Como ya se anunció hace no mucho tiempo, a finales del mes de Octubre (22 y 23 concretamente) se celebrará en Sevilla un Congreso de muerte, como lo ha conceptuado D. Julio Domínguez Arjona.
Que el Estado apoye y promueva instituciones que atentan contra la vida es clarificador sobre los poderes demoníacos que dirigen nuestras instituciones. Cuando Dios no es lo principal, el orden se subvierte, encaramándose el pecado hasta la cúspide, ensuciándolo todo de arriba abajo.
El Ayuntamiento de Sevilla ha patrocinado, declarándolo a su vez de interés científico y sanitario por la Junta de Andalucía, esta reunión de asesinos que se aúnan bajo el eufemismo de «Federación Internacional de Profesionales del Aborto y la Contracepción». Que sea el noveno congreso implica necesariamente que ha habido ocho anteriores, lo que muestra que nuestra sociedad es un asco, donde los asesinos se reúnen con total impunidad bajo el amparo de una ley inmoral, que el hombre se ha dado a sí mismo para su propia destrucción. ¿Puede haber algo más execrable? Sí, lo hay. Que el Congreso se celebre en Sevilla que porta el título de Mariana en su escudo, añade el sumando de la afrenta a la suma total. Una nueva agresión en toda regla de los poderes públicos, sevillanos y andaluces, a la Iglesia Católica. Se ríen en la cara de los católicos porque saben que pueden. La impunidad del mal.
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