Crónica de la vigilia tormenta
Miles de personas se agolpan frente a una barrera policial. Son órdenes de arriba, aquí no pasa nadie. ¿Por qué? Cuestión de seguridad. Una nube de tormenta cierra el cielo y oscurece la tarde. Se agradecería el viento si no levantase tanto polvo. La tensión crece, mucha gente ha venido de muy lejos y no piensan quedarse a las puertas. Con la tormenta se desata una avalancha humana, unas dos mil personas rompen el cordón de voluntarios quinceañeros que, acojonados por la situación, no han aguantado más. Y entonces el caos.
Llueve con violencia, de la que duele en la cara. Vuelan paraguas, gorros, tiendas de campaña. Hasta solideos papales. Llueve barro y no se ve un carajo, tampoco se oye nada. Sólo los truenos, que terminan de dar un aire de campo de batalla a Cuatro Vientos. Algunos gritan, otros intentan cantar. El panorama es tal, que pareciera que viene uno a hacer la crónica de la operación tormenta del desierto.
El miedo de todos es que caiga alguna estructura escénica, algún andamio de altavoces o alguna pantalla. En un recinto sobrepoblado de peregrinos, sería dramático. Y a todo esto, ¿el Papa?, pues sentado en el altar un paraguas le cubre la cara. La seguridad vaticana al borde del infarto y él que no, que no se mueve.
Y después de la tormenta, llegó la calma. Y con la calma un murmullo por todos los cuadrantes. Como si hubiera fuese posible una analogía más exacta de lo que espera fuera. La gente se ha crecido. Somos católicos contra viento y tormenta, que caigan chuzos de punta, que aquí estamos.
Las velitas volaron, así que la vigilia, sin discurso pronunciado, giró en torno a la exposición del Santísimo desde el altar principal. Y después del caos, el silencio aplastante de la multitud. Aplastante. Aplastante. Cerca de mí, no muy lejos del altar, una chica llora. Lo hace sin ostentación, sin pose, no está pendiente de que nadie le vea. Me gustaría saber qué le recorre por dentro.
10 comentarios
Y, por cierto, me alegro de tu cambio de actitud hacia la JMJ. Una cosa es la consideración teórica de tales eventos; otra, es vivirlo. Y eso que sólo fui un mero asistente de algunos actos, y no un voluntario.
Fue así en la Vigilia de Oración de la Conclusión del Encuentro Sacerdotal, la Víspera de la Santa Misa en San Pedro del Vaticano, cerrando el Año Sacerdotal. Un silencio pesado, creyente, profundo, mescolanza de lágrimas, emoción, acción de gracias y - sobre todo - (sobre todo) Adoración a Cristo por todos los bienes que nos ha dado.
Que estas JMJ te hayan confortado en tu fe y permitan muchos más post en esta Infocatólica.
Gracias.
La conclusión es que una persona que ha pagado para estar cerca del Papa y poder vivir la experiencia de cerca, se queda a las puertas. Y claro, eso mosquea bastante, sobre todo si has venido desde países lejanos y gastándote mucho dinero.
Donde estábamos nosotros había tensión por eso y aún así creo que la gente dio buenas muestras de paciencia y buen humor (habiendo jóvenes, padres con niños...) porque verdaderamente las ganas eran de tirar la valla y pasar.
A nosotros nos ha supuesto un chasco esta organización, porque además, en la zona habilitada para la gente sin acreditación, ni había pantallas, ni altavoces apenas, ni baños, ni papeleras ni nada...
Y claro, aportas dinero e ilusión y te encuentras con eso...
Pero bueno, recemos por los frutos de esta JMJ e intentemos quedarnos con lo bueno
Interpretaciones contrapuestas tientan al alma para ser admitidas en su ánimo y entendimiento:
¿La Barca de Pedro, zozobrando en medio de un océano tormentoso? El Papa se mantuvo en su puesto, no se retiró. Pero Cristo se durmió en la barca durante unos minutos… y estalló la tormenta. La gracia divina llovía sobre las almas jóvenes y actuaba aunque… cabe suponer que no todos reaccionarían de la misma forma pues… ¿sucedió todo tal como hemos visto en las pantallas de televisión? Imposible abarcar todos los rincones del aeropuerto con unas cámaras…
¿Comparar la fuerza del viento con la fuerza del Espíritu animando a las almas a celebrar la Pascua del Señor, con el Papa a la Cabeza? Pero sucedió que algún discurso papal preparado no tuvo lugar por comprensible fuerza mayor… Y, además, ¿no hemos escuchado hace poco, en la misa, que Dios se le presentó al profeta como una suave brisa?
