La Misa cara al altar
La publicación de la “Opera omnia” del Santo Padre, que será una recopilación de sus escritos sobre la Liturgia, está al caer. Es tristemente previsible que la inclusión de un texto en el que Benedicto XVI argumenta y analiza las razones por las que es apropiado que el sacerdote celebre la Santa Misa de cara al altar, sea objeto de polémica por parte de determinadas personas. No deja de ser curioso que los que más se las dan de “progres”, son en la práctica los más intolerantes e intransigentes, y como ya hicieron en su día - me da la ligera sensación- de que no dudarán en escandalizarse y levantar polémica.
Si analizamos con detenimiento y frialdad la postura de los críticos con ésta recomendación del Papa, nos damos cuenta de que el fanatismo progresista, que como todo fanatismo no viene marcado tanto por las ideas sino más por las actitudes, es feroz y desproporcionado. No tiene ningún sentido su reacción catastrofista y en gran parte criminalizadora, por el mero hecho de que el sacerdote, a la hora de orar y consagrar, lo haga como el guía de los fieles, en primer lugar, de cara a Jesucristo en el altar.
Por encima de una conmemoración teatral de la última cena, la Santa Misa es una renovación del sacrificio en el que Cristo se hace presente. No es memoria, sino realidad, viva y presencial, eje de nuestra vida y de la Iglesia. Por eso los protestantes, que no creen en la presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento, realizan una conmemoración dando un uso diferente al altar, como sí meramente se tratase de la mesa de la última cena.
El argumento de escandalizarse porque el sacerdote da la espalda, no tiene otro origen que el protestantismo, son algunos católicos tras el Concilio Vaticano II, los que se unen, muchas veces inconscientemente a la falacia.
Hay momentos en la Misa, en los que el sacerdote mira a los fieles asistentes, el sermón, las lecturas, momentos en los que el hecho de mantener un contacto visual puede considerarse necesario.
El Santo Padre Benedicto XVI ha sido verdaderamente valiente, cumpliendo con su imperativo moral, ajeno a las críticas que pueda levantar, por el hecho primero de ser fiel a la verdad. Como católicos nuestro apoyo debe ser abierto y filial, hay que alejarse de las tendencias que exageran por los cuatro vientos contra estas sencillas y bienintencionadas indicaciones para la Liturgia, porque parece que quienes instigan su crítica, no son precisamente católicos.
23 comentarios
Eso sí reconozco que la aversión y reservas que sienten algunos por la misa tridentina no puede ser calificada más que de infantil.
"""no dudarán en escandalizarse y levantar polémica"""
Pero si tú sólo te lo dices todo, hijo, qué polémica va a haber. Ya la has armado tú solito. Matas hormigas a cañonazos: los progres, hijo, no hacen estas soflamas "desproporcionadas" por cosa tan irrelevante. ¿Qué adjetivos guardarás para temas verdaderamente polémicos? Ya no te quedan adjetivos tremendistas para cuando haya un tema tremendo de verdad.
Josafat, hay aversiones aún más infantiles.
Pretendes hacer un casus belli de algo que no es mas que un Rito grato a muchos católicos, otros preferimos el rito Ordinario al Extraordinario y no somos "progres........ " todo lo contrario.
Trato,por otra parte de conocer cuales son las vivencias de quienes sois afectos, no partidarios (no puede dividir,sino unir),del Rito Extraordinario,solo encuentro pronunciamientos-bronca y similares.
Ya viví de niño el rito preconciliar,y,por tanto conozco el asunto,me gustaría ilustrarme de los que hoy lo vivís.
Por otra parte no podemos,nunca,nunca, responder al con el mal, al insulto con el "..y tu más";por el contrario "cuando te abofeteen pon la otra mejilla".
Creo que res muy joven y no me parece que te orientes hacia el amarillismo informativo religioso.Un abrazo y adelante.
No sé porqué siempre se confunde la orientación del sacerdote con el rito celebrado, cuando son cosas distintas.
Por otra parte, lanzo la idea de celebrar alguna vez el Rito Extraordinario en lengua vernácula. Muchas personas que lo critican de buena fe se verían gratamente sorprendidas por la profundidad, belleza y densidad espiritual de sus textos.
Si no lo aceptamos, estamos incurriendo en una grave intolerancia contra nuestra Iglesia.
Personalemente, cada vez que hay una misa con el rito extraordinario en mi parroquia (2 por mes), asisto a ella, lo que no me impide acudir con gusto a la misa habitual de mi iglesia cada semana. Dios está allí, entre nosotros.
Cuanto mejor la cercanía del sacerdote que nos mira y los fieles entendemos mejor la celebración.
Después de todos no conviene mirar hacia atrás. Que malo es que el celebrante mire a los fieles?......
Cuanto mejor la cercanía del sacerdote que nos mira y los fieles entendemos mejor la celebración.
Después de todos no conviene mirar hacia atrás. Que malo es que el celebrante mire a los fieles?......
A ver qué palabras dejas para lo grave de verdad. las has gastado en vano. Las palabars y la vehemencia también sufren la inflación: se devalúan cuando abundan en cantidad e intensidad. Ya ves que casi todo el mundo lo encuentra tema menor para tanta artillería como sacas, hijo.
Buena idea la de Bastidores, je je
A la vista de los comentarios que se han sucedido veo que no me equivoqué.
Un recién nacido es mucho más maduro que los sesentayochistas.
Contemporáneamente se publicaba sobre el mismo argumento:
U. M. LANG, Volverse hacia el Señor. Orientación en la plegaria litúrgica, Cristiandad, Madrid, 2007.
Y aquí, ¿has visto mucha bronca con tal motivo? Me refiero a bronca que no hayas empezado tú, a bronca progre.
Y me parece igual de bien que al revés.
1. Se puede celebrar perfectamente el rito ordinario vuelto hacia el altar. Es la fórmula "ad orientem" que el mismo Santo Padre utiliza en sus misas privadas, y no tenéis por qué creerme a mi, se vio clarísimamente en el documental que grabó la RAI italiana, algo así como "un día con Benedicto XVI".
2. D. Javier habla de la concepción protestante del altar como una mera "mesa". No le falta razón, y lo grave es que parte de eso ha calado en la mente de algunos católicos de manera más o menos sutil. Es terrible ver como unos altares, antaño decorados preciosamente, se ven ninguneados por montones y montones de flores y plantas, que pretenden llegar el vacío que deja la presencia del sacerdote (más "alter-Cristhus" que nunca en la celebración).
La forma extraordinaria del Rito Romano tiene, en suma, ciertas ventajas. Las hemos discutido largo y tendido, y ambas formas son igual de válidas. Aunque yo prefiera el extraordinario, el ordinario me sirve bien como misa entre semana.
Pax et bonum!
http://www.unavocemalaga.com/
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