Tu quoque, Iohannes Carole?
Zapatero está ventilándose poco a poco el régimen Constitucional surgido en el año 78. Aunque el proemio se redactase durante la misma transición y los primeros capítulos los escribiese Felipe González cuando destruyó la independencia del poder judicial, es ahora cuando el vallisoletano se encuentra inmerso en la disolución de la soberanía nacional a través de los estatutos de independencia que, a su vez, enflaquecen aún más a la ya caquéctica nación española.
Sin embargo todo esto a nuestra católica majestad le debe parecer estupendo, a tenor de las declaraciones que realizó para el artículo de El Magazine, titulado Zapatero íntimo: «Es un hombre muy honesto. Que no divaga. La gente cree que hace cosas así…como divagando, pero no hay nada de eso. Él sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué u para qué hace las cosas. Tiene profundas convicciones. Es un ser humano íntegro».
¿Puede ser honesto alguien que quiere formar las conciencias de los niños imponiendo una moral de Estado? ¿Puede ser honesto el que hace bandera electoral de la agresión a los católicos?, los mismos católicos que supuestamente son hermanos en la fe de su majestad. ¿O puede ser honesto aquél que está centrifugando España? Para el Rey, todos los interrogantes anteriores tienen contestación afirmativa. Sí, se puede ser honesto cumpliendo con todos los requisitos descritos. La conclusión no puede ser entonces más obvia: alguien está utilizando incorrectamente la palabra «honesto», o bien, su denotación ha degenerado hasta significar otra cosa.
Tampoco queda claro el sentido de «divagar». Cualquiera que haya escuchado a nuestro presidente hablar de lo que significa para él nación (concepto discutido y discutible), puede dudar que si hay algo que Zapatero hace muy bien es, precisamente, divagar, y no es por la forma de las cejas.
Lo que es indudable es que Zapatero sabe lo que quiere. También el Rey parece tenerlo claro. Ante el cambio de régimen, él quiere ser el primero en subirse al barco que nos lleva a ese lugar que el presidente y los suyos desean. Esto explicaría el elogio desmedido.
En el año 1.072, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, tomó juramento al Rey Alfonso VI en Santa Gadea, de no haber participado en la muerte de su hermano Sancho II. Hoy no tenemos, para nuestra desgracia, ningún Cid, tampoco D. Juan Carlos es Alfonso VI, pero no estaría mal que nuestro monarca prestara juramento de que él no está implicado – por activa o por pasiva - en la destrucción de nuestra nación, una de las más antiguas de Europa.
6 comentarios
El 33,6% de las declaraciones de Renta del ejercicio 2006 otorgaban la asignación a la Iglesia Católica de España. Aunque algunos católicos se "despistaran", muchos que no lo son la marcaron. Vaya lo uno por lo otro.
Así pues, en España dos de cada tres contribuyentes quieren que el dinero que van a tener que pagar de todas maneras no vaya en ningún caso a la Iglesia Católica.
Si el porcentaje de contribuyentes católicos es del 33%, no creo que el de creyentes sea mayor. Más bien al contrario.
2. Desde Sevilla:
Si tomamos dos axiomas como:
Si A, entonces B.
Si B, entonces C.
Por medio de la aplicación de la Ley de transitividad, obtenemos como conclusión:
Si A, entonces C.
Simple lógica de enunciados de primer orden. Sustituye A por Zapatero, B por laicidad heredera de la Revolución Francesa, y C por ataque a los católicos. Así entenderás por qué tiene cabida en un blog católico un artículo acerca de algunas afirmaciones del Rey de todos los españoles, también de los católicos.
Un Rey bautizado y casado en la Iglesia Católica, igual que todos sus hijos. Un Rey que comulga. Un Rey que, como Rey, es un personaje público destacado.
Un Rey que alaba a Zapatero.
Saludos.
"El los engaña y ellos se juntan".
Ese "El", desde luego no puede ser nada bueno.
Y por supuesto don Juan Carlos ya sabe a quién y por qué se arrima. Sólo se olvida de que es, el relaciones públicas de todos los españoles.
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