La Doctrina Social de la Iglesia contra el liberalismo
Escribía el Papa Clemente XIII en su encíclica Christanae Reipublicae (1766): “Que los zorros que desolan la viña del Señor sean conocidos por el pueblo fiel; alertad al pueblo para que no se deje llevar por los espléndidos nombres de ciertos autores (…). En esto realmente felicito a muchos de ustedes, que adhiriéndose a las instituciones Apostólicas, como valientes vindicadores de las leyes eclesiásticas, ponen fuertes y vigilantes todo el celo en eliminar esta peste e impedir que los ingenuos duerman con serpientes”.
Así pues, como economista católico fiel al Magisterio, me veo en la obligación de alertar sobre un mal que veo extenderse entre laicos católicos. Sucede que varios de ellos, rechazando (correctamente) la ideología marxista, han cometido el error de irse al otro herético extremo: la ideología liberal. Así, muchos mantienen que pueden ser católicos en lo religioso y a la vez liberales en lo económico. Pero no es así. No hay comunión entre la luz y las tinieblas. No se puede ser liberal y católico. De hecho, decir “católico liberal” es tan absurdo como decir “círculo cuadrado”. Si más católicos prestasen más oídos al Magisterio y Tradición de la Iglesia en lugar de a teóricos liberales como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek o Murray Rothbard, no habría esta confusión. Pero resulta que la hay.
Por tanto, a fin de disipar esta confusión, les comparto el video de la ponencia que di en el XXII Encuentro de Formación Católica en Buenos Aires (Argentina) el 20 de octubre de 2019. Cabe mencionar que este evento fue organizado por el Círculo San Bernardo de Claraval, que dirige Ma Virginia Olivera de Gristelli, también bloggera de InfoCatólica (blog Caritas in Veritate), a quien estoy sumamente agradecido por la invitación y por el extraordinario trabajo que hace para el Reino de Cristo. Este es el link del video: https://www.youtube.com/watch?v=vuKuJHRZKiY
Eso sí, quien vaya a comentar, por favor vea el video. Muchos tienen la tendencia de ponerse inmediatamente a hablar (o escribir) sin primero escuchar. De otro lado, hago recordar que una de las reglas de este blog es que no es un espacio de debate sino de difusión y de respuestas a consultas sinceras y abiertas.
PD: Antes de que se me catalogue de marxista, aviso que el próximo video será de crítica al marxismo desde la Doctrina Social de la Iglesia.
11 comentarios
Hace tiempo que esperaba la aparición de un nuevo artículo sobre economía.
Y está claro que virtud es aquella que tiene como finalidad el bien, cosa que en la justicia se da siempre y, en cambio, la libertad no tiene ese objetivo porque, necesariamente, sus objetivos son múltiples según el uso que se haga de ella. No se puede hacer mal uso de la justicia porque entonces ya no es justicia, pero se puede hacer mal uso de la libertad.
La justicia no puede oponerse a la libertad porque ésta puede ser buena pero puede cegar ciertas opciones, supuestamente inocuas, porque no son justas.
Por ejemplo: en mi opinión todo lo que se refiere al cuidado de nuestro cuerpo es justo si se trata de salud, pero no lo es si se trata de conservar la belleza o retrasar los años a como dé lugar. Razón por la cual siempre he considerado inmoral la cirugía estética (es una opinión personal) seguramente por la cosmovisión cristiana en la que fui educada que me obliga a calibrar continuamente lo que es justo y lo que no lo es.
También es verdad que crecí en un medio cooperativo-el que creó D. José Mª Arizmendiarrieta-que ayudó también a mi formación en ese sentido. Con respecto a la justicia hay una obligación social, controlada por el estado y una personal que debe controlar uno mismo a lo largo de su vida, de modo que, aunque la sociedad permita algunas cosas, uno no se las permite a si mismo. Lamentablemente este control personal es muy difícil en una sociedad de libre mercado que trabaja justo en contra del principio de justicia.
1) Durante la industrialización la masa trabajadora (proletariado en lenguaje marxista) tenía altas tasas de producción (12-14 horas diarias) y muy bajas de consumo debido a los bajos salarios. En esa fase los consumidores eran de la baja, media o alta burguesía y la aristocracia.
2) En la segunda fase los excedentes de producción obligaron a subir los salarios para que los trabajadores fueran también consumidores y, a su vez se redujeron las horas de trabajo e introdujeron las vacaciones pagadas. La industria del automóvil es el más claro exponente de esto.
