943 cuando se declare independiente.

Ello no ha evitado el sometimiento impuesto por los árabes sirios, que han ocupado sus tierras junto a los terroristas palestinos, convirtiendo al Líbano en el campo de batalla de unos enfrentamientos entre yihadistas, terroristas palestinos, e imperialistas judíos sin escrúpulos que no han dudado en despreciar a los maronitas como víctimas colaterales en sus bombardeos. Pese a todo es admirable los grandes esfuerzos patrióticos de las Kaeteb (falanges libanesas), un movimiento político de inspiración cristiana, creado sobre la doctrina del homólogo movimiento político español nacido en la II República, y que desde la autonomía nacional del Líbano ha agotado todos sus esfuerzos por preservar su existencia, y la identidad cristiana irrevocable de su país.

¿Y nosotros? Mandamos tropas, sí, pero en una misión de paz que ha considerado lados ecuánimes de una guerra a los sirios liderados por Hezbolá (que ya gobiernan el país entero), y a los cristianos, todo bajo la sumisión hacia el Estado de Israel, que ha hecho estragos entre la humilde población libanesa maronita.