29.03.10

28.03.10

Enraizados en la casa de Dios

Lectio 3, oficio de Maitines. Domingo de Ramos. Breviarium Romanum.

Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: “Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos.
Y si alguien les dice algo, respondan: “El Señor los necesita y los va a devolver en seguida"".

Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:

Digan a la hija de Sión:
Mira que tu rey viene hacia ti,
humilde y montado sobre un asna,
sobre la cría de un animal de carga.

Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado;
trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó.
Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas.

La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba:

“¡Hosana al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosana en las alturas!”

Con justa razón el Señor, después de abandonar a los judíos para habitar en el corazón de los gentiles, sube al templo; en realidad, ése es el verdadero templo en el que se adora a Dios, no según la letra, sino según el espíritu (Io 4,24); éste es el templo de DIos al que El mismo puso como fundamento no piedras, sino la firmeza de la fe. Todo lo cual significa que quienes estaban llenos de odio, son abandonados, mientras que son recogidos quienes estaban dispuestos para el amor.

Y así, subió al monte de los Olivos para plantar con la virtud de lo alto, las jóvenes olivas (Ps 127,3), cuya madre es la Jerusalén de lo alto (Gal 4,26).

Sobre este monte mora aquel celestial jardinero, con objeto de que todos los que están enraizados en la casa de Dios (Ps 91,14), puedan decir con toda razón: Yo soy como una oliva fructífera en la casa del Señor (Ps 51,10)

Tratado sobre el Evangelio de San Lucas. San Ambrosio.

Obras de San Ambrosio. Ed. BAC. 1.966, p.530.

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26.03.10

La ignorancia de la fe

«Como ya dijimos al hablar de la necesidad de la ffe, hay obligación grave de aprender las cosas necesarias con necesidad de medio y de precepto y, en general, todas aquellas verdades de fe que son necesarias para llevar una vida auténticamente cristiana y para el recto desempeño de los deberes del propio estado. El que descuida por culpable negligencia este deber, comete un pecado muy grave de ignorancia voluntaria, que puede traerle fatales consecuencias en este mundo y en el otro.

Es deber gravísimo de los párrocos adoctrinar al pueblo fiel en las verdades de la fe (cf. cn.776). Y este deber alcanza proporcionalmente a los padres, amos y padrinos con relación a sus hijos, criados o afiliados (cn. 774,2º).»

Teología moral para seglares, Antonio Royo Marín, O.P. B.A.C.7ª ed., 2ª imp, 2.007; p. 301

23.03.10

Primer Domingo de Pasión: Jesús se ocultó y salió del Templo (Jn 8, 59).

En el día de ayer, la Liturgia nos introduce en el tiempo de Pasión. Las lecturas del Breviario en este tiempo de Cuaresma han ido in crescendo en cuanto a intensidad; en este Domingo, en el que se lee Jn 8,46-59, la tensión entre los «judíos» -término con el que San Juan denomina a los fariseos y las autoridades del Templo de Jerusalén (los saduceos) – llega a tal punto que éstos recogen piedras para lapidar al Señor. Cristo huye del Templo y esconde su rostro.

El tiempo de Pasión es de una presión espiritual aplastante. En el Oficio de Maitines del sábado anterior, Cristo se presenta como la luz del mundo que permite a sus discípulos no caminar entre tinieblas. Es la luz de la vida. El texto evangélico forma como una gran inclusión con el prólogo. Cristo es el Verbo de Dios hecho carne. «En Él había vida, y la vida era la luz de los hombres, y la luz en las tinieblas brilla, y las tinieblas no lo acogieron» (Jn 1, 4-5)

En el domingo de Pasión, Cristo dice que aquel que es de Dios escucha su voz, por ende, los que no Le escuchan, como los judíos del Evangelio, no son de Dios. El Invitatorio del tiempo de Pasión, que se lee en el Salmo 94 de Maitines precisamente hace referencia a lo anterior: Si hoy escucháis la voz del Señor, no endurezcáis vuestros corazones.

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Pregón ¿de cofradías?

Antonio García Barbeito demostró ayer en el teatro de la Maestranza que es un hombre coherente. Como él mismo reconoció en los días previos, ni va a misa, ni sabe de cofradías. Y lo mostró y demostró. ¡Vaya si lo hizo! Para sonrojo y escarnio de la Sevilla cofrade, que esperaba el típico texto ripioso, que pusiese los vellos de puntas al personal, al nombrar a los titulares de todas las Hermandades de Sevilla.

Pero no ocurrió así. El pregonero no engañó ni se engañó a sí mismo; sencillamente se limitó a exponer sus dudas en materia de fe, en plan metafísico existencialista, super guay: es decir, la filosofía del Hola.

Como no podía ser de otra forma, aburrió hasta a las ovejas. Entre otras cosas porque el cofrade medio sevillano espera el poema donde Macarena rima con pena. Y así hasta el infinito y el más allá.

El espectáculo fue lamentable. Un pregón es otra cosa. Es de católicos para católicos, exaltando la Semana Santa. Calentando el ambiente para lo que llegará una semana después, no una exposición de un agnosticismo de remanguillé, cosa que está muy bien para una asociación de vecinos, una revista literaria, o una tenida masónica en la logia, pero no en un pregón de Semana Santa.

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