Los zombis de la Misa final
Hay que decirlo todo. Del millón y medio de jóvenes repartidos por todos los cuadrantes, la mitad no pescan absolutamente nada. Cientos de miles están a kilómetros no ya del Papa, sino de una pantalla y un altavoz desde el que seguirlo. Así que al llegar, el panorama entre los más atrasados con respecto al escenario es un poco desolador. No reprochable, desolador. Entre esterillas, mochilas y botellas, unos siguen durmiendo, otros, con la mirada perdida hacen ademán de mirar al horizonte. El que menos lleva una semana comiendo suelo, pasando calor, con pocas horas de sueño y caminando bastante.
Conforme se avanza hacia los cuadrantes más adelantados las caras de cansancio no mejoran. Mejoran las ganas, porque lógicamente algo se ve o se intuye, y eso basta para sacar fuerzas de alguna parte y hacer el esfuerzo titánico de levantarse.
La alegría no es una expresión facial. Ya sé que 13tv y muchos medios católicos (dejémoslo en afectos) no han parado de decirlo. Que si qué caras de alegría, que si qué felicidad rebosante entre tanta gente sonriente. Pues no, no sé si es por el empeño en demostrarnos lo bueno que es esto, pero la gente en la Misa final tiene una cara de zombi que da gusto. ¡Y eso es lo bueno! El gesto del sacrificio, del esfuerzo, del que aguanta allí porque lo que le mueve merece la pena.
Serpenteando por los pasillos organizados por los voluntarios, consigo llegar cerca del escenario. Justo detrás del mar de casullas blancas que ocupan los miles de sacerdotes concelebrantes. Son muchos y el sol refleja en sus gorritos oficiales, aunque un bonete rompe la uniformidad.
Y allí, en un sitio privilegiado, seguí la Misa. Volviendo a sentir en algunos momentos de la consagración el mismo silencio de la noche anterior. Ese silencio en el que uno cierra los ojos y pareciera estar solo. El mensaje es muy profundo. La homilía del Papa, para mí, refleja como nunca la principal virtud de Benedicto XVI, ser didáctico, doctrinal y muy comprensible. No sé puede seguir a Cristo por nuestra cuenta. Así es.
(continúa…)
9 comentarios
Te recomiendo que dejes éste deporte, te busques otros amigos que sean creyentes, que dejes decir que no eres buencristiano y emplees el tiempo en pedir a Dios que te cambie. No sé que acepción darle a la palabra friky dirigida a los que tu crees no son verdaderos cristianos o qué se yo, pero creo que debieras cambiar tu foto, estoy seguro que has de ser más apuesto que esa foto tan friki que enseñas.
¡Crece corchos! acicátale algo y búscate una mujer guapa y cristiana que te ponga unas santas riendas.
C del B En lo de la foto estamos de acuerdo, jajaja. En lo de mis amigos, no me voy a buscar otros. En pedir a Dios que me cambie, estupendo, creo que en eso debemos estar todos. En lo de los frikis, es el primer artículo. En este, no sé si ha leído, expreso mi más profunda admiración por todos los peregrinos.
¿Se les escapò de las manos? Hubo buena intenciòn pero mala organización?
Déjalo en manos de Dios , QUE TODO LO VE. Cuèntale a ÉL tus penas. Pídele que te proteja. Y deja que SU mano haga justicia. Tú tendrás tu recompensa. Fraternalmente, Hesse.
Es cierto lo que comentas sobre la misa multitudinaria. Mi mujer y yo nos logramos ubicar, no sin pocas y algo rocambolescas dificultades, en la zona final, la más alejada del escenario, la reservada a los "parias" (los que no tenían acreditación, los que no eran voluntarios, los que no eran sacerdotes, los que no eran...), zona no sólo a kilómetros de distancia del altar, sino en terreno vallado del resto, y por tanto aislado, que por si fuera poco se hallaba cinco o seis metros por debajo de la explanada principal, con lo que literalmente se hacía invisible siquiera la propia contemplación de la multitud para los miles y miles que allí estábamos.
Como colofón nos sentamos en uno de los famosos viales (si bien dejando espacio suficiente para el paso de las ambulancias), frente a decenas de servicios y lavabos, con un desagradable olor a orines (que no a incienso) y con el espectáculo poco espiritual de peregrinos de toda condición y estética (semidesnudos con monjes, monjas, sacerdotes, etc.) lavándose las axilas o subiéndose la bragueta en cualquier momento de la celebración de la Eucaristía, incluída la consagración. Por supuesto, ninguno de los centenares de miles que estábamos allí, como ya se nos advirtió previamente, pudimos comulgar.
Es evidente que era muy difícil seguir las Misa en estas condiciones, aparte el enorme cansancio en todos los asistentes. Objetivamente no se daba ninguna de las condiciones mínimas para asistir a Misa de forma adecuada. Yo no repetiría esta experiencia, pero también fue importante para nosotros poder estar finalmente con el Papa, aun con tantas penalidades, que todos con bastante paciencia arrostrábamos.
Hesse... encantador y bienintencionado, pero no sé yo... Entiendo perfectamente el cabreo de Francisco José y su desahogo aquí. Y no dudo que Dios también lo entiende perfectamente.
Hola Nova, gracias por tus palabras. Yo también comprendo la bronca de Francisco José. Y es importante que se desahoge,comparta sus penas y ojalá nuestras palabras le hayan servido de aliento ( ¿ las habrá leído ?)
Y si él considera necesario, que lo cuestione a las autoridades competentes.
Yo sòlo apuntaba a la carga interna, psicológica y espiritual con que afrontamos los hechos cotidianos.
Un saludo fraterno.
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