3) En la tercera fase, en la que ya estamos, el antiguo trabajador está siendo sustituido por las máquinas y la tecnología por lo que, más tarde o más temprano, vamos a llegar al extremo opuesto de la primera: la de que no interesa el trabajador y, cada vez más, interesa el consumidor. De manera que los estados-por medio de impuestos u otras formas que se sacarán de la manga-puedan establecer un salario mínimo sin necesidad de trabajar.
La 1ª y 3ª fase conculcan igualmente la justicia ya que las personas necesitamos tanto un salario como la oportunidad de ganarlo. Sociedades ociosas no son dignas y, además, son muy vulnerables por depender exclusivamente del estado nodriza y perder capacidad de ganarse el sustento.
Hasta tal punto puede llegar la cosa que hasta un esclavo romano estaría más capacitado personalmente para ser autónomo que un "liberado futuro". Frabrice Hadjadj está preocupado por las poquitas cosas que podemos hacer con las manos y tiene mucha razón.
En los últimos años están surgiendo iniciativas cooperativistas en España, algunas con orígenes cristianos más o menos remotos, como es el caso de banco ético Fiare, otras (de telecomunicaciones, energía, alimentación, etc.) desde presupuestos aparentemente distantes del cristianismo. Pero unos y otros, a mi juicio, se ajustan en sus fines propios mucho más a la doctrina católica tradicional que todo el tejido económico y empresarial predominante. Eso sí, culturalmente están imbuidos totalmente de los dogmas de la actual religión oficial: ideología de género, feminismo radical, etc.
¿Cual cree usted que debe ser la actitud de un católico ante estas iniciativas, a la espera de que algún día surjan de la Iglesia otras más cómodamente aceptables? Yo personalmente creo que es mejor apoyarlas, dado que en sus fines propios se ajustan mejor a la doctrina católica, aunque a veces sera necesario tomar bastante bicarbonato para digerir sus aspectos más indigestos. Pero me encantaría conocer su opinión.
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DANTE A. URBINA
Muchas gracias por su comentario. Respecto de la consulta, mi principio general es que el católico está para promover y apoyar solo el bien, nunca el mal, aunque sea "el mal menor". Dado ello, uno puede apoyar medidas o políticas específicas que sean buenas, que vayan en pro del bien común, independientemente de donde vengan. "La verdad diga quien la diga viene del Espíritu Santo": esa era la frase que múltiples veces repetía Santo Tomás de Aquino y yo la aplico en este caso. Pero, ojo, también debe combatirse TODO error. Así, aunque yo podría personalmente estar de acuerdo con UNA MEDIDA ESPECIFICA de un partido político como prohibir la explotación laboral, si ese mismo partido tuviere en su agenda el aborto, yo NO VOTARIA por ese partido. Y si esa lógica me lleva a oponerme a TODOS los partidos disponibles en una elección, pues me opondre a todos. Sé que es radical, pero esa es la radicalidad a la que me llama Cristo y en esto sigo el dictum de San Atanasio: "Si el mundo esta contra la verdad, ¡pues yo estoy contra el mundo!". Si por mi coherencia cristiana tengo que enfrentar a derechas e izquierdas del mundo, pues así será pues mi compromiso está ARRIBA.
Como pudiste acceder a la encíclica de Clemente XIII? Lo digo ya que, por lo que he visto hasta ahora, es muy difícil acceder a los documentos pontificios del siglo XVIII e incluso a los del XIX. Esto se ve por ejemplo en la página web oficial del Vaticano, donde sólo están disponibles los documentos A PARTIR DE LEÓN XIII (1878-1903) y ni siquiera están todos los documentos de León XIII disponibles.
Me gustaría saber como tener acceso a encíclicas u otros documentos pontificios desde el siglo XVIII en adelante.
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RESPUESTA DE DANTE A. URBINA
Disculpa la demora, he andado ocupado. La cita la tomé del libro "Destapando el liberalismo" escrito por mi amigo, el economista católica español Daniel Marín Arribas. En el caso de él, tiene la suerte de tener acceso a bibliotecas con textos antiguos en sitios como Salamanca o Madrid y, de hecho, es algo que le gusta hacer. Varios documentos de esas bibliotecas, no obstante, no se encuentran digilitalizados en la web.
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