Para un casado/a lo primero es Dios, luego su esposa/o
Porque la sabiduría de este mundo es necedad delante de Dios. (1 Cor, 19)
No confíen más en el hombre, pues no dura más que el soplo de sus narices: ¿para qué estimarlo tanto? Is 2, 22
Para un cristiano el título de este post parece obvio, ¿quién, si no Dios? Es absurdo siquiera plantearse el asunto. Sin embargo, es muy fácil despistarse. El mismo Señor nos lo dice claramente: “El que ama a su padre, madre, mujer,… más que a mí, no es digno de mí”. Porque una cosa es entender algo conceptualmente, y otra vivirlo.
Lo que dio lugar a esta reflexión fue una carta (probablemente reenviada) de un buen amigo, que seguramente quería aportar su granito de arena para que mi vida familiar vaya siempre y solamente a mejor. Le agradezco su preocupación, pero debo hacer constar mi total oposición al planteamiento. Pero primero la carta, aquí sigue:
PRIMERO TU ESPOS@
Un día acudí a una clase con mi novia, no recuerdo mucho del tema de la clase, lo que sí recuerdo con frecuencia es la dinámica que se realizó.
Nos sentamos todos en círculo, y nos pidieron a Norma y a mí que nos sentáramos juntos.
La instructora dijo ’Supongamos que Juan Pablo y Norma Se acaban de casar…
Ellos han construido su hogar, establecido sus normas.
Son felices. Con el tiempo viene el primer hijo…Llamaron a uno de Los jóvenes y le pidieron que se sentara entre nosotros.
’Norma y Juan le dan la bienvenida a su hogar.
Viene entonces el Segundo hijo.
Pidieron a otro de los jóvenes que se sentara al lado de su ’hermano’, entre nosotros.La familia va creciendo, Norma y Juan son muy Buenos Padres y literalmente dedican su vida a ellos.
En la dinámica tuvimos tres o cuatro hijos más. En cada ocasión pidieron a alguno de los jóvenes o jovencitas que se sentaran en medio de nosotros.
El tiempo pasa, continuó la instructora, llega el día en que los hijos hacen su propia vida.
Primero, Julio se Casa y forma su propio hogar. Nuestro ’primer hijo’, se levantó y ocupó su nuevo lugar, y así sucesivamente. Cuando todos terminaron de irse, la instructora hizo una pausa y dijo:
Ahora miren la distancia que existe entre ellos.
Efectivamente, había entre nosotros una distancia de 6 ó 7 sillas vacías.
¿Qué pudo haber causado ese hueco enorme? Juan y Norma han cometido un gran error, han permitido que sus hijos se interpongan entre ellos; y ahora que están de nuevo solos, si acaso, tendrán que empezar a conocerse.
La instructora nos explicó el error de darlo todo por nuestros hijos….
Explicó que la base del fundamento del hogar no son los hijos, sino la pareja y que ésta debe permanecer unida contra viento y marea.
De hecho, el mejor regalo que se puede dar a los hijos es saber que sus padres se aman y que permanecen unidos y así ellos aprenderán a amar en función de cómo se aman sus padres.
Si los padres no salen juntos, no se siguen cortejando, no se hablan con ’tiernos acentos’ y no se comunican entre ellos de manera frecuente y especial, es escasa la probabilidad de tener hijos espiritual y emocionalmente estables y, cuando ellos partan de casa, nos encontraremos incomunicados. No es egoísmo, por el contrario, es un seguro de vida para ellos y para nosotros mismos.
Primero la pareja. Son los hijos los que deberán acomodarse. La vida familiar no tendrá que girar en torno a ellos, sino en torno de los padres.
Tengamos el valor de decir: ’Primero MI esposo (a)’, o irnos preparando, muy posiblemente, para pasar una vejez solitaria, por no haber aprovechado la oportunidad que tuvimos para construir una vida en pareja.
Sigue estas sencillas reglas y tendrás éxito…
1. Soltero o soltera: Primero tus papás.
2. Casado o casada: Primero tu esposa (o) en segundo lugar tus padres.
3. Casado (a) con hijos: Primero tu esposa (o), segundo lugar tus hijos, tercer lugar tus padresMICRO-REFLEXIÓN:
“Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo… en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado".
¿Dónde está el fallo? El fallo está en que Dios no está en ninguna parte. Al menos si soy yo, o un cristiano en general, el que debe sacar provecho de estos consejos. ¿Cómo una relación humana, para un cristiano, puede prescindir de Dios? Es más, considero que un cristiano debe ver todo desde Dios. Porque, “Si el Señor no construye la casa, en vano se esfuerza el constructor”.