¿Era la lluvia un don refrescante tras una tarde de calor agobiante?... ¡Pero si la tormenta nos ha privado del don de la comunión el día siguiente! ¿Entonces?...
Entonces… ¿las fuerzas impetuosas del mal estaban desatadas contra la joven Iglesia de Cristo?... No, no me lo creo.
Podríamos estar buscando explicaciones más o menos aceptables o rechazables de lo sucedido. Sencillamente, descargó una tormenta: lluvia, viento, y aparato eléctrico. Eso es todo.
La oración de laudes de hoy lunes, 22 de agosto, no tiene pérdida. Destaco, del salmo 28, casi todo él:
“Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
El Señor descuaja los cedros del Líbano,…
la voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,…
La voz del Señor retuerce los robles
el Señor descorteza las selvas,
En su templo, un grito unánime: « ¡Gloria!».
El Señor se sienta por encima del aguacero,
El Señor se sienta como rey eterno,
El Señor da fuerza a su pueblo,
El Señor bendice a su pueblo con la paz”
Cuatro Vientos era el Templo de Dios: adoración, conversión, catolicidad, misa, comunión... todo estaba concebido para ser templo. Era el santo Templo de Dios, la Iglesia misma, con Pedro a la cabeza.
¿Qué significan las palabras del salmo, o qué se desprende de ellas? Bueno… es consolador que toda la Creación esté sometida al Señor, incluso lo que más nos sorprende porque su fuerza destructora parece ir contra los planes de Dios, pero pase lo que pase, no hay que temer. Se nos invita a dar Gloria a Dios en las fuerzas de la naturaleza.
Ocurre que si Cristo ha instaurado un orden nuevo en el mundo, una nueva Creación, la segunda y definitiva, ocurre, digo, que la primera aún no ha sido derogada, pues aunque todo ha de sometérsele bajo sus pies, esto no ha sucedido todavía: seguirá habiendo tormentas, tsunamis, terremotos, volcanes…, y víctimas. Pero todo será sometido bajo sus pies y, finalmente, también la muerte. La tormenta nos viene a recordar esto.
"El Señor se sienta por encima del aguacero". Nosotros estamos debajo, y sometidos a él, es decir, a cualquier desastre natural y a los inconvenientes de esta vida presente, costosos trabajos, desaveniencias, guerras... pues estamos siendo purificados por esos mismos inconvenientes, de los que tratamos de huir: es como un “bautismo prolongado”. El Señor somete bajo sus pies todo lo que nos sucede a nosotros, bueno y malo, y para eso cuenta con nosotros. Ya Cristo “nos” dijo: ¿Sois capaces de bautizaros con el mismo bautismo con el que yo me voy a bautizar? Y en ese pasaje no se refería al bautismo incruento del agua, sino al de sangre: su Cruz redentora.
¿Ha supuesto la tormenta un aventar el grano para separarlo de la paja? Puede ser. Si es el Dueño de la mies el que lo ha dispuesto, es segura una buena cosecha: pero el grano joven todavía deberá ser sembrado, de nuevo, para una más abundante cosecha futura con la que poder obtener un Pan divino más puro y universal, y por tanto, más sabroso al alma, y más vivificante. Es la Iglesia, en efecto, Pan divino, Cuerpo Místico de Cristo, y los jóvenes son la Iglesia del futuro.
Vivamos en el Señor.
Vengo admirada del comportamiento de los que allí se encontraban, muchos de los cuales tenían acreditación y no pudieron acceder a sus lugares reservados. No escuché quejas, no hubo discusiones sino mucha alegría, mucha ilusión y sobre todo, mucha devoción.
No soy joven - asistí acompañando a mi hija que sí lo es- y la actitud de la juventud reunida en el "extrarradio" de Cuatro Vientos me ha parecido digna de elogio y me ha hecho cambiar la opinión que tenía sobre la juventud en general.
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