Si la Sagrada Liturgia ocupa el primer puesto en la vida de la Iglesia, el Misterio Eucarístico es como el corazón y el centro de la Sagrada Liturgia, por ser la fuente de la vida que nos purifica y nos fortalece de modo que vivamos no ya para nosotros, sino para Dios, y nos unamos entre nosotros mismos con el estrechísimo vínculo de la caridad.
Y para resaltar con evidencia la íntima conexión entre la fe y la piedad, los Padres del Concilio, confirmando la doctrina que la Iglesia siempre ha sostenido y enseñado y el Concilio de Trento definió solemnemente juzgaron que era oportuno anteponer, al tratar del sacrosanto Misterio de la Eucaristía, esta síntesis de verdades:
«Nuestro Salvador, en la Ultima Cena, la noche en que él era traicionado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrifico de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera».
Con estas palabras se enaltecen a un mismo tiempo el sacrificio, que pertenece a la esencia de la misa que se celebra cada día, y el sacramento, del que participan los fieles por la sagrada comunión, comiendo la carne y bebiendo la sangre de Cristo, recibiendo la gracia, que es anticipación de la vida eterna y la medicina de la inmortalidad, conforme a las palabras del Señor: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día» (Jn 6,55).
Así, pues, de la restauración de la sagrada liturgia Nos esperamos firmemente que brotarán copiosos frutos de piedad eucarística, para que la santa Iglesia, levantando esta saludable enseña de piedad, avance cada día más hacia la perfecta unidad e invite a todos cuantos se glorían del nombre cristiano a la unidad de la fe y de la caridad, atrayéndolos suavemente bajo la acción de la divina gracia.
Encíclica «Mysterium Fidei», del Papa Pablo VI. Manual de la Adoración Nocturna Española, pp. 60 – 71. Ed: Adoración Nocturna Española. Diciembre 1.988