Obediencia de un buen hijo: “No he aprendido el ecumenismo de Vuestra Santidad”
Estas palabras, aparentemente con tono fuerte y despecho, fueron dichas por San Josemaría Escrivá al Papa Juan XXIII en la audiencia que el Pontífice le había concedido el 5 de marzo de 1960. La realidad es distinta de lo que pueda aparecer a primera vista. El mismo San Josemaría lo contextualiza: “Padre Santo, en nuestra Obra siempre han encontrado todos los hombres, católicos o no, un lugar amable: no he aprendido el ecumenismo de Vuestra Santidad”. El se rió emocionado, porque sabía que, ya desde 1950, la Santa Sede había autorizado al Opus Dei a recibir como asociados Cooperadores a los no católicos y aun a los no cristianos.
Sin embargo, es un hecho que tales palabras fueron pronunciadas a un pontífice, y a mí me enseñan mucho. Me enseñan una obediencia desde el amor e integridad, obedecer con autonomía e inteligencia. Para hacer, previamente hay que ser. El ecumenismo lo es de amor, de vida cristiana que se manifiesta al que está al lado. El ecumenismo es bueno para hacer amigos, no doctrina que no cambia sino se enseña, se hace entender, da oportunidad para que se entienda.
Lo deja bien escrito en una carta a los miembros del Opus Dei fechada en 12 de diciembre de 1952: Protestantes de muy diversas denominaciones, hebreos, mahometanos, paganos, pasan de la noble amistad con una hija o con un hijo mío a la participación en labores de apostolado. Y, como por un plano inclinado, tienen así ocasión de conocer la riqueza de espíritu que encierra la doctrina cristiana. A bastantes les dará el Señor la gracia de la fe, premiando así su buena voluntad, manifestada en la leal colaboración en obras de bien.
Sin duda, de San Josemaría, todos sin excepción, pueden aprender de ecumenismo. En una tertulia en Chile, le pregunta una persona sobre lo mismo en aquellos años de convulsión posconciliar, de afán superficial por lo nuevo (la respuesta del santo a estas cuestiones era siempre de que la fe de la Iglesia es la misma y seguirá siendo siempre la misma. No ir tras la sed de novedades, sino acudir a lo seguro, refrigerarse en el Catecismo Romano – entonces todavía no estaba editado el nuevo CEC). San Josemaría le comenta lo de las labores apostólicas en las que pueden participar las personas de otras religiones, pero le aclara: “Yo no voy a una mezquita a rezar con un musulmán, yo rezo por un musulmán”. Porque no hemos recibido un espíritu de automatismo o esclavitud, sino de la libertad de los hijos adoptivos de Dios, y desde esa libertad gritamos Abba, Pater, en el Espíritu Santo.
9 comentarios
El mismo criterio dio sobre protestantes: rezar con ellos, no; por ellos, sí.
A esta altura debería estar disponibles en internet todos los vídeos de las tertulias, por más que sean "eclesiásticamente incorrectos" y haya palos a la ecumanía dialoguista.
Saludos.
Saludos.
Si hay una razón para orar ¿porque no hacerlo? En el trabajo oramos por un compañero que se encontraba bastante delicado de salud y varios compañeros son evangélicos. Si hubiera visto que la intención era protagonismo evangélico no hubiera participado, pero era una sincera oración por su recuperación. Si los evangélicos son los que nos apoyan en las marchas anti gaymonio y antiaborto ¿negaremos una oración en conjunto por el buen desarrollo de la actividad y por las víctimas de estas ideologías?
Creo que lo importante es poner en claro nuestra Fe y darla a conocer ya sea dirigiendo la oración o algunas de las peticiones por ejemplo.
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El mensaje se refiere al culto en el templo, que no hay que mezclar. ¿Hacer una oración en el trabajo por un compañero junto con los protestantes? En principio, no veo inconveniente. O comer con un protestante y este o tú den gracias por el alimento, ¿por qué no?
Por supuesto, me agradaba ver a quienes habían sido mis hermanos en el Señor durante todo ese tiempo, pero ahí acababa toda mi "alegría".
Muchas gracias.
Gracias Milenko.
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