Algunos dicen que los planteamientos hay que hacerlos “para todos” con el fin de aunar esfuerzos en una misma dirección.
Otra vez de una simple frase surgen tantas preguntas. ¿Cuál es esa dirección? ¿Hacia dónde, si se puede saber? Por otra parte, no tengo nada en contra de estar con todos, pero sí tengo en contra que si para eso se requiere que me olvide de mi condición de cristiano.
Por eso, permíteme amigo mío que te cite una frase que tal vez te suene:
Aconfesionalismo. Neutralidad. —Viejos mitos que intentan siempre remozarse.
¿Te has molestado en meditar lo absurdo que es dejar de ser católico, al entrar en la Universidad o en la Asociación profesional o en la Asamblea sabia o en el Parlamento, como quien deja el sombrero en la puerta? (Camino, 353)
Podría citar cuarenta mil, pero la cuestión es que vayamos a lo esencial. Estaré con todos y para todos, pero desde mi convicción cristiana, que si bien no la haré constar soltando troncos, al menos procuraré que de mi hacer puedan sacar la conclusión que mi referencia esencial es Cristo:
Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo. (Camino, 2)
Detesto el esfuerzo solamente humano, no existe para mí. Vivo entre los hombres como aquel que quiere llevar algo que desciende desde arriba, del Cielo. Para eso estoy con los hombres, para que se note ese Cielo, para hacerlo llegar en cuanto a mí me toque. La ilusión puramente humana, fracasa. Recuerda:
Al contemplar esa alegría ante el trabajo duro, preguntó aquel amigo: pero ¿se hacen todas esas tareas por entusiasmo? —Y le respondieron con alegría y con serenidad: “¿por entusiasmo?…, ¡nos habríamos lucido!”; «per Dominum Nostrum Iesum Christum!» —¡por Nuestro Señor Jesucristo!, que nos espera de continuo. (Surco, 773)
Por otra parte, mira a tu alrededor. Jamás se ha hablado tanto de la “pareja”, de la “felicidad de la pareja”, y nunca más hubo tanta infelicidad. Tantas familias que se rompen, que sufren por falta de cariño, atención, por no saber sufrir en los momentos, ¡tantos!, de sufrimiento. Por eso afirmo que si quitamos a Dios del horizonte, no tenemos nada que hacer.
Y por último, no eres el único que habla de “amistad y servicio”.
Por eso, hermano mío, lleva cuidado que no seas indistinguible, o peor, que no te reconozcan.
15 comentarios
Creo que la respuesta podría ser que el Rotary difunde una mentalidad humanista que prescinde de Dios en las cosas esenciales de la vida. Y la reemplaza con una vaga religiosidad ecologista.
En cuanto al tema del post, no puedo estar más de acuerdo : si ambos ponen a Dios por prioridad, la estabilidad del matrimonio está garantizada.
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Quise decir que lo que hace Rotary es cosa de ellos. Simplemente que no se nos confunda con ellos y similares.
Totalmente de acuerdo en tu planteamiento. Estuve pensando el otro día... el Señor nos dice que si le amamos guardaremos sus mandamientos. ¿Y cuáles son los mandamientos, resumiendo? El primero es: "Amarás a Dios por encima de todas las cosas." Si lo piensas, lo que dice el Señor es una especie de tautología, porque si el primer mandamiento es amar a Dios, sería imposible no amarle y gaurdar sus mandamientos. Como decir: "Si me amáis me amareis."
No sé si me he explicado. Me estoy liando quizás. Lo cierto es que sin amor a Dios no vamos a ningún lado. Toda la "solidaridad" que está tan de moda ahora no vale para nada sin amor a Dios. Es pura fachada y vanidad.
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De San Josemaría: "Nuestro modelo es el Señor y el Espíritu Santo es el modelador".
La familia bien constituida es también llamada “La iglesia doméstica” ¿Han visto muchas de esas “Iglesias domésticas” últimamente?
No, no son comunes en esta época. Fundamentalmente porque muchos esposos que se dicen católicos han renunciado a su deber de padres y madres de familia, y muchos de ellos han buscado como refugio y excusa a la religión, y en consecuencia sus vástagos han tomado tal aversión por ella que niegan unirse por el sacramento del matrimonio.
No seamos mentirosos con nosotros mismos, arboles buenos dan buenos frutos, no pongamos a Dios por delante o por detrás de nosotros, cumplamos con nuestros deberes de buenos esposos que engendran no-solo hijos de la carne, sino también espirituales.
Pero con el ejemplo, no solo con palabras.
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J, supongo que es para que conste que la condición en la que se encuentra una persona (casado o soltero) no imposibilita seguir a Jesucristo.
