28.06.11

26.06.11

22.06.11

El «cristianismo secular», por Servais Pinckaers, O.P.

La apertura radical al mundo

Históricamente, el fenómeno se manifestó como una interpretación, que quería ser radical, de la apertura al mundo preconizada por el Concilio Vaticano II: el paso de una Iglesia a la defensiva y en la lucha con un mundo hostil, y por consiguiente llena de desconfianza respecto de todo lo que el mundo ofrece y representa, a una Iglesia que se esfuerza en dialogar con el mundo y que comienza por escucharlo al reconocer los valores que persigue: la libertad, la justicia, las ciencias y las técnicas, las ideas filosóficas, todo lo que, en una palabra, contribuye a la construcción del mundo moderno. Esta apertura de las puertas de la «fortaleza» eclesiástica introdujo entre los católicos las principales corrientes de pensamiento y de acción contra las cuales se les ponía antaño en guardia: el liberalismo de pensamiento y en la educación, el socialismo y el marxismo, el positivismo junto con las ciencias históricas y humanas, la filosofía idealista y existencialista, la fenomenología, la desmitologización en la exégesis, etc.

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21.06.11

18.06.11

Más reflexiones en torno al Concilio Vaticano II: Enrico Maria Radaelli

Fuente: Sandro Magister.

Una propuesta por los cincuenta años del Vaticano II

LA VÍA SOBRENATURAL PARA RECOBRAR LA PAZ ENTRE EL PRE Y EL POST CONCILIO

por Enrico Maria Radaelli

La discusión que se está desarrollando en el sitio web de Sandro Magister entre escuelas de posiciones diferentes y opuestas sobre reconocer si el Concilio ecuménico Vaticano II representa continuidad o discontinuidad con la Tradición, aparte de llamarme a participar directamente desde los primeros movimientos, toca de cerca algunas páginas preliminares de mi reciente libro “La belleza que nos salva".

El hecho largamente más significativo del ensayo es la comprobada identificación de los “orígenes de la belleza” con las cuatro cualidades sustanciales - verdadero, uno, bueno, bello - que santo Tomás de Aquino afirma que son los nombres del Unigénito de Dios: identificación que debería aclarar de una vez por todas lo fundamental y el vínculo ya no más eludible que un concepto tiene con su expresión, es decir, el lenguaje con la doctrina que lo utiliza.

Me parece necesario intervenir y hacer algunas aclaraciones para quien quiere reconstruir la “Ciudad de la belleza” que es la Iglesia y retomar así el único camino (esta es la tesis de mi ensayo) que puede llevarnos a la felicidad eterna, es decir, que nos puede salvar.

Completaré mi intervención sugiriendo el pedido que ameritaría hacerse al Santo Padre para que - recordando con monseñor Brunero Gherardini que en el 2015 se cumplirá el aniversario cincuenta del Concilio (cfr. “Divinitas", 2011, 2, p. 188) - la Iglesia toda aproveche de tal extraordinario acontecimiento para restablecer la plenitud de aquel “munus docendi", de aquel magisterio, suspendido hace cincuenta años.

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