La infinita superioridad de la Fe Verdadera
Perdonen que me salte las buenas formas, la diplomacia de las altas instancias, y que quizás no utilice los términos más idóneos, pero somos superiores. No me refiero a mí, Javier Tebas, el primero de los pecadores, ni a ti que -en menor medida- probablemente también lo seas. Me refiero a la Fe que profesamos, a Jesucristo, a sus santos y mártires, a la obra de la Iglesia, a los sacramentos, a su mensaje y a su Doctrina. Lo digo plenamente convencido, sin cortapisas. La Religión Católica es infinitamente superior a otras creencias. De hecho es la Única y Verdadera.
¿Ha sonado presuntuoso? lo absurdo sería que no lo pensase. Donde estaría mi Fe si la equiparo a aquellas creencias que siguen “misteriosas revelaciones” de profetas polígamos de dudosa moral. Se llame Joe Smith y presente unas láminas de oro entregadas por el ángel Moroni, o se llame Mahoma, y presente un libro de versos lleno de contradicciones dictado por el arcángel Gabriel.
Lo siento de veras si alguno cree que me aparto del ecumenismo, pero no puedo equiparar la Fe católica con quienes esperan reencarnarse en una vaca, o viajar en una nave espacial a un nuevo planeta. Creo que el ecumenismo es asumir y admirar todo lo de verdad y virtud que cada creencia pueda tener.
Es cierto que cuando el hombre busca lo trascedente y la relación con Dios, encuentra muchas veces la necesidad de practicar valores como la caridad y la honradez. Por eso también entiendo que millones de musulmanes, judíos, hindúes, budistas, jainistas, mormones y hasta los amigos de la Pachamama, serán muy superiores a mí en su práctica de la caridad. Y sabemos que no sirve el “sola fides”, solamente la Fe no salva. Por eso el comienzo del artículo hay que matizarlo por segunda vez, no somos superiores nosotros (ningún ser humano lo es sobre otro), lo es nuestra Fe, la Única Fe, por el hecho de ser Verdadera.
Aunque quieran hacerlo parecer, aceptar la Fe católica como Única y Verdadera no supone creer en un supremacismo matón, de aire creído y chulesco, no tenemos siquiera por qué enorgullecernos puesto que poseer la Verdad no ha sido cosa nuestra. No es un llamamiento fanático a una guerra santa. Muy al contrario, el convencimiento de que nuestra Fe es superior, ahonda en la disposición de llevar impetuosamente el mensaje del Evangelio al último rincón del mundo. Desde el respeto, desde la aceptación de que Dios nos ama por igual, desde la comprensión de los obstáculos que cada uno pueda encontrarse para recibir el Don de la Fe.
Convencidos de nuestra Fe, es cuando más buscaremos la virtud en la caridad y los valores cristianos, completamente refrendados por la moral natural inherente hombre.
En el sentido inverso, dar un mismo valor a todas las creencias y culturas, conlleva por pura lógica que se desvanezca el convencimiento de aquello en lo que creemos. Si todas las culturas y creencias son igual de buenas y tienen la misma autoridad moral, no existen motivos fundados para que la nuestra prevalezca sobre el resto. Si lo mismo es, y por igual debemos considerar a todo el que alaba a Dios, no habrá reparo en que unos chavales lleguen a una catedral, echen las alfombras, y pongan las nalgas al Oeste y la cabeza a la Meca.
Javier Tebas
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