Gaudeamus, la alegría como actitud cristiana
He querido titular al blog “Gaudeamus”. Por una parte porque es un himno universitario, y al fin y al cabo mi entorno es ese, la universidad. Pero otra parte, y ésta es la que quiero reseñar como importante, por ser la traducción latina de “alegrémonos”.
Las actitudes cristianas del optimismo, de la felicidad, de la alegría, tienden a ser olvidadas como tales, especialmente cuando nos abruman los males y las dificultades. Pero el optimismo es la primera premisa para el buen hacer de nuestros proyectos, y la alegría, la primera para una agradable y próspera convivencia con nuestro entorno.
Evidentemente es imprescindible que estas actitudes se fundamenten sobre la realidad, es decir, no es feliz el que se evade del mundo y vive en su burbuja de ilusiones falsas.
Como tantas veces nos ha recordado a los jóvenes el Papa, a menudo la sociedad nos vende alegría por los cuatro costados, dando a nuestros sentidos “gato por liebre”, tirándonos al barranco de las sensaciones, perdiéndonos en sentir o experimentar impulsivamente sin ningún trasfondo, y al final de todo, no encontramos nada. Tampoco consiste la alegría del Señor en esperar de Él milagros sobre todos nuestros problemas, eso lo proponen esas sectas de la predicación que utilizan a Dios como un reclamo de marketing, que te va a pagar la hipoteca, te va a curar los pies planos, y te va a quitar el ardor de estómago.
El sufrimiento sin embargo, forma parte irrevocable de nuestra condición humana, y saber vivir en él es señal de comprender su sentido, un sentido de salvación, en el que a través de la comprensión se llega a encontrar la más sincera alegría. Cómo podemos olvidar que fuimos redimidos a través del sufrimiento en la cruz, qué otro ejemplo manifiesto necesitamos para descubrir, pese a lo misterioso que resulte, que el sufrimiento es un camino difícil, muy difícil, pero en el que no se abandona la alegría.
Pues sufrimiento y felicidad no son antónimos, pese a que hoy se nos presenten como tales.
También me pregunto a veces, ¿cómo ser optimista, cuando el agua llega a la cubierta del barco y el naufragio parece inminente? Cuando unos gobernantes que desprecian la nación sobre la que gobiernan, que la manchan de abortos, y niegan la Ley de Dios sobremanera, cuando el pecado es verdad generalizada y aceptada por la sociedad, y ¿cómo (me ahorro la palabrota) vamos a ser optimistas?. Pues a través de la Fe, esa que en otras ocasiones ha levantado a los hombres, a través de ese optimismo del que nos impregnamos para ponernos a trabajar por nuestros valores en tanto a nuestras posibilidades, ese espíritu que tantas otras veces en la Historia ya ha conseguido reconducir situaciones calamitosas. Que no nos llamen profetas de calamidades cuando lo único que auguramos es el empeño y trabajo que pondremos por una victoria moral, sobre el mal presente.
Gaudeamus igitur, alegrémonos pues (traducido). Tanto como me alegro de tener el honor de compartir este blog con Religión en Libertad, y sus estupendos lectores.
10 comentarios
Es un placer compartir espacio en Religión en Libertad con ese torrente de vida que llevas por dentro. ¡Adelante!
Ah, no se me olvide, ahora podremos meternos con la "juventud", enorme cantera eclesial española. No hay cosa peor que la adulación o la crítica a los jóvenes por ser jóvenes, a los ancianos o a las mujeres o a los profesores por el mero hecho de serlo. De momento ¡felicitaciones y muchos ánimos!
Estoy convencido que formarás parte de los "favoritos" de muchos lectores (en el mío ya estás). Por fín puedo dejar de ser profeta de calamidades.
Mucha suerte.
Seas bienvenido a Religión en Libertad y espero que, al menos yo, podamos/pueda aprender bastante de alguien que, en su juventud, ha sabido demostrar (ya sabes, por lo de Sidney) que mucha juventud española está llena del Espíritu.
Perdona si te tuteo, es que tengo bastante más edad que tú.
Nos leemos.
Salud
Bienvenido, Javier. Aquí tiene a un amigo de la alegria, del buen humor y de la responsabilidad, como leo que te has expresado. Un saludo cordial.
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