Por otra parte, en el caso de Pedro, bien claro queda que primero es Dios.
P.S. Lo que me llama la atención es que según el evangelio no consta que la suegra de Pedro da gracias a Jesús por haber sido curada. En la obra de Valtorta consta que la suegra de Padro no pudo verlo (a Padro) ni en la pintura.
Por curiosidad te pego lo de Valtorta:
Curación de la suegra de Simón Pedro.
Pedro le está hablando a Jesús. Dice:
- Maestro, quisiera rogarte que vengas a mi casa. No me atreví a decírtelo el sábado pasado. Pero... querría que vinieras.
- ¿A Betsaida?
- No, aquí... a casa de mi mujer; la casa natal, quiero decir.
- ¿Por qué este deseo, Pedro?
- Por muchas razones... y, además, hoy me han dicho que mi suegra está enferma. Si quisieras curarla, quizás te...
- Termina, Simón.
- Quería decir... si te la presentasen, ella dejaría... sí, en definitiva, ya sabes, una cosa es oír hablar de uno y otra cosa es verlo y oírlo; y si esta persona, además, cura, pues entonces....
- Entonces cesa incluso el odio, quieres decir.
- No, odio no. Pero, ya sabes... el pueblo está dividido en muchos pareceres, y ella... no sabe a quién hacer caso. Ven, Jesús.
- Voy. Vamos. Advertidles a los que esperan que les hablaré desde tu casa.
Van hasta una casa baja, aún más baja que la de Pedro en Betsaida, y situada aún más cerca del lago, del que está separada por una faja de orilla guijarrosa; y creo que durante las borrascas las olas van a morir contra los muros de la casa, que es baja pero muy ancha, de forma que da la impresión de que estuviera habitada por varias personas.
En el huerto que se abre en la parte delantera de la casa, hacia el lago, no hay más que una vid vieja y nudosa, extendida sobre una rústica pérgola y una vieja higuera plegada completamente hacia la casa por los vientos del lago. El ramaje del árbol, como cabellera des- peinada, apenas roza sus muros y llama a los postigos de las pequeñas ventanas, cerrados como protección del vivo sol que incide sobre la casita. Sólo se ve esta higuera y esta vid y un pozo bajo con su brocal verdoso.
- Entra, Maestro.
Algunas mujeres están en la cocina: dedicadas unas a remendar las redes; otras, a preparar la comida. Saludan a Pedro y luego se inclinan, confusas, ante Jesús, mirándolo de soslayo con curiosidad.
- Paz a esta casa. ¿Cómo está la enferma?.
- Habla, tú que eres la nuera más mayor - le dicen tres mujeres a una que se está secando las manos con el borde del vestido.
- La fiebre es fuerte, muy fuerte. Hemos llamado al médico, pero dice que es demasiado anciana para poder sanar y que cuando ese mal de los huesos va al corazón y da fiebre, especialmente a esa edad, la persona muere. Ya no come... Yo trato de prepararle comidas apetitosas; como ahora, ¿ves, Simón? Estaba preparándole esa sopa que le gustaba tanto. He escogido el pescado mejor, de los cuñados. Pero no creo que pueda comérsela. Y además... ¡está tan inquieta! Se queja, grita, llora, impreca...
- Tened paciencia como si fuera vuestra madre y Dios os otorgará el mérito, elevadme donde ella.
- Rabí... Rabí... no sé si querrá verte. No quiere ver a nadie. Yo no me atrevo a decirle "ahora te traigo aquí al Rabí".
Jesús sonríe sin perder la calma. Se vuelve hacia Pedro:
- Te toca a ti, Simón. Eres hombre, y el más mayor de los yernos según me has dicho. Ve.
Pedro hace una mueca significativa... Obedece; cruza la cocina, entra en una habitación y, a través de la puerta, cerrada tras él, lo siento conversar con una mujer. Asoma la cabeza y una mano y dice:
- Ven, Maestro, date prisa - y añade, más bajo, apenas inteligiblemente - Antes de que cambie de idea.
Jesús cruza rápido la cocina y abre de par en par la puerta. Erguido, en el umbral, pronuncia su dulce y solemne saludo:
- La paz sea contigo.
Entra, a pesar de no haber recibido respuesta. Va junto a una yacija baja en la que está echada una mujer pequeña, toda gris, flaca, jadeante a causa de la fiebre alta que le enrojece el rostro consumido.
Jesús se inclina hacia el camastro, le sonríe a la viejecita y le dice:
-¿Te encuentras mal?
- ¡Me muero!
- No. No te mueres. ¿Puedes creer que Yo te puedo curar?
- ¿Y por qué habrías de hacerlo? No me conoces.
- Por Simón, que me lo ha pedido... y también por ti, para darle tiempo a tu alma de ver y amar la Luz.
- ¿Simón? Mejor sería si... ¿Cómo es que Simón ha pensado en mí?
- Porque es mejor de lo que tú te piensas. Yo lo conozco y lo sé. Lo conozco y es para mí un placer acoger lo que me pide.
- Entonces, ¿piensas curarme? ¿Ya no moriré?
- No, mujer. Por ahora no morirás. ¿Puedes creer en mí?
- Creo, creo. ¡Me basta con no morir!
Jesús sonríe de nuevo, le coge la mano de hinchadas venas y llena de arrugas, la cual desaparece en la suya, juvenil; se pone derecho tomando el aspecto de cuando hace un milagro y grita:
-¡Queda curada! ¡Lo quiero! ¡Levántate! - y le suelta la mano, cayendo sin que la anciana se queje, mientras que antes, aunque Jesús se la hubiera tomado con mucha delicadeza, el solo hecho de moverla le había costado un quejido a la enferma.
Un tiempo breve de silencio; luego, la anciana exclama fuerte:
- ¡Oh! ¡Dios de los padres! ¡Si yo ya no tengo nada! ¡Pero si estoy curada! ¡Venid! ¡Venid!.
Acuden las nueras.
- ¡Mirad! - dice la anciana - ¡Me muevo y ya no siento dolores! ¡Y ya no tengo fiebre! Tocad, veréis qué fresca estoy. Y el corazón ya no parece el martillo del herrero. ¡Ah! ¡Ya no me muero! — ¡ni siquiera una palabra para el Señor!.
Pero Jesús no se lo toma a mal. Le dice a la nuera más mayor:
- Vestidla. Que se levante. Puede hacerlo - Y se encamina hacia la puerta.
Simón, desconsolado, se dirige a la suegra:
- El Maestro te ha curado, ¿no le dices nada?
- ¡Pues claro! No me daba cuenta. Gracias. ¿Qué puedo hacer para decirte gracias?
- Ser buena, muy buena. Porque el Eterno fue bueno contigo. Y, si no te importa demasiado, déjame descansar hoy en tu casa. He llegado esta mañana al alba después de recorrer durante la semana todos los pueblos cercanos. Estoy cansado.
- ¡Claro! ¡Claro! Quédate si quieres - Pero no se la ve con mucho entusiasmo al decir esto.
Jesús con Pedro, Andrés, Santiago y Juan, va al huerto a sentarse.
- ¡Maestro!....
- ¿Pedro mío?
- Estoy desolado.
Jesús hace un gesto como queriendo significar: « ¡Bah!, no te preocupes». Luego dice:
- No es la primera, ni será la última que no siente inmediata gratitud. Pero no pido gratitud. Me conformo con proporcionarles a las almas un modo de salvarse. Yo cumplo con mi deber. Ellas que cumplan con el suyo.
Todo tiene su importancia, los esposos son una sola carne, lo ha dicho DIos, y de allí su importancia. La esposa debe ser amada como Cristo ama a su Iglesia, también está dicho, y otras tantas cosas.
Los padres son tan importantes que Dios lo confirmó con un mandamiento. Todo es importante.
Desde Dios en la cumbre todo adquiere su pleno sentido.
La carta que nos escribes hace referencia a un asunto concreto: que lo más importante para un esposo no son sus hijos sino su esposa con la que está casado y para los católicos y bautizados validamente nada menos que mediante un sacramento, presencia de la gracia
Es decir que creo que la carta señala bien una realidad: que los hijos no sean excusa para no darse por completo al esposo /a aunbque indudablemente haya que cidarles y quererles y formarles cristianamente esperándolo todo de Dios
Otra cosa es que la carta no pretenda hablar de la relación con Dios en un matrimonio y de las prioridades
Pero incluso aquí no veo comunmente graves discrepancias: como Dios es lo primero para un cristiano, habrá que darse al cónyuge totalmente porque los maridos deben entregarse a su mujer como Cristo a la Iglesia, nada menos y nada más. Y se entregan a ella porque Dios quiere
Por ello como regla general no creo que haya discrepancias entre darse a Dios o a la propia esposa
Sólo podrán surgir problemas graves si la esposa es un impedimento grave para la entrega a Dios, pero esto no debe ser lo usual en un matrimonio.
Basar la familia en esfuerzo solamente humano nunca es la mejor opción. Hay quien, por gracia de Dios, tiene virtudes naturales en él y su esposa para tener una familia mundanamente feliz, es cierto, pero serían aún más felices si conociesen y tuviesen a Dios presidiendo en su hogares.
Sin Dios siempre se pierde algo. Muchos lo pierden todo.
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