Tercer domingo de adviento


Forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia

Introito Fil 4, 4-6; Salm 84,2

Gaudéte in Dómino semper: íterum dico, gaudete. Modéstia vestra nota sit ómnibus homínibus: Dóminus enim prope est. Nihil sollíciti sitis: sed in omni oratióne petitiónes vestræ innotéscant apud Deum.Ps. 84, 2. Benedixísti, Dómine, terram tuam: avertísti captivitátem Jacob. Glória Patri…

Gozaos siempre en el Señor; otra vez digo, gozaos. Vuestra modestia sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca. No tengáis solicitud de cosa alguna; mas en toda circunstancia, por la Gloria al Padre…

Colecta.

Aurem tuam, quǽsumus, Dómine, précibus nostris accómmoda: et mentis nostræ ténebras, grátia tuæ visitatiónis illústra. Qui vivis…

Te rogamos, Señor, apliques tu oído a nuestras súplicas, e ilumines las tinieblas de nuestra inteligencia con la gracia de tu visita. Tú que vives.

Epístola. Fil 4, 4-7

La seguridad de la salvación que se acerca debe dar al cristiano, frente a las contingencias de este mundo, una gran calma y una gran moderación, sostenidas por una alegría profunda.

Fratres:

Gaudete in Dómino semper: íterum dico, gaudete. Modéstia vestra nota sit ómnibus homínibus: Dóminus enim prope est. Nihil sollíciti sitis: sed in omni oratióne, et obsecratióne, cum gratiárum actióne, petitiónes vestræ innotéscant apud Deum. Et pax Dei, quæ exsúperat omnem sensum, custódiat corda vestra et intelligéntias vestras, in Christo Jesu Dómino nostro.

Hermanos: Gozaos siempre en el Señor; otra vez digo, gozaos. Vuestra modestia sea manifiesta a todos los hombres. El Señor está cerca. No andéis solícitos de cosa alguna; mas en toda circunstancia por la oración y ruegos, con hacimiento de gracias, manifestad vuestras peticiones a Dios, que sobrepuja a todo pensmiento, guarde vuestros corazones e inteligencias, en nuestro Señor Jesucristo.

Gradual. Salm 79, 2-3

Qui sedes, Dómine, super Chérubim, éxcita poténtiam tuam et veni. ℣. Qui regis Israël, inténde: qui dedúcis velut ovem Joseph.

Tú, Señor, que estás sentado sobre los Querubines, excita tu poder, y ven. Tú, que gobiernas a Israel, atiende; tú, que guías a José como una ovejuela.

Aleluya. Salm. 79, 3.

Allelúia, allelúia.v. Éxcita Dómine, poténtiam team, et veni, ut salvos fácias nos. Allelúia.

Aleluya, aleluya. V. Despierta, Señor, tu poder, y ven p ara que nos salves. Aleluya.

Evangelio Juan 1, 19-28.

En la espera ansiosa del Mesías, todos creen descubrirle. Juan tiene que luchar para no pasar por Cristo. Fue ésta para él una ocasión de revelar a las muchedumbres al Mesías que desconocían y de apartarlas de sí para enviarlas tras él.

In illo témpore : Misérunt Judǽi ab Jerosólymis sacerdótes et levítas ad Joánnem, ut interrogarent eum: Tu quis es? Et conféssus est, et non negávit: et conféssus est: Quia non sum ego Christus. Et interrogavérunt eum: Quid ergo? Elías es tu? Et dixit: Non sum. Prophéta es tu? Et respondit: Non. Dixérunt ergo ei: Quis es, ut respónsum demus his, qui misérunt nos? Quid dicis de teípso? Ait: Ego vox clamántis in desérto: Dirégite viam Dómini, sicut dixit Isaías prophéta. Et qui missi fuérant, erant ex pharisáeis. Et interrogavérunt eum, et dixérunt ei: Quid ergo baptízas, si tu non es Christus, neque Elías, neque prophéta? Respóndit eis Joánnes, dicens: Ego baptízo in aqua: médius autem vestrum stetis, quem vos nescítis. Ipse est, qui post me ventúrus est, qui ante me factus est: cujus ego non sum dignus ut solvam eius corrígiam calceaménti. Hæc in Bethánia facta sunt trans Jordánem, ubi erat Joánnes baptízans.

En aquel tiempo: Los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntar a Juan: ¿Tú quién eres? Y confesó y no negó; antes protestó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Pues quién eres? ¿Eres tú Elías? Y dijo: No lo soy. ¿Eres tú el Profeta? Y respondió: No. Y le dijeron: Pues dinos quién eres, para que podamos dar respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo? Él dijo: Yo soy voz que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta. Y le preguntaron: Pues ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta? Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo en agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Éste es el que viene después de mí, el cual ha sido preferido a mí, y a quien yo no soy digno de desatar la correa de su zapato. Esto aconteció en Betania, a la otra parte del Jordán, en donde estaba Juan bautizando.

«Regocijaos; el Señor está cerca». Viendo ya próxima la fiesta de Navidad, acentúa la Iglesia la alegría que debe animar nuestros corazones por todo cuanto representa para nosotros el nacimiento del Salvador; en esta semana nos recordará los evangelios de la Anunciación y de la Visitación, misterios rebosantes de alegría.

San Pablo fundamenta la alegría cristiana sobre la certidumbre de que Cristo nos trae la salvación, y quiere que esté tan viva en el alma que ninguna inquietud o tristeza humana la pueda jamás dominar. La gran paz de Dios ha de sobreponerse en adelante a todos los demás sentimientos. Mas en el pensamiento de san Pablo, esta venida del Salvador no es su nacimiento en Belén, sino su segunda venida. La gran alegría de los cristianos está, pues, en ver acercarse el día en que venga el Señor con gloria para trasladarlos a su reino. Tanto como a las llamadas de los profetas, todos los «veni» del Tiempo de Adviento hacen eco a aquel otro con que termina el Apocalipsis de san Juan: «Ven, Señor, Jesús», y que es la última palabra del Nuevo Testamento.

El evangelio de este domingo, completando al anterior, nos presenta el testimonio de san Juan Bautista; el precursor desaparece ante el único que importa: el Mesías esperado.

Misal diario y vesperal. XV edición.Dom Gaspar Lefebvre y los monjes benedictinos de la Abadía de San Andrés.Tr: P.Germán Prado y los monjes de la Abadía de Silos.

Los comentarios están cerrados para esta publicación.