Los consejos de González Pons.
Esteban González Pons ha devenido en Estebanillo González, protagonista de una de las últimas novelas picaresca, género tan español, por otra parte. Ha aconsejado a la Iglesia que no es momento de cuitas con el PP, sino de apoyarlo, como si ésta fuera (o fuese) esclava de un partido político.
No es cuestión de exigirle al señor Gonzalez Pons conocimientos teológicos, pero es justo pedirle que no trate a la Iglesia como un partido político.
Es algo fácilmente entendible, incluso para un político, que la Iglesia es cuerpo místico de Cristo, pueblo de Dios, misterio, templo del Espíritu Santo y sacramento universal de salvación. Lo que no es, lo siento D. Esteban, es un miembro/a, apéndice de un partido político. Menos aún del PP.
Por ello resulta irrisoria la petición, a modo de amenaza, que ha deslizado González Pons en su entrevista en Telemadrid: como «va a ser una legislatura muy dura para la Iglesia católica», «tendría poco sentido que la Iglesia utilice su emisora, la COPE, para machacar al PP». Sin embargo, olvida este señor varias cosas. La primera, que la COPE es libre y por ende, no tiene por qué hacer seguidismo del PP. Segundo, que el PP se ha aprovechado del voto católico (el famoso «mal menor»), sin atender en ningún momento las peticiones de éstos en temas tan fundamentales como aborto, familia, etc. Tercero, que sea como sea la legislatura, la existencia de la Iglesia no depende del PSOE, ni siquiera del señor González Pons; peores momentos se han pasado y aquí estamos. Y estaremos. Hasta el final de los tiempos.
Lo que pasa es que en el PP respingan cual mula asediada por los tábanos, ante el temor a una desbandada del voto católico, alentado por Federico Jiménez Losantos, entre otros; de ahí el soborno, la mordida, ofrecida en modo de apoyo a los ataques futuros del PSOE.
Al final van a tener razón los que dicen que el PP está dirigido por «señoritos» que ven a los ciudadanos como sus lacayos.
¡Qué pícaro Sr. González Pons!
3 comentarios
De entrada, pensar que, el digamos el estamento moral de la sociedad, tiene que estar pendiente y al albur de los intereses y caprichos de los políticos es, simplemente, invertir el orden natural y propio, de las más diversas cuestiones que se plantean. Con éstos principios, y a partir de aquí, no tenemos muchos argumentos como para confiar.
Nuestra nación, no tiene porqué separar lo conveniente de lo decente. Y es precisamente la moral, la que nos debe de proveer de los elementos base y primeros para enfrentarse a cualquier acción pretendidamente beneficiosa.
Sr. González, no ponga el carro delante del caballo. No dé consejos y orientaciones a la Iglesia: es la Iglesia la que tiene el encargo de darnos orientaciones y consejos a todos. Incluso a usted. Y no tenga tanta prisa.
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