San Hermenegildo, Mártir y Rey
El rey Hermenegildo, hijo del rey de los visigodos Leovigildo, se ha convertido de la herejía arriana a la fe católica gracias a la predicación del reverendísimo varón Leandro, obispo de Sevilla, unido a mí en íntima amistada desde hace mucho tiempo.
Para hacerlo volver a la herejía, su padre arriano intentó persuadirlo con regalos y amedrentarlo con amenazas. Mas, como él respondiera con toda firmeza que jamás podría abandonar la fe verdadera una vez que la había conocido, el padre, airado, le privó del reino y le despojó de todos sus bienes. Pero, como ni siquiera así fuera capaz de debilitar la fortaleza de su alma, encerrándolo en una angosta prisión cargó de cadenas su cuello y sus manos. Así pues, el joven rey Hermenegildo, despreciando el reino terreno y ansiando con ardiente deseo el celestial, comenzó a yacer, encadenado, sobre una manta de piel de cabra, a prodigar súplicas a Dios todopoderoso para que lo confortara y a desdeñar la gloria de este mundo pasajero, tanto más exaltadamente cuanto que sabía que, aun encadenado, no había nada que pudiera serle arrebatado.