Locke y la doctrina del consentimiento
John Locke (1.632 – 1.704), es uno de los autores fundamentales para conocer las bases en las que se funda el estado moderno. Una de sus obras capitales, «Los dos tratados sobre el gobierno civil», fueron escritas para justificar la rebelión whig contra el rey Jacobo y que llevaría a Guillermo de Orange al trono inglés. En estos tratados plantea las preguntas de Hobbes sobre la autoridad legítima del soberano y cuándo es justificable, si es que lo es, la rebelión.
Aunque es considerado el padre del liberalismo moderno, la doctrina moral de Locke no deja de ser conservadora. De hecho, cuando describe el estado de naturaleza para explicar el nacimiento del Estado, al contrario que Hobbes, éste no es presocial ni premoral: los hombres viven en familia y en un orden social establecido. Todo ser racional tiene conciencia de la ley de la naturaleza según Locke, pero esta conciencia queda opacada por el interés y la falta de ecuanimidad en la aplicación de la ley. Precisamente con el objeto de salvaguardar los derechos naturales, especialmente el de propiedad, los hombres cederán el poder ejecutivo y el legislativo en manos del Estado a través de un contrato. Por otro lado, a la vez que transfieren la autoridad, la limitan. Si la autoridad civil no protegiese sus derechos, dejaría de ser legítima.
¿Cómo se transfiere la autoridad?, a través del consentimiento tácito. Escribe Locke que «todo hombre que tenga alguna posesión o usufructo, o alguna parte de los dominios de un gobierno, otorga en esa forma su consentimiento tácito, y en la misma medida está obligado a obedecer las leyes de ese gobierno durante el usufructo, al igual que sus herederos para siempre, o de un albergue por sólo una semana, o de un mero viajar libremente por la carretera; porque, en efecto, alcanza la existencia de cualquiera dentro de los territorios de ese gobierno» (Segundo tratado sobre el gobierno civil, sección 119).
En esta doctrina, como se ha indicado más arriba, se encuentra el fundamento de todo Estado moderno que pretende ser democrático pero que, como todo Estado, desea atenazar a sus ciudadanos. Con esta doctrina no hace falta que los ciudadanos sean llamados a consulta ya que se supone que, los mismos, han consentido a las propuestas aprobadas por el gobierno.
Los ciudadanos no tienen otra forma de participar en el proceso político más que pasivamente, por lo que se deduce que o bien la autoridad que reclaman los gobiernos no es auténtica, y que los ciudadanos no están obligados, o bien que en el fondo está legitimada por un cierto consentimiento por parte de los individuos.
Evidentemente para que esta última parte sea correcta, el consentimiento tácito debe de tener sentido, es decir, que cumpla dos condiciones: la primera, que la persona manifieste su consentimiento y, la segunda, que sepa a qué ha consentido. Por desgracia, la doctrina del consentimiento tácito no satisface ninguna de estas condiciones.
Un ejemplo a todo lo dicho lo podemos ver en la asignatura de EpC. Por lo que nos están anunciando, el PSOE y el PP consensuarán el contenido de la asignatura, con lo que surgen las siguientes preguntas. Primero: ¿quién le pidió al PSOE que la introdujera? Segundo, ¿quién le ha dicho al PP que la solución es reformar la asignatura y no eliminarla? Tercero, ¿en nombre de quién se van a sentar a pactar una reforma de un engendro como EpC, que va en contra de la libertad del individuo? Lo mismo lo podemos aplicar con el aborto, pudiéndose extender a cualquier campo de la política.
De todas formas, no le echemos la culpa al pobre Locke de nuestras culpas: él no era, ni mucho menos, un liberal tal como se podría entender hoy día. Locke era un conservador. Bajo un humus moral conservador, construyó su teoría del gobierno civil. Ahora bien, cuando ese carácter conservador se esfuma, cuando se separa la virtud de la felicidad, todo cae a la vez.
Esto nos podría dar algunoas pistas de por qué, en España, los partidos políticos han terminado sustrayendo la voluntad de los ciudadanos.
3 comentarios
El Derecho ya no surge como una forma de salvaguardar valores superiores (la vida, la libertad...) que están por encima de nosotros y nos preceden (la Ley Natural) sino que se erige en creador de valores. Eso es lo que pasa con los gobiernos. Creen que su legitimidad democrática les otorga la facultad de crear valores e imponerlos.
Es muy necesario volver a redescubrir y defender la Ley Natural, que antes de daba por supuesta, pero que ahora se toma como inexistente.
Yo estoy estudiando Derecho ahora y no hay ninguna asignatura de Derecho Natural (tampoco canónico, sea dicho de paso). ¿Sobre qué base se va formar un jurista? ¿Únicamente sobre el Derecho positivo, que ni siquiera es manifestación de la mayoría de la sociedad, sino de la mayoría que gobierna?
Así nos va
El Derecho ya no surge como una forma de salvaguardar valores superiores (la vida, la libertad...) que están por encima de nosotros y nos preceden (la Ley Natural) sino que se erige en creador de valores. Eso es lo que pasa con los gobiernos. Creen que su legitimidad democrática les otorga la facultad de crear valores e imponerlos.
Es muy necesario volver a redescubrir y defender la Ley Natural, que antes de daba por supuesta, pero que ahora se toma como inexistente.
Yo estoy estudiando Derecho ahora y no hay ninguna asignatura de Derecho Natural (tampoco canónico, sea dicho de paso). ¿Sobre qué base se va formar un jurista? ¿Únicamente sobre el Derecho positivo, que ni siquiera es manifestación de la mayoría de la sociedad, sino de la mayoría que gobierna?
Así nos va
y esta pagina esta de lujo
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