Obedecer a Dios antes que a los hombres.
Hay que regular la libertad religiosa, pero también la de conciencia».«La libertad de conciencia no puede ser una excusa permanente para desobedecer la ley. Sin ley no hay convivencia. Para que exista, deben tener derechos y obligaciones vinculadas.
Estalinismo.
Puro y duro.
Así hay que calificar las palabras del titular del Ministerio de Justicia: hay que regular la libertad de conciencia.
Los socialistas no esconden sus excrecencias morales, las piensan y nos la cuentan sin vergüenza, ¿para qué lo van a ocultar? El pueblo está maduro para estas cosas.
La izquierda por acción y la derecha por omisión han conseguido por medio de las leyes la reforma de la sociedad, que no es otra cosa que el preámbulo de la tiranía.
Asistimos al nacimiento de una nueva era, el despotismo blando que acoquina el pensamiento: la ley se ha convertido en el atropello de la libertad.
Regular la conciencia por ley es querer ocupar el espacio que le corresponde a Dios. Gaudium et Spes dice que «la conciencia es el centro más secreto, el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella» (GS 16). Con estas declaraciones el Ministro hace explícito el intento de desterrar a Dios totalmente hasta de lo más íntimo del ser humano.
Toda la autoridad y el valor de la conciencia derivan del hecho de ser expresión de la verdad. Con la invasión de la conciencia se dará la inversión axiológica, que llevará al dominio del sujeto por parte del Estado.
La rebelión sistemática contra la autoridad es contraria a la razón: los católicos somos especialistas en soportar el abuso, con paciencia y oración. Sin embargo, también es doctrina la desobediencia a la autoridad cuando el poder ejecutivo o el legislativo – que en España están fundidos – promulgue u ordene algo contrario contra la ley divina, natural, ya que en la obediencia a la autoridad civil entraría en conflicto grave y permanente con la ley moral.
En España estamos hoy en esta situación.
Hay que obedecer antes a Dios que a las leyes.
9 comentarios
La izquierda por acción y la derecha por omisión han conseguido por medio de las leyes la reforma de la sociedad, que no es otra cosa que el preámbulo de la tiranía.
Exacto. Si vas a ver, me parece más peligrosa la omisión de la derecha que la acción de la izquierda. De esta sólo cabe esperar lo que ven nuestros ojos. De aquella no.
Imaginemos que el Ministro de Justicia del PP dice lo que ha dicho el Sr. Caamaño ¿Alguien duda que, con los precedentes que he descrito, la izquierda -y con razón- no pondría el grito en el cielo diciéndonos que se nos quiere imponer un estado confesional y limitar los derechos de aquellos españoles que no quieren comulgar con las ruedas de molino de una temporal mayoría electoral?
No es muy difícil comprender, pues, el lógico temor de los católicos ante lo dicho por el Ministro de justicia.
Está claro que Gandhi o Martin Luther King (por ejemplo) estarían en la cárcel en la España de Caamaño y Zapatero. Ambos eligieron desobedecer las leyes injustas que atentaban contra la conciencia, la moral y la ley natural. Martin Luther King decía que no sólo existía el deber de obedecer las leyes justas, sino también el deber de desobedecer las leyes injustas (de no haberlo hecho el propio King, seguiría habiendo segregación racial en los Estados Unidos, probablemente).
Es falso que sin ley no haya "convivencia". No hay convivencia posible sin leyes justas. Y con leyes injustas, la convivencia se hace imposible.
Y es que, como dijo alguien también, en un país regido por leyes injustas, el sitio del hombre justo es la cárcel.
De todas formas, la lógica de Caamaño es típica del marxismo: Cuando no mandan ellos, el estado debe respetar las conciencias de todo el mundo. Cuando mandan ellos, no cabe respeto a la conciencia de nadie.
Siempre han sido así. Para ellos, la tolerancia es una calle de un sólo sentido. Tolerancia sólo para ellos.
Recordemos que la herencia genética es capital en la defininición de todo lo que como población se mueve en este planeta Tierra